El negocio lechero es el arte de controlar la variación y manejar los riesgos”. Con esta frase abrió su conferencia –en el 4° Simposio de Biogénesis Bagó– el MV. Gustavo Schuenemann, egresado de la Universidad del Centro de la provincia de Buenos Aires (UNICEN), que actualmente trabaja como profesor del Departamento de Medicina Preventiva Veterinaria de la Universidad Estatal de Ohio, en los Estados Unidos.
Desde allí trajo hasta la Argentina un esquema de conocimientos de avanzada, que se enfoca sobre la aplicación de análisis científicos en la gestión del manejo del tambo y en la utilización de nuevas tecnologías para elevar la productividad.
A continuación, las seis preguntas y oportunidades de crecimiento que señaló el especialista en su reciente conferencia.
1. Calidad del agua
Al respecto, explicó Gustavo Schuenemann: “En una fórmula, la producción de leche es igual al consumo del agua, más el consumo de materia seca, más el manejo y el ambiente. Actualmente, es muy difícil que un gran productor ponga en funcionamiento nuevas instalaciones sin conocer la calidad del agua, porque eso determina el balance anión-catión”, aseguró.
Y reforzó: “Lo más importante es tratar de controlar la carga bacteriana; muchos productores tienen los bebederos llenos de barro, con altísimos niveles de Escherichia coli, que genera inflamación en el tracto digestivo, y produce una baja de al menos 10% en la producción de leche”.
2. Protocolos
“Ya tenemos sistemas de producción de leche que no utilizan antibióticos en vacas lactando; sino que los utilizan solo al secado. Tenemos que pensar en cómo transitar hacia estos sistemas. Hoy, la tecnología molecular permite evaluar el uso de antibióticos en la carne, los huevos, y en la leche”, mencionó Shuenemann para luego avanzar: “Dentro del mercado doméstico hay controles; pero, en la exportación, el que pone las condiciones es el comprador. Y esto es importante porque la parte de resistencia a antibióticos nos afecta a todos. A partir de julio de 2023, en los Estados Unidos, no tenemos más antibióticos sin receta para pescados, aves, cerdos, vacas. Es una oportunidad grande de trabajar sobre los protocolos de vacunación”.
3. Vacunas y dieta
Por otro lado, explicó: “En el preparto prevenimos hipocalcemia, y es donde generalmente usamos dietas aniónicas. Cuando se vacunan las vacas, hay una interacción entre la vacuna y la dieta; es difícil que un programa de vacunación funcione si las vacas están perdiendo peso. En los sistemas de producción, necesitamos la inmunidad dentro del calostro para controlar la diarrea de los terneros, y luego la inmunidad en la leche para controlar la mastitis. La inmunidad en la sangre de la vaca no soluciona ningún problema, ya que tiene que estar dentro de la glándula mamaria”.
Y agregó: “Este es el punto de interacción entre la vacuna y la dieta. Cuando la vaca está enferma –con problemas de preparto– las crías tienen más diarrea; justamente, en el preparto. En los 60 días antes de parir, se registra el 50% del crecimiento fetal. Con estrés antes de parir, es muy probable que tengan problemas las vacas y las crías, según nuestros estudios en los tambos grandes”.
4. ¿Cómo se controlan las maternidades? ¿Cómo organizamos los programas de vacas frescas?
Sobre este punto, informó Schuenemann: “En los Estados Unidos, separamos la vaca al momento del parto; pare la vaca, se saca al ternero; la vaca va al corral de ordeño, y el ternero a la recría. Es un área sensible, porque determina muchas cosas. Tenemos maternidades donde paren 200 vacas por día, porque trabajamos con lecherías que ordeñan 50 mil vacas en el mismo lugar. Hemos adaptado la tecnología de precisión, porque no hay ni tiempo, ni gente, para mirar individualmente a cada uno de los animales. En este sentido, comprendimos que –cuando fuimos agresivos en los programas de transición– bajaron los consumos de materia seca; y, cuando baja el consumo de materia seca en el preparto, se disparan las cetosis, entonces el sistema inmune colapsa. El manejo es importante. Y lo que tratamos de hacer es molestar a las vacas lo menos posible. Principalmente en grandes producciones”.
Al respecto, destacó el especialista: “En algún momento, para que la curva de leche suba hay que cambiar la dieta; por ejemplo, la dieta de la fresca está lo suficientemente concentrada como para evitar acidosis, y permite la rumia del animal, para tener salud ruminal; pero con esa dieta no llegan al pico de lactancia. Entonces, en los EEUU, le cambian la dieta, el corral, y la vaca levanta la producción de leche. Y es en ese corral donde empiezan los protocolos de sincronización. La ciclicidad se determina en las vacas frescas. Para poder ovular, tiene que tener suficiente energía. Una vez que llegan a los protocolos de reproducción, el animal va a responder –o no– de acuerdo a la estructura ovárica que tenga. Los grupos de preparto y de vacas frescas determinan el 90% del éxito en la producción de leche”.
5. Programas de recría, forraje, nutrición
Sostuvo Schuenemann que en los planes destinados al perfeccionamiento de la recría es necesario que, 60 días después de nacer, se duplique el peso vivo del animal, y establecer en ese momento una ganancia constante de peso diario, hasta el parto.
“Esto es manejo, y nutrición”, indicó.
“Cuando miramos los programas de recría, podemos observar que hay animales que ganan por debajo de 400 gramos diarios, contra otros que ganan por arriba de 800 gramos; la diferencia –lactando– son 5 litros de leche por día, es decir cinco puntos de tasa de preñez; mucho del efecto epigenético lo tenemos en la recría, porque básicamente no comen y no crecen”.
Y, a continuación, expresó: “Para tener dietas baratas se requiere de una muy buena calidad de forraje. En los tambos de altísima producción, de 45/50 litros por día, tienen 60% de forraje en las dietas, de altísima calidad; porque le dedican el mismo tiempo a las vacas que a la cadena forrajera”.
Y agregó: “Cuando trabajamos en los tambos, el primer objetivo es bajar las enfermedades metabólicas; para eso hay que intervenir en el consumo, y el consumo no solo es la formulación de la dieta, sino también el manejo del rodeo. Con este control, lo primero que se observa es una suba en la reproducción, porque el útero está limpio, las vacas están ciclando. Entonces, sube la tasa de concepción, la tasa de preñez, y baja la tasa de abortos. También impacta en la longevidad. Los sistemas de producción requieren la ganancia de dos lactancias para pagar el costo de la recría. La vaca empieza a dar utilidades positivas en un tambo cuando empieza la tercera lactancia, en promedio. Por eso, en las mejores lecherías lo que vemos son los corrales de vacas viejas, que son las que pagan las cuentas”.
6. Manejo de transición, objetivos y decisiones
La aplicación de nuevas tecnologías, según explicó Schuenemann, requiere de la fijación de objetivos específicos orientados a la toma de decisiones que tornen legibles las complejidades del sistema.
Destacó en este sentido la relevancia de un abordaje integral sobre la formación de los empleados tamberos, en cuanto a su vivienda, su ropa, su alimentación y educación.
“Hemos tratado de mejorar estos puntos, y el impacto fue enorme en los sistemas de producción. Cuando agregamos tecnología de precisión, hay que cambiar el manejo, y esto implica preparar el recurso humano, que es absolutamente importante en estos sistemas. En la Argentina se registran actualmente ocho proyectos grandes aprobados para trabajar con robots en la producción, y esto requerirá capacitación”, concluyó.