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SUSCRIBITE Cuando compramos una tropa de “invernada” para nuestro sistema de engorde, sea a pasto o a corral, debemos saber que cada ternero/a es un individuo y como tal, uno distinto del otro.
Cada uno manifestará su llegada, su adaptación y su posterior performance, de manera diferente. Por ello, lo que debemos lograr es que esa diferencia sea la mínima entre cada uno de ellos. Debemos lograr que cada uno manifieste su potencial genético y productivo al máximo, porque a todos le es tamos dando lo mismo de comer, aunque eso no quiere decir que todos lo coman por igual.
Debemos lograr que cada ternero manifieste su potencial genético y productivo al máximo, porque a todos les estamos dando lo mismo de comer.
Ya sabemos que con el estrés debemos convivir, el cual nunca tendrá de valor cero.
Por ende, las medidas a tomar para cada individuo deberán ser aquellas que achiquen la acción de ese estrés.
Cuando digo para “cada individuo”, no hablo de medidas individuales, si no de grupo o tropa de iguales características, es decir: uniformidad de las tropas que armemos.
Es muy factible que no lo logremos con todos, ya que algunos sufrirán el cambio de lugar, modo de alimentación y nueva vida, en todo sentido, de manera distinta.
Es ahí donde la clasificación de la tropa, en “Categorías según su riesgo” es una herramienta de suma utilidad. No todos los nuevos, llegan, se adaptan y siguen su vida igual.
Debemos tener en cuenta que los feedlots que hacen “hotelería”, no pueden hacer esto de armar tropas según su riesgo. Por ende, su atención y recorridas en los primeros días es fundamental.
Por eso, la forma de recibirlos, alimentarlos, cuidarlos y trabajarlos, para todos no será igual.
Asimismo, y haciendo las cosas de la mejor manera posible, así como hay animales que se destacarán por su avance, también están los otros que se retrasan.
Estos últimos, si no se mueren, son los que a la larga serán los futuros “Cola de corral”; es decir los últimos en salir gordos, si es que salen…
A medida que va pasando el tiempo, la diferencia y estado de aquellos que cuando llegaron, no la pasaron bien, comienza a notarse. El estrés le “pegó” más que al resto, su estado no era el óptimo para vacunarlo, tardó en adaptarse, su “consumo óptimo” lo logró tarde, lo encontramos tarde y el tratamiento le hizo efecto para curarlo, pero…
Cuando esto sucede, que no estamos exentos a ello, y la cantidad supera lo esperado, es cuando debemos considerar dónde estuvo la falla.
Esta puede estar en la compra, en la metodología de recepción, aplicación de vacunas y/o tratamientos, alimentación, modalidad y atención en las recorridas, etc.
Es por ello que la capacitación previa del personal, tanto para la recepción como en los días posteriores, es fundamental para que sepan qué, cómo, cuánto y cuándo deben consultar, avisar y hacer.
En la recepción, tener en cuenta las categorías en las que podemos clasificar a los recién llegados (Ver nota de diciembre 2022).
Cuando se recorren los corrales, ver cuántos y cuáles animales se acercan por curiosidad, prestando mucha atención a aquel que no viene y se queda alejado del resto.
Esta es una manera simple de observar cuál es el posible enfermo.
Observen:
Por eso siempre trato de hacerles entender, que el comedero, las bostas, el comportamiento de la población, el encuentro con estos casos, son las cosas que, con el tiempo, debemos aprender a observar y enseñar a observar.
Quizás se nos escapó de verlo, en su momento, llegamos tarde a tratarlo.
Asumir y hacernos cargo de que se nos pasó, será seña de humildad.
Es mayor la pérdida económica producida por los animales enfermos en su baja performance (baja ganancia de peso vivo diario), que la mortandad de los primeros 20-30 días.
Hagamos un breve repaso: el bovino, es un animal de presa, por ende, sabe que solo de él dependerá que un supuesto depredador, no logre identificarlo como débil porque seguramente será el candidato a atacar. Entonces, enmascara sus síntomas de “flojera”, hasta el último momento, hasta que no puede ocultarlos más. Es ahí cuando nosotros lo vemos y es ahí cuando muchas veces -no digo siempre- llegamos tarde.
Es mayor la pérdida económica producida por los animales enfermos en su baja performance (baja ganancia de peso vivo diario), que la mortandad de los primeros 20-30 días. (Ver imagen).
Debemos ser minuciosos y diría que hasta delicados en saber quién va con quién, la homogeneidad de la tropa y estar atentos, nos traerá menos dolores de cabeza.
Y en caso de no poder categorizar, porque no siempre se puede agudizar el ojo, el sentido común y la capacitación ayudarán a que el número de “los quedados”, sea menor.
Lo abordado por el MV Fernando Grippaldi, está a disposición en charlas destinadas a productores, técnicos y operarios.
Más información: [email protected]