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MV Emilio Sequi, integrante del equipo de Veterinarios del Centro, que atienden en Olavarría y alrededores.
Una enfermedad en ascenso
Hasta hace unos años, la sarna bovina no figuraba entre las principales preocupaciones de los veterinarios en la región de Olavarría y sus alrededores. “Cuando comencé a ejercer, hace más de una década, la sarna era algo anecdótico. Hoy, el 90% de los campos tiene presencia de la enfermedad en algún momento del año”, sostiene Sequi, integrante de Veterinarios del Centro, un equipo de trabajo que monitorea entre 35.000 y 38.000 bovinos en la zona.
“Hoy, más que nunca, la sarna bovina debe ser vista como una amenaza real para la producción ganadera”. “Hoy, más que nunca, la sarna bovina debe ser vista como una amenaza real para la producción ganadera”.
El cambio más preocupante es que la sarna bovina dejó de ser una afección meramente invernal. “Los libros la describen como una enfermedad de invierno, pero ahora la estamos viendo activa en verano. No solo encontramos ácaros en los raspajes, sino que éstos están en plena reproducción”, explica.
El veterinario destaca que este fenómeno se debe, en gran parte, a la alta rotación de ganado entre establecimientos. “Cuando hay seca, los productores mueven animales de un campo a otro en busca de mejor pastura. El parásito viaja y la enfermedad se vuelve casi imposible de contener”, advierte.
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Equipo de Veterinarios del Centro: Emilio Sequi , Alejandro Aranibar, José Gutiérrez y Ramiro Aizpuru.
Impacto económico
La sarna bovina no solo genera un problema sanitario, sino que tiene un impacto directo en la producción.
“En recrías, hemos medido pérdidas de entre 20 y 30 kilos por animal. Y en vacas, la merma puede superar los 50 kilos”, detalla Sequi.
El especialista enfatiza que este flagelo no solo afecta el peso, sino también el rendimiento general del animal. “Un ternero enfermo no solo pierde kilos, sino que su crecimiento se ve atrasado. Si un animal que debía estar listo para salir en diciembre, termina en enero o febrero, el costo extra es enorme”, explica.
“El 80% de las fallas en el control de la sarna no se deben a la resistencia del parásito a los medicamentos, sino a errores humanos: mala dosificación o mezcla de animales tratados con no tratados” “El 80% de las fallas en el control de la sarna no se deben a la resistencia del parásito a los medicamentos, sino a errores humanos: mala dosificación o mezcla de animales tratados con no tratados”
Además, la enfermedad se manifiesta en momentos críticos del ciclo productivo. “En vacas de cría, la sarna suele aparecer cuando más necesitan estar sanas: en el período de preñez y lactancia. Los toros, por otro lado, son especialmente sensibles y pueden ver afectada su performance reproductiva”, describe.
Por eso, Sequi recomienda a los productores que cuando tienen el parásito en sus rodeos, apliquen un tratamiento, y no esperen a que la enfermedad se manifieste de lleno en invierno.
Diagnóstico y manejo
Una de las principales dificultades para controlar la sarna es la falta de conciencia sobre su impacto real. “El productor ve un animal rascándose y minimiza la situación. Pero si uno tiene un caso clínico visible, hay muchos más animales contagiosos que aún no muestran signos evidentes”, advierte Sequi.
Para combatir la enfermedad, el diagnóstico temprano es esencial. En su equipo, la detección se realiza a campo, mediante raspajes de piel que permiten identificar el parásito al instante con una lupa portátil y una placa de contraste térmico. “Es una técnica sencilla, accesible y rápida. En cinco minutos sabemos si hay sarna”, explica el veterinario.
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“El 80% de las fallas en el control de la sarna no se deben a la resistencia del parásito a los medicamentos, sino a errores humanos: mala dosificación o mezcla de animales tratados con no tratados”.
El tratamiento, sin embargo, es un punto crítico. “El 80% de las fallas en el control de la sarna no se deben a la resistencia del parásito a los medicamentos, sino a errores humanos: mala dosificación o mezcla de animales tratados con no tratados”, sostiene.
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Control y tratamiento exitoso
El manejo adecuado para controlar la enfermedad es fundamental. Sequi enumeró pautas para garantizar la eficacia del tratamiento y una una correcta aplicación de productos :
- No aplicar más de 5 cm por punto de aplicación subcutáneo.
- No trabajar con aire en las jeringas durante la aplicación.
- Cálculo de dosis según el animal más pesado de la tropa. No por el promedio de peso.
- Aplicar en la tabla del cuello.
- Chequeo de tratamiento a los 15 días.
- No mezclar animales tratados con no tratados.
- Hacer cuarentena de 18-20 días.
- Controlar jeringas.
- Higiene de jeringas.
- Tratar a todos los animales del lote, no sólo a los enfermos.
- Si se hacen tratamientos de verano en un rodeo de cría ( que generalmente se encuentran vacas con teneros al pie y toros en servicio) se tiene que hacer tratamiento a todas las categorías del lote.
- Usar aguja 15x18 o 15x20 para categorías mayores y 12x18 en categorías menores.
- En el caso de usar los nuevos productos pour on, los mismos deben ser utilizados con cuidado, evitando errores en la dosificación.
- Chequeo de tratamientos: A los 15 días de la aplicación se debe realizar un raspaje para confirmar que el parásito ha sido eliminado.
- Manejo del ambiente: Es fundamental eliminar focos de infección en rascaderos, corrales y mangas mediante fumigación y flameo de alambrados.
- Considerar las restricciones a faena según productos utilizados.
- Considerar cuarentena según productos utilizados.
Bañaderos, una herramienta clave
“Los feedlots están instalando bañaderos por inmersión porque los antiparasitarios inyectables tienen períodos de retiro prolongados, lo que retrasa la venta de los animales. Con los baños, el control es inmediato y sin restricciones comerciales”, detalla Emilio Sequi.
En este punto, aclaró que, tras el primer baño, lo recomendable es repetir entre los 12 y 14 días posteriores. Por otra parte, el profesional desaconseja los baños por fumigación.
"Los bañaderos son una herramienta del pasado y a la vez una herramienta del futuro". "Los bañaderos son una herramienta del pasado y a la vez una herramienta del futuro".
“Hemos visto que muchas veces los animales no llegan a mojarse por completo. Así no sirve; contribuye a la propagación del parásito”, explica.
En definitiva, para Sequi, a como están las cosas, "los bañaderos son una herramienta del pasado y a la vez una herramienta del futuro", vaticinó.
La lucha más difícil
Más allá de los tratamientos, Emilio Sequi insiste en que el cambio más importante debe realizarse en la mentalidad de los productores. “El mayor problema es que muchos se acostumbraron a convivir con la enfermedad. Si todos los años tienen sarna, es porque no están haciendo bien las cosas”, señala.
“El mayor problema es que muchos se acostumbraron a convivir con la enfermedad. Si todos los años tienen sarna, es porque no están haciendo bien las cosas” “El mayor problema es que muchos se acostumbraron a convivir con la enfermedad. Si todos los años tienen sarna, es porque no están haciendo bien las cosas”
Y agrega: “Hay que volver a las bases: enseñar a los productores y empleados a reconocer la enfermedad, a aplicar bien los productos y a tomar medidas preventivas. Si seguimos minimizando la sarna, las pérdidas serán cada vez mayores”, advierte.
En un contexto donde la enfermedad sigue avanzando y dejando en evidencia las falencias del control sanitario, Sequi deja un mensaje claro: “Hoy, más que nunca, la sarna bovina debe ser vista como una amenaza real para la producción ganadera”.
De allí que el profesional considera que el Senasa debería tener una mayor intervención en el tema, y se pregunta si acaso la sarna bovina debería volver a ser una enfermedad de notificación obligatoria, como en el pasado.
Para el final, Sequi deja otro interrogante: ¿Cómo repercutirá esta enfermedad en la nueva modalidad que habilita la exportación de ganado en pie?