La carne de cerdo se ha ganado un lugar destacado dentro del universo de las carnes consumidas en Argentina. En las últimas décadas, el consumo per cápita creció de manera sostenida, pasando de apenas 3 kilos anuales a casi 19.
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SUSCRIBITEEl auge de las carnes y la producción porcina impulsa al sector, aunque la competencia externa sigue siendo un desafío para los criadores argentinos.
La carne de cerdo se ha ganado un lugar destacado dentro del universo de las carnes consumidas en Argentina. En las últimas décadas, el consumo per cápita creció de manera sostenida, pasando de apenas 3 kilos anuales a casi 19.
Así, de ser una opción secundaria, pasó a formar parte del menú cotidiano, con un crecimiento notable en su demanda. Este fenómeno no es casual: se apoyó en una fuerte campaña de comunicación, en la diversificación de los cortes frescos y en una profesionalización del sector que incluyó inversiones en genética, nutrición y sanidad.
Sin embargo, no todo es crecimiento. La industria local enfrenta hoy un escenario desafiante debido a la irrupción de importaciones que, según referentes del sector, llegan con ventajas competitivas difíciles de igualar. Uno de los puntos más sensibles es el uso de ractopamina en países como Brasil, un aditivo que reduce costos productivos y que, a diferencia de otros mercados, no está restringido en Argentina.
“La competencia no es pareja, y eso perjudica al productor argentino”, sostienen desde la Federación Porcina. A pesar de ello, no se pierde el optimismo: la disponibilidad de créditos productivos atados al valor de la carne representa un alivio y un impulso a futuro para quienes apuestan a la producción porcina.
Además, el sector celebra su ventaja sanitaria. Argentina se mantiene libre de varias enfermedades que golpean a otras regiones, aunque recientemente surgió un brote de la enfermedad de Aujeszky, lo que motivó acciones conjuntas entre el Senasa y la Federación para su control.
La carne porcina ha sabido ganar terreno frente a la tradicional preferencia por la vacuna, gracias también a su perfil nutricional más saludable. Y si bien cuando los precios se equiparan la demanda suele replegarse, los especialistas insisten: “tenemos todo para crecer”.
La clave, concluyen, estará en equilibrar el desarrollo interno con reglas claras que protejan el esfuerzo local frente a la competencia externa. Con tecnología, infraestructura, recursos naturales y un consumidor cada vez más receptivo, el potencial está a la vista.
FUENTE: El Productor Porcino