Además, hizo especial hincapié en la revisión sanitaria y en particular en el control de enfermedades venéreas como la tricomoniasis y la campilobacteriosis. “Hay campos que están impecables desde lo sanitario, pero alcanza con que un vecino descuide sus toros y se pase uno para que se disemine una venérea en poco tiempo”, advirtió.
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Es preciso tener datos concretos para implementar un buen plan sanitario.
En ese sentido, los especialistas coinciden en que una buena revisación clínica incluye, como mínimo, una correcta evaluación física, análisis de aparato reproductor, examen de pezuñas, prepucio, dientes y testículos, sumado a pruebas complementarias como espermograma y detección de enfermedades venéreas.
Así, una correcta revisación clínica incluye la revisión a corral para ver aplomos, pezuñas y desplazamiento; la revisación y medición de testículos, verificando su tono y elasticidad; y la medición de frame, condición corporal y muestra de sangre para brucelosis.
El doble raspaje no se negocia
Uno de los pilares ineludibles en este proceso es la realización del doble raspaje para enfermedades venéreas. “Las enfermedades venéreas siguen estando y el impacto económico que generan es enorme”, señaló Kelly y agregó que es fundamental realizar 2 raspajes con un intervalo de 14/21 días para tener un buen diagnóstico sanitario.
Es por eso que el protocolo recomendado incluye el doble raspaje prepucial, técnica que aumenta considerablemente la chance de detección. “En el primer raspaje, si hay pocas tricomonas, pueden no salir. Pero al agredir levemente la mucosa, las tricomonas se activan, se reproducen, y en el segundo raspaje la carga aumenta. Es esencial hacerlo doble”, indicó el MV.
Desde Córdoba, Gastón Cuestas especificó que es necesario ser clínicos e higiénicos, tener cuidado con las temperaturas, con los frascos y con la identificación, porque si se va a enviar una mala muestra al laboratorio, luego puede afectar el resultado del análisis.
“Hoy en día hay varios laboratorios que están haciendo PCR real time, que nos permite tener una mayor sensibilidad del análisis. Si haces un solo raspaje, va a tener sensibilidad del 25 o 30%; si haces 2 raspajes, está arriba del 80% y con el PCR real time estás a una sensibilidad muy buena”, adelantó Cuestas.
En este contexto, “Chuni” Acuña resaltó que además se debe tener en cuenta que, si se saca algún toro enfermo, hacer el segundo raspaje no es suficiente.
“Acá no hay nada que se pueda subestimar. Cuando uno habla del doble raspaje es doble raspaje negativo, después de la aparición del último toro positivo, entonces eso es un punto importantísimo a especificar con el productor”.
¿Un mal toro puede arruinar la campaña?
La figura del toro “mal revisado” o que entra al rodeo sin controles rigurosos representa una amenaza directa para la eficiencia reproductiva. Los tres veterinarios coinciden: un toro enfermo, estéril o con baja capacidad de servicio no solo puede contagiar enfermedades, sino también dilatar los períodos de servicio y reducir la tasa de preñez del rodeo, lo que se traduce en menos terneros y más gastos por vaca vacía.
Otra de las cuestiones que coinciden nuestros entrevistados es que muchas veces, el impacto de un toro con mala genética o en malas condiciones pasa desapercibido porque la alta proporción de toros en los rodeos hace que otro compense su falencia, cubriendo a la vaca que él no pudo.
Sin embargo, mantener un toro ineficiente representa una pérdida doble. Por un lado, se invierte en su alimentación sin retorno productivo; y por otro, si su genética es deficiente, pero logra preñar, esa mala calidad se perpetúa durante años en el rodeo. Por eso, una buena selección genética previa y el descarte a tiempo son fundamentales para asegurar un rodeo eficiente y con proyección.
Por su parte, “Chuni” Acuña resaltó la importancia de la figura de los recorredores del campo, los cuales están atentos al comportamiento de los animales y son quienes pueden detectar alguna problemática previa al momento de la revisión clínica.
“Estoy convencido de que si la vaca está cíclica porque come bien y el toro está revisado y apto, las preñeces tienen que volar”, especificó Chuni.
“No es para nada un gasto, es una inversión”
Respecto de la inversión, los referentes aseguran que realizar una revisación completa representa un número insignificante si se compara con el potencial de pérdidas por no hacerlo. “Es una inversión muy baja frente al riesgo que se asume por no revisar a tiempo”, enfatizó Cuestas.
“Chuni” Acuña detalló que los costos se miden a través de los kilos de carne. De ese modo, indicó que una revisión comienza con la parte física y sanitaria, que rondaría los 20 kg; la prueba de capacidad de servicio, otros 15 kg y la parte de laboratorio, otros 10 kg aproximadamente; por lo que variaría entre 55 y 60 kg por toro con doble raspaje. "Esto incluye toda la realización física, clínica y la prueba de capacidad de servicio, pero sin la movilidad”, añadió.
Por su parte, Kelly especificó que la evaluación sanitaria del toro tiene un peso fundamental no solo por su valor individual, sino por su impacto en la performance del rodeo completo.
“El toro representa apenas el 1% del costo de un plan sanitario, pero es responsable del 50% del futuro del rodeo: los terneros. No revisarlo es de una negligencia importante”, detalló Kelly a partir de los datos recolectados para el informe “Plan sanitario en bovinos: cría e invernada”, de El Criterio gerenciamiento agropecuario.
¿Prueba de capacidad de servicio vs bienestar animal?
Actualmente, la Prueba de Capacidad de Servicio (PCS) no es una herramienta tan frecuente que se utilice en los establecimientos.
“Aunque brinda un indicio del comportamiento reproductivo del toro, su aplicación en entornos poco controlados o con factores externos puede volverla subjetiva y poco representativa. Además de requerir una logística y preparación significativa en el campo”, manifestó Gastón Cuestas.
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Es imprescindible una buena toma , conservación e identificación de las muestras.
Por su lado, Kelly explicó que, por el porcentaje de toros que se usa en la Argentina, la capacidad de servicio no es una herramienta tan necesaria. Además, agregó que es una prueba que no se estila mucho ya que “no va mucho en concordancia con las prácticas de bienestar que se están implementando en los últimos años.
Además, agregó que es una prueba que no se estila mucho ya que “no va mucho en concordancia con las prácticas de bienestar que se están implementando en los últimos años.
Dato mata relato
Finalmente, los tres profesionales remarcan que el veterinario debe ser mucho más que un técnico que hace raspajes o toma muestras.
“Tenemos que ser asesores, sentarnos a conversar con el productor, mostrarle los números y ayudarlo a tomar decisiones”, reflexionó Kelly.
Cuestas aporta que los detalles marcan la diferencia, y que una revisación efectiva se define por aspectos pequeños pero fundamentales: desde una correcta toma de muestra, hasta una comunicación fluida con el productor.
Chuni, por su parte, destacó que el veterinario necesita leer mucho y capacitarse para ser capaz de responder todas las preguntas del productor.
“Hay que tener datos concretos que puedan hacer entender al productor de la importancia del plan sanitario y la revisación. El dato mata relato”, indicó.
Por último, Kelly resaltó que la verdadera diferencia en el manejo reproductivo la puede hacer el veterinario a través de un enfoque integral, que vaya más allá de una simple revisión clínica.
“En lugar de limitarse a evaluar toros en pocas horas, se propone dedicar tiempo a recorrer el campo, observar la condición corporal de las vacas, la distribución de los terneros y el funcionamiento general del sistema. Esta mirada amplia permite aplicar la experiencia profesional para brindar un asesoramiento más completo y efectivo, optimizando así el manejo reproductivo del rodeo”, concluyó.