Según un estudio realizado por investigadores del INTA, el Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, la rotación de cultivos mejora la calidad del suelo. La incorporación de 4 secuencias de cultivos logró un incremento del 37% en el Índice de Calidad del Suelo, en comparación con el monocultivo de soja.
Fundamentalmente, se evidenciaron mejoras de hasta 70% en la infiltración del agua y casi 30 % en la disponibilidad de nitrógeno. La actividad y composición microbiana están directamente influenciadas por las prácticas de manejo agrícolas. Por esto, un equipo de investigadores del INTA CIAP-IPAVE (Córdoba), Oliveros (Santa Fe), UFYMA e IMBIV – Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba determinó que la intensificación de los sistemas agrícolas mediante la rotación de cultivos de grano y el uso de cultivos de cobertura de invierno mejora significativamente la calidad del suelo.
Entre los principales beneficios se destacan el aumento del carbono orgánico, la mejora de la fertilidad química y física y el fortalecimiento de la comunidad microbiana.
“El sector agropecuario afronta el desafío de incrementar su productividad y competitividad, cuidando recursos como el suelo”, señaló Carolina Sasal, coordinadora del Programa Nacional de Recursos Naturales del INTA, y agregó: “Los estudios que llevamos adelante proveen herramientas para valorizar el aporte de diferentes prácticas de manejo sobre la salud del suelo y del ambiente agropecuario”.
Estrategias de manejo
De acuerdo con Sasal, “un sistema intensificado, diverso en cuanto a variedad de cultivos, raíces, fertilizantes, enmiendas, mejora la fertilidad del suelo y la eficiencia de la producción”.
La integración del conocimiento en indicadores permite evaluar tendencias a la mejora o en el deterioro del recurso. Por esto, resulta importante conocer las magnitudes en los cambios que imponen las diferentes estrategias de manejo.
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Los estudios proveen herramientas para valorizar el aporte de diferentes prácticas de manejo.
INTA
Para evaluar estos efectos, se compararon 4 secuencias de cultivos, donde la más intensificada (trigo/soja-cultivo de cobertura/maíz) logró un incremento del 37 % en el Índice de Calidad del Suelo (SQI) en comparación con el monocultivo de soja. También se evidenciaron mejoras de hasta 70 % en la infiltración del agua y casi 30 % en la disponibilidad de nitrógeno.
Estos indicadores en conjunto pueden utilizarse para calcular un Índice de Calidad del Suelo (SQI), donde los valores más altos denotan mejores calidades del suelo. “Este índice se construyó en base a los indicadores como el carbono orgánico del suelo, el nitrógeno orgánico total, la tasa de infiltración de agua, la respiración y actividad microbiana del suelo”, sostuvo Dannae Serri —investigadora del Instituto de Patología Vegetal (IPAVE)— y agregó que “el experimento de campo a largo plazo se realizó bajo siembra directa, donde se recolectaron muestras de suelo durante tres campañas agrícolas consecutivas”.
Mejora en las propiedades
Entre las propiedades microbianas del suelo, el promedio de carbono de la biomasa microbiana del suelo en monocultivo se redujo en un 32% en comparación con la secuencia de M-T/S para las tres campañas analizadas. A su vez, en el monocultivo de soja, la actividad microbiana general del suelo se redujo un 28,5 %.
“Nuestros resultados muestran que las secuencias de cultivos con alta ocupación del suelo mejoraron sus propiedades químicas y físicas, además de aumentar la abundancia y funcionalidad de la comunidad microbiana, lo que se vio reflejado en un mejor SQI. Este estudio reveló que la rotación de cultivos de granos y la inclusión de cultivos de cobertura invernal mejoran la calidad del suelo y promueven beneficios para todo el sistema”, concluyó Serri.
FUENTE: INTA