La temporada global de influenza aviar de alta patogenicidad (HPAI), iniciada en octubre de 2024, continúa dejando consecuencias alarmantes. Solo en mayo de 2025, se reportaron 12 brotes en aves de corral y 18 en aves silvestres y mamíferos, provocando la muerte o el sacrificio de casi 2,4 millones de aves.
El dato se desprende del último informe oficial de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), y aunque la cantidad de brotes ha disminuido respecto de meses anteriores, el panorama no deja margen para la relajación.
En efecto, la baja en las notificaciones responde a la estacionalidad ya conocida del virus en el hemisferio norte (con mayor circulación entre octubre y abril). Sin embargo, la circulación viral persiste, afectando de manera transversal a distintas especies, continentes y sistemas de producción. América, Asia y Europa aparecen entre las regiones más impactadas del período.
Argentina no fue ajena a esta situación: el caso detectado en aves de engorde en Rio Grande do Sul, Brasil, se encuentra muy cerca de nuestras fronteras y debe funcionar como un llamado de atención para el sector productivo local. El otro país que reportó sus primeros brotes del año fue Bulgaria. En contraste, no se registraron nuevos contagios en mamíferos durante mayo, lo cual fue destacado por la WOAH.
Frente a este escenario, la WOAH insiste en la necesidad de mantener una vigilancia continua tanto en aves domésticas como en especies silvestres. En palabras del organismo, se requiere una estrategia integral que involucre el enfoque “One Health / Una sola salud”, entendiendo que el virus afecta simultáneamente a la vida silvestre, la producción pecuaria y la salud pública.
En este marco, la bioseguridad en los establecimientos avícolas no es un tema menor. Se trata de un elemento central para cortar cadenas de transmisión y evitar pérdidas productivas millonarias. Las medidas deben ser preventivas, sostenidas en el tiempo y basadas en evidencia. A esto se suma el pedido de la WOAH de reportes rápidos y transparentes ante cualquier brote, incluso en especies no avícolas.
De manera específica, se solicita a los países miembros que incluyan la influenza aviar como diagnóstico diferencial en mamíferos con alto riesgo de exposición, y que compartan la información genética de los virus circulantes para facilitar el monitoreo global y el desarrollo de vacunas más efectivas.
Riesgo en Argentina
Desde 2005 hasta hoy, la HPAI ha causado la muerte o el sacrificio sanitario de más de 633 millones de aves en todo el mundo. Solo en 2022, se alcanzó el récord de 146 millones de aves afectadas. Es decir, no se trata de un brote más. La persistencia del virus y su impacto económico convierten a la gripe aviar en una de las principales amenazas sanitarias globales para el sector avícola.
En nuestro país, el recuerdo de los brotes registrados en 2023 sigue fresco. Además, la cercanía geográfica de los nuevos casos y la alta movilidad de aves migratorias representan un riesgo constante de reintroducción del virus. En este sentido, los veterinarios, técnicos y productores tienen un rol central que cumplir: actuar como primera línea de detección y respuesta ante cualquier signo clínico compatible con la enfermedad.
Y hay más: aunque la mayoría de los brotes afectan a aves, la posibilidad de salto inter-especies no puede descartarse. En los últimos años, se han registrado contagios en zorros, gatos, leones marinos y osos, lo cual justifica plenamente la recomendación de diagnóstico diferencial también en mamíferos.
Mensaje final
El informe de la OMSA concluye con un mensaje firme, pero equilibrado: no estamos ante un apocalipsis, pero tampoco ante una amenaza resuelta. El virus sigue presente, muta, circula y encuentra nuevas rutas de contagio. De allí la importancia de no bajar la guardia.
Afortunadamente, existen herramientas preventivas: protocolos de bioseguridad, capacitación del personal, mejoras en el diagnóstico precoz y canales institucionales de notificación. Lo que se necesita ahora es decisión, compromiso y coordinación, tanto desde el sector público como del privado.
FUENTE: OMSA