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Entrevista

Influenza aviar: ¿Está la industria preparada para el reingreso de la enfermedad?

La influenza aviar volvió a Argentina: semanas atrás, Senasa confirmó un caso en Chaco. La industria refuerza medidas para evitar otro impacto en el sector.

Motivar | Lizi Domínguez
Por Lizi Domínguez 22 de marzo de 2025 - 06:00

La industria avícola en Argentina tiene una producción estable desde hace 4 años. Durante 2023, la producción fue de 2.500.000 toneladas, lo que evidencia un consumo local en crecimiento y cada vez más consolidado. Sin embargo, la reciente confirmación de un caso de influenza aviar de alta patogenicidad (IAAP) en Chaco en febrero de este año hizo encender las alarmas nuevamente.

El hallazgo, realizado en aves de traspatio en la localidad de Tres Isletas, confirma que el virus sigue circulando y plantea la pregunta clave: ¿Está preparada la industria para evitar un nuevo brote masivo?

Si bien la industria avícola argentina ha reforzado sus protocolos de bioseguridad y vigilancia tras el brote de 2023, el reciente caso confirmado en Chaco evidencia que el riesgo persiste.

Cabe destacar que, en el contexto regional, la enfermedad rebrotó con fuerza en Estados Unidos, provocando grandes pérdidas, y se han reportado nuevos casos en Colombia y Perú. En Argentina, si bien no se han confirmado más casos tras el de Chaco, la vigilancia epidemiológica sigue activa.

Para profundizar en el estado actual de la industria y las medidas adoptadas, MOTIVAR entrevistó a Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), quien brindó detalles sobre los aprendizajes del brote de 2023 y los desafíos pendientes.

Influeza Aviar
Nuevo caso de Influenza Aviar obliga a granja ponedora a sacrificar 10.000 aves.

Nuevo caso de Influenza Aviar obliga a granja ponedora a sacrificar 10.000 aves.

¿Dónde está parada la industria avícola?

En primer lugar, Domenech indicó que se están llevando a cabo encuentros virtuales entre productores, supervisores de granjas y distintos actores del sector para revisar todas las normas de bioseguridad ya pactadas.

Además, continúa la vigilancia sobre las aves migratorias que se desplazan entre el hemisferio norte y el sur, un factor clave en la propagación del virus.

Paralelamente, el Senasa está en negociaciones permanentes con los mercados internacionales para implementar una zonificación dinámica, con el fin de minimizar el impacto comercial ante la detección de un nuevo caso.

Zonificación

“Lo que pretendemos con esta zonificación es que, cuando aparece un caso de influenza en una granja, solamente queden los afectados 10 kilómetros a la redonda y se mantenga encapsulado el caso”, explicó Domenech.

Es que en 2023, cuando se detectó el primer brote en una granja de Neuquén, todo el país quedó afectado por las restricciones comerciales. La propuesta actual busca evitar ese impacto generalizado, permitiendo que la producción y exportación continúen en las zonas no afectadas.

La implementación de una zonificación dinámica para limitar las restricciones comerciales es un avance, pero la falta de una vacuna efectiva contra la influenza aviar de alta patogenicidad deja a la prevención (bioseguridad) como única herramienta de combate.

Domenech enfatizó que la bioseguridad y la prevención son clave para evitar pérdidas catastróficas. "Cuando las aves están enfermas, se sacrifican todas. No hay otra opción, porque no sobreviven los animales", señaló.

¿Qué se aprendió del brote de influenza aviar de 2023?

El brote de influenza aviar de 2023 llevó a un análisis exhaustivo sobre las fallas en los protocolos de bioseguridad. “Descubrimos, por ejemplo, que, en una granja, del otro lado del alambrado perimetral, había bebederos de vacunos del mismo propietario. Esos bebederos rebalsaban, lo que atraía pájaros y palomas, que fueron la vía de contagio”, explicó Domenech.

Ese y otros errores evidenciaron lo vulnerables que pueden ser las granjas ante la presencia del virus en el ambiente.

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“Para este virus no hay vacuna”

Un punto clave en el debate es la vacunación. Desde CEPA, sostienen la misma posición que en 2023: la vacuna actual que se utiliza en otros países no resuelve el problema de la influenza aviar de alta patogenicidad detectada en Argentina.

La experiencia 2023 ha permitido detectar errores y ajustar medidas, pero la dispersión del virus a través de aves migratorias y de traspatio sigue siendo un desafío difícil de controlar.

“Si se vacunan 100.000 gallinas en una granja, se está haciendo contra un virus de la misma característica, pero de baja patogenicidad. Ese virus no tiene nada que ver con el H5N1, que es el problema real. Para ese virus no se ha logrado desarrollar una vacuna efectiva”, explicó Domenech.

Por ello, la estrategia sigue enfocada en prevenir la diseminación del virus mediante controles estrictos y refuerzo de las medidas de bioseguridad.

Impacto

El impacto del brote de 2023 varió según el sector. En la producción de carne aviar, aunque hubo golpes importantes, la recuperación fue rápida y se otorgaron compensaciones económicas a los productores afectados.

Sin embargo, para el sector del huevo, las pérdidas fueron mucho más severas. “En el caso del productor de huevo, la situación fue dramática, porque su capital está en las gallinas ponedoras. Se sacrificaron granjas enteras con 300.000 o 400.000 aves, lo que significó un golpe durísimo”, explicó Domenech.

La experiencia 2023 ha permitido detectar errores y ajustar medidas, pero la dispersión del virus a través de aves migratorias y de traspatio sigue siendo un desafío difícil de controlar.

Afortunadamente, el mercado del huevo se encuentra en un momento excepcional, con precios sostenidos y una demanda en alza, lo que ha ayudado a mitigar las pérdidas.

Evitar la propagación

La influenza aviar ya entró al país, el desafío es evitar su propagación.

La industria avícola argentina aprendió de la crisis de 2023, pero sigue siendo vulnerable. La bioseguridad, la vigilancia epidemiológica y la negociación de protocolos comerciales más flexibles serán claves para minimizar los riesgos y garantizar la estabilidad del sector.

Conclusión

Si bien la industria avícola argentina ha reforzado sus protocolos de bioseguridad y vigilancia tras el brote de 2023, el reciente caso confirmado en Chaco evidencia que el riesgo persiste.

La implementación de una zonificación dinámica para limitar las restricciones comerciales es un avance, pero la falta de una vacuna efectiva contra la influenza aviar de alta patogenicidad deja a la prevención (bioseguridad) como única herramienta de combate.

La experiencia 2023 ha permitido detectar errores y ajustar medidas, pero la dispersión del virus a través de aves migratorias y de traspatio sigue siendo un desafío difícil de controlar.

La preparación del sector es mayor que antes, pero la amenaza de un brote masivo sigue latente, dependiendo en gran medida de la estricta aplicación de protocolos y de la capacidad de respuesta ante nuevos focos de infección.

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