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En primera persona

De La Plata al Congreso Veterinario de León: una inmensa experiencia personal y profesional

Se realizó en México el congreso veterinario más grande del mundo, con sus históricas características y particularidades. Más que una experiencia académica.

Por Guadalupe Ranea 27 de octubre de 2024 - 08:00

Todos los años en la ciudad de León (Guanajuato, México) se celebra el congreso veterinario más grande del mundo. Es tan importante que la ciudad se viste del evento, tanto que un cartel inmenso que cubre el arco de bienvenida está dedicado expresamente a saludar a los congresistas recién llegados.

Haber sido convocada para disertar es algo que, hasta el día de hoy, no puedo creer.

Esto es porque me considero una veterinaria de la periferia: soy de una ciudad chica y con un consultorio pequeño. Sin embargo, los años de estudio y práctica en una especialidad actualmente emergente (ecografía vascular y ecoDoppler) me llevaron al “mundial” veterinario.

Participé de la sala de ultrasonografía junto a una eminencia de la ecografía ibérica, el Dr. Hernán Fominaya, y a los doctores Nicolás Silva y Guilherme Goldfeder.

Pero León es mucho más que una experiencia académica, es un evento canónico para todos, locales y visitantes, alumnos y veterinarios, humanos y, probablemente, extraterrestres.

Mucho más que una experiencia académica

En un predio inmenso, donde conviven más de 24 mil personas a la vez durante cuatro días, se desarrollan más de 20 conferencias en simultáneo a lo largo y ancho de dos pisos. Mientras, en la planta baja, se lleva a cabo la actividad en la sala comercial. Decirle “sala”, no le hace justicia: es un domo inmenso donde existen stands con ofertas de equipamiento médico (hay hasta tomógrafos en exhibición), laboratorios, fashion quirúrgico, editoriales, libreros y todo lo que cabe en la imaginación.

En el Congreso de León hay lugar para los productores regionales: en el subsuelo uno puede deleitarse con exquisitos platos y bebidas típicas, comprar arte y también indumentaria hechas por trabajadores de la economía regional. Y si esto les parece que no puede mejorar, por la noche hay recitales de la magnitud de estadios con bandas llenas de músicos, bailarines y mucha energía que unen a todos en un ritmo simbiótico de baile, fraternidad y alegría.

Los profesionales invitados a disertar son, literalmente, de todos los rincones del mundo. Aunque claramente existen diferentes rangos de jerarquías.

En la sala de profesores, todos fuimos niños entusiasmados, felices, alborotados por todo lo que estaba sucediendo. Las barreras académicas, lingüísticas y de edad desaparecen de un plumazo por un inmenso sentimiento de alegría y felicidad.

Eso es ir a León.

Un ambiente vibrante

En León los pisos se mueven por la cantidad de gente que deambula: cuando estás dando clases, el cañón tiene un ligero tintineo porque todo está en movimiento…, el edificio también. En los pasillos de León la gente deambula en columnas perfectamente organizadas, como en un recital de los Rolling Stones.

Todos van sonrientes, concentrados, entusiasmados y vestidos acorde a la temática de la ocasión. Este año le tocó a Harry Potter y todos, alumnos y docentes, nos vestimos ad – hoc. ¿Mágico?. Ya lo creo.

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De derecha a izquierda: Guadalupe Ranea junto a Camilo Romero y Tania Pérez (y Dobby).

De derecha a izquierda: Guadalupe Ranea junto a Camilo Romero y Tania Pérez (y Dobby).

Hay un detalle que, como mujer y mamá, me conmovió hasta la médula: en León hay salas de lactancia y una guardería. En León las mamás van con sus hijos a las conferencias, a veces solas, a veces acompañadas por su familia. En León hay cochecitos con bebés e infantes en los pasillos y adentro de las aulas. Nadie me había dicho que León era un lugar amigable para las infancias: los niños son parte del evento. Y se portan de maravilla, porque el pueblo mexicano es increíble.

Veterinarios homenajeados

El Congreso de León, a pesar de lo magnánimo que es, es un evento familiar y esto es gracias a que el Dr. César Morales y su familia (de sangre y de corazón) rinden homenajes a sus compañeros y colegas.

Cada año, el congreso se centra en un colega de trayectoria; el año pasado le tocó a mi admirado y querido Dr. Ernesto Hutter.

En la cena de inauguración, que este año fue un viaje a Hogwarts, todos fuimos testigos del amor y fraternidad que reina tras bambalinas. En medio de una cena increíble, con un tenor cantando, magos haciendo trucos, y mucha emoción, se hicieron homenajes en vida y póstumos a la familia veterinaria de León. Esto es en primera persona: el padre del congreso y maestro de ceremonias, César Morales, celebra a sus pares con un amor fraternal que emociona y conmueve.

En los días que estás en León no es necesario salir del predio: uno vive y respira aire de León. Un colega argentino hace poco me advirtió “Mirá que a León te invitan una sola vez, eh”. Volver de León, para un alma sensible como yo, fue como volver de una tierra mágica. ¿Estoy segura de que no fue un sueño? ¡Que alguien me pellizque! No sé si voy a volver, pero ya fui. Y volví diferente.

Gracias León, gracias, César, y gracias a todos por marcar mi vida para siempre.

Guadalupe Ranea es médica veterinaria egresada de la Universidad Nacional de La Plata, especializada en ecografía y ecoDoppler en el campo de la Medicina Veterinaria.

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