El Senasa confirmó un caso de influenza aviar de alta patogenicidad (IAAP) en aves de traspatio en la provincia de Chaco, luego de realizar los análisis correspondientes a muestras de gallinas, pavos y patos de la localidad de Tres Isletas, en el departamento Maipú.
Para evitar la propagación de la enfermedad, se puso en marcha el protocolo sanitario establecido, lo que implicó la intervención en el predio afectado, el despoblamiento y la aplicación de medidas de higiene y desinfección del lugar.
Es importante destacar que la presencia de esta enfermedad en aves de traspatio no afecta el estatus sanitario del país ni las actividades comerciales.
Sin embargo, se recomienda a todos los establecimientos avícolas reforzar las medidas de manejo, higiene y bioseguridad, con el fin de prevenir el ingreso y diseminación del virus.
Además, quienes cuenten con aves domésticas deben mantenerlas en espacios protegidos para evitar el contacto con las silvestres; higienizar y desinfectar periódicamente los gallineros; y restringir el acceso de aves silvestres a fuentes de agua y comida en gallineros familiares.
En caso de observar mortandades en aves o síntomas compatibles con la enfermedad, es fundamental dar aviso al Senasa para su respuesta inmediata y atención de la sospecha.
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¿La historia vuelve a repetirse?
El 10 de febrero de 2023, Argentina detectó por primera vez la presencia de influenza aviar en un ave migratoria en Jujuy, cerca de la frontera con Bolivia. Solo cuatro días después, el Senasa confirmó oficialmente la llegada de la enfermedad al país, y en cuestión de semanas, el virus ingresó a establecimientos comerciales.
Uno de los primeros casos en aves de corral se registró el 28 de febrero en un establecimiento de pollos parrilleros en Mainqué, Río Negro, al sur de la barrera zoofitosanitaria patagónica. La detección cambió el estatus sanitario del país, lo que obligó al Senasa a suspender temporalmente las exportaciones de productos avícolas, afectando mercados como China, Europa, Sudáfrica y Arabia Saudita.
Expansión y control de la enfermedad
En menos de dos meses, la influenza aviar se extendió a distintas provincias, impactando tanto en granjas comerciales como en aves de traspatio. La rápida propagación del virus llevó al Senasa a reforzar su estrategia de bioseguridad y establecer protocolos de sacrificio sanitario masivo para contener los brotes.
Uno de los casos más críticos ocurrió en Cipolletti, Río Negro, donde se sacrificaron 250.000 pollos en una primera fase y 400.000 más en un establecimiento lindero 20 días después. En total, se estima que la industria avícola perdió más de 1 millón de aves durante la emergencia sanitaria.
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Además de la intervención en las granjas afectadas, el Senasa reforzó los controles en fronteras y prohibió el movimiento de aves y productos avícolas desde las zonas comprometidas. También se promovió una mayor concientización sobre medidas de bioseguridad en productores y veterinarios para reducir el riesgo de nuevos brotes.
La recuperación y el regreso al comercio internacional
Luego de meses de estrictas medidas de control, Argentina logró erradicar la enfermedad y recuperó su estatus de país libre de influenza aviar en 2023, con el aval de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA). Pero no fue hasta mediados de 2024 que Argentina logró restablecer en gran medida su comercio exterior y abrir nuevos destinos.
El brote de influenza aviar en 2023 generó un golpe significativo a la producción avícola del país. Antes de la crisis, se proyectaba que el sector superaría los 500 millones de dólares en exportaciones en 2023. Sin embargo, las restricciones impuestas redujeron en un 50% la facturación y en un 35% el volumen de exportaciones.
Además de la caída en las exportaciones, muchas granjas productoras de huevos y carne de pollo enfrentaron dificultades financieras y pérdidas irreparables debido a la pérdida de animales y la interrupción de su actividad.
Uno de los efectos colaterales más preocupantes fue el abandono de la actividad por parte de algunos productores, especialmente aquellos especializados en producción de huevos. Tras la crisis, muchas granjas tardaron hasta cinco meses en recuperar la producción, y en algunos casos, nunca volvieron a operar.