La producción de búfalos está experimentando un crecimiento sostenido, lo que trae consigo nuevos desafíos en materia de sanidad, manejo y bienestar animal. Dentro de los problemas sanitarios que pueden impactar en la rentabilidad, las parasitosis externas, y en particular las infestaciones por piojos merecen una atención especial y profesionalizada.
En diálogo con MOTIVAR, la MV María Eugenia Ruiz, especialista en producción de búfalos y docente de la FCV de la UNL en Santa Fe, señala que, si bien en su experiencia los piojos no son considerados la causa principal de pérdidas económicas en la zona donde se desenvuelve, sí contribuyen significativamente a las pérdidas productivas si no se controlan de manera adecuada.
“Las infestaciones pueden generar un impacto productivo que se manifiesta en la disminución de la ganancia de peso, una reducción en la producción de leche, daño al cuero y la piel, además de un debilitamiento general de los animales”, especificó.
Y agregó que estos problemas sitúan a los piojos como una causa secundaria dentro del espectro de desafíos sanitarios que afectan la productividad bubalina, sumándose a los costos adicionales que implica el tratamiento y control.
Especies más frecuentes
La especie de piojo más frecuentemente encontrada y de mayor relevancia en los rodeos bubalinos es el Haematopinus tuberculatus. Este ectoparásito es clasificado como un piojo anopluro, lo que significa que es un chupador de sangre. El impacto de H. tuberculatus radica en la permanente irritación y exfoliación de sangre que provoca en los animales.
Los signos clínicos que alertan a los productores sobre la presencia de piojos varían según el grado de infestación que presenten los animales.
El parasitismo continuo genera inquietud y estrés en los búfalos, lo que les impide alimentarse y descansar correctamente. “Un animal parasitado manifestará un rascado continuo y visible, lo que invariablemente conduce a un deterioro de su condición corporal. Además del comportamiento de rascado, los productores pueden detectar la presencia del ectoparásito o de sus huevos, conocidos como liendres, directamente en la piel del animal”, explicó Ruiz.
Por su parte, el impacto económico de las parasitosis en el ganado se sustenta en tres pilares: las pérdidas directas que ocasionan, las enfermedades que pueden llegar a transmitir, y los gastos necesarios para su control y tratamiento.
Si bien en Argentina la especialista no cuenta con datos que cuantifiquen específicamente las pérdidas económicas por no controlar oportunamente estas infestaciones, la información internacional disponible permite dimensionar el riesgo. Por ejemplo, un estudio realizado en búfalos en Egipto reportó una pérdida del 31,18% en la producción de leche y del 2,17% en el peso corporal de los animales afectados por H. tuberculatus.
Otro dato relevante proviene de Brasil, donde se estimó una pérdida de 30 kg de peso vivo por búfalo en aquellos animales con infestaciones no tratadas.
Factores de riesgo: el clima y el manejo
Ruiz indicó que la interacción entre el clima y las prácticas de manejo tiene una influencia significativa en la prevalencia y proliferación de piojos en los búfalos.
“Estos animales poseen mecanismos de defensa naturales que los hacen bastante refractarios a las parasitosis externas, en parte gracias a su comportamiento. Prefieren desarrollarse en ambientes acuáticos y con barro. Una de sus principales formas de protegerse naturalmente de los parásitos es revolcándose en el barro”, sostuvo la especialista consultada por MOTIVAR.
Y agregó: “Cuando el barro se seca y se desprende de la piel, arrastra consigo tanto a los piojos adultos como a sus huevos. En los animales adultos, además, el considerable grosor de su cuero puede contribuir a una mayor resistencia frente a estos ectoparásitos”.
Sin embargo, en determinadas épocas del año, esta defensa natural se ve mermada. En invierno, las temperaturas más frías reducen la frecuencia con la que los búfalos se bañan en agua o se revuelcan en el barro. Esta disminución en el baño reduce su mecanismo de autodefensa.
Adicionalmente, durante el invierno, tanto los animales jóvenes como los adultos desarrollan un pelaje más abundante. Un pelaje más denso favorece la adherencia de los huevos del parásito y facilita que los piojos se multipliquen con mayor facilidad.
Estrategias de control y desafíos del tratamiento
Para llevar a cabo un control efectivo de los piojos en búfalos, la planificación estacional es clave. “El control se recomienda realizarlo a fines del otoño utilizando productos específicos. Dentro de las alternativas que están demostrando buenos resultados se encuentran los piretroides, como la cipermetrina. También se manejan opciones basadas en fosforados, como el Cumafos y el Triclorfon”, detalló.
Y agregó que la aplicación de los tratamientos puede realizarse mediante distintas técnicas, como baños de aspersión, o mediante las formulaciones spot on y pour on.
“Un aspecto fundamental para el éxito del tratamiento es la interrupción del ciclo natural del parásito. Debido a esto, los tratamientos deben ser realizados en intervalos cortos de tiempo, idealmente a los 15 días, para asegurar que se eliminen las ninfas que hayan eclosionado después de la primera aplicación”, indicó Ruíz.
Un desafío inherente al tratamiento de búfalos es que la mayoría de los antiparasitarios están formulados y aprobados primariamente para vacunos. Si bien estos productos se utilizan en búfalos, pueden existir diferencias en su efectividad debido a las particularidades fisiológicas y comportamentales de esta especie.
Entre estas diferencias se destaca el mayor grosor de la piel del búfalo, un factor que podría afectar la absorción y distribución de algunos fármacos. Además, las diferencias metabólicas entre búfalos y vacunos podrían modificar la vida media del fármaco en el organismo, así como su distribución y eliminación. Finalmente, debe considerarse el comportamiento del búfalo de bañarse y revolcarse en el barro o agua, especialmente luego de un tratamiento, lo cual podría impactar en la persistencia del producto aplicado.
El rol del asesoramiento veterinario
Ante el crecimiento continuo de la producción bubalina, el asesoramiento veterinario juega un papel fundamental en la detección y control de ectoparásitos.
“El asesoramiento veterinario tiene un rol fundamental en la detección y control de los parásitos. Un profesional no solo identifica de manera temprana su presencia, sino que puede orientar sobre el tratamiento más eficaz, el momento más oportuno para aplicarlo y cómo prevenir futuras infestaciones”, manifestó la veterinaria.
Además, agregó que aportar una visión integral, evaluando el manejo general del establecimiento, las condiciones ambientales y el estado sanitario de los animales contribuye a mejorar el bienestar y a reducir pérdidas productivas, que pueden ser significativas si no se actúa a tiempo.
Por último, remarcó que el crecimiento de la producción de búfalos trae aparejado nuevos desafíos en sanidad, manejo y bienestar animal. “A medida que el rodeo bubalino se expande, es fundamental profesionalizar la producción, mejorar las prácticas de manejo y prestar mayor atención a enfermedades. Considero que es clave acompañar el crecimiento del sector con asesoramiento técnico, capacitaciones y una visión preventiva en sanidad”, concluyó Ruiz.