La diarrea neonatal sigue siendo una de las principales causas de pérdidas en la cría bovina. Su impacto económico es alto, pero muchas veces se la enfrenta sin planificación, desde la urgencia. Abordarla con una estrategia sanitaria clara es clave para reducir su incidencia y mejorar los resultados productivos.
El MV Darío Caffarena, argentino que se desempeña en el INIA de Uruguay, pone el foco sobre el tema dejando en clara la escasez de datos e información en el sector de cría sobre este problema.
Para ser bien concretos: las tasas de morbilidad en cría rondan el 24%, y la mortalidad atribuida a la diarrea neonatal es de aproximadamente 5.3%. La letalidad en terneros de carne tiende a ser mayor que en los de leche por la dificultad de manejo y tratamiento a campo.
Asimismo, las consecuencias a largo plazo incluyen menor ganancia de peso, mayor riesgo de neumonía, un primer parto más tardío y mayor riesgo de descarte.
¿Otro dato clave? La muerte por diarrea ocurre principalmente por deshidratación, acidosis metabólica y desequilibrio electrolítico, no por la diarrea en sí.
Para cambiar esta lógica, Caffarena propuso durante las II Jornadas de Actualización en Sanidad Bovina realizadas en Tandil, Buenos Aires, una herramienta sencilla, práctica y aplicable a campo ante un caso o brote de diarrea: el enfoque PIP (Priorizar, Intervenir y Prevenir).
“Muchas veces se piensa que la diarrea es un problema exclusivo del tambo, y no se le da el mismo peso en los sistemas de carne. Pero es uno de los principales factores de mortandad en los primeros días de vida del ternero”, enfatizó Caffarena.
La punta del iceberg de la diarrea neonatal
Este sistema propone salir del paradigma reactivo y pasar a uno estratégico. Priorizar implica entender el contexto y definir los riesgos: “No se puede abordar
todo al mismo tiempo. Hay que seleccionar dónde actuar primero, si en el manejo, en la nutrición de la madre, en la higiene del parto o en la inmunidad del ternero”, explicó.
Por otro lado, la fase de Intervenir se vincula con acciones concretas, desde mejorar el suministro de calostro hasta el tratamiento de los animales enfermos.
Aquí, Caffarena fue tajante: “Tratar sin saber con qué agente estoy lidiando es como disparar al aire. El diagnóstico es clave para no malgastar recursos y tomar decisiones acertadas”.
Finalmente, la prevención se construye una vez que se conocen las causas. Y, lejos de ser una etapa secundaria, debe ser pensada desde el diseño del sistema. "Si no cambio el manejo, lo más probable es que se repita. La diarrea no es un hecho aislado, es la punta del iceberg de una falla multifactorial”, resumió.
“Cada campo es un mundo”
Caffarena dejó en claro que no hay recetas mágicas, pero sí caminos para mejorar: “La clave es entender que cada campo es un mundo. El enfoque PIP no busca imponer una solución única, sino ofrecer herramientas adaptables a cualquier realidad productiva”. Y avanzó destacando su mensaje. "Es clave rehidratar como medida básica antes que los antibióticos, implementando un manejo adecuado y enfocarse en los factores controlables dentro del establecimiento".
Tips para rehidratar
Por último, en casos severos, Caffarena destacó la técnica de rehidratación intravenosa: administración de bicarbonato de sodio al 8.4% (10 ml/kg en 10 minutos) seguido de rehidratación oral.
“Es clave tener en cuenta que la solución demanda agua; por lo que dentro de los 20 y 30 minutos posteriores de corregida la acidosis, se tiene que suministrar 3 litros de una solución rehidratante y, si no se dispone, de agua. Lo ideal es que el bicarbonato sea lo más puro y estéril posible, y debe hacerse la formulación con agua tibia”, concluyó.