La edición de Mercoláctea llevada a cabo del 7 al 10 de mayo tuvo la particularidad de ser por primera vez realizada en Rosario, dejando atrás su tradicional presencia en San Francisco.
Así, la muestra trasladó de Córdoba a Santa Fe el armado de sus stands y salas de conferencias, en las que se debatieron temas ligados a la producción láctea. Charlas técnicas, foros industriales, talleres de gestión y un simposio de empresarios, completaron la oferta de capacitaciones de la que participó este Periódico MOTIVAR.
Se destacó también la 15° entrega de los Premios Mamyzin de Boehringer Ingelheim a Cabaña Compazú, de Vicente Casares, Buenos Aires -para la categoría de menos de 5.000 litros diarios- y a ADECO Agropecuaria, de Christophersen, Santa Fe (en la de más de 5.000 litros diarios).
El contexto
Si bien existen cuentas pendientes por saldar con la actividad, cabe mencionar que la producción primaria viene sufriendo desde hace varias décadas una serie de transformaciones estructurales que hacen necesaria la confección de un plan estratégico que establezca, por ejemplo, cuáles son las zonas más aptas para producir y bajo qué sistemas las mismas se focalizarán en el futuro. Más allá de esto, empresarios y profesionales con los que este medio dialogó destacaron otras situaciones.
Por ejemplo, que las vacas siguen seleccionándose genéticamente para aumentar su producción en ambientes que cambian, al igual que la dinámica de las enfermedades y las estrategias diagnósticas.
Meléndez. “Es clave monitorear todo”.
Estas mejoras genéticas abrieron la puerta a una serie de modificaciones en la fisiología de los animales y en las problemáticas sanitarias existentes, ámbito más que propicio para que los médicos veterinarios continúen revalorizando su rol dentro de la actividad, en base la actualización constante de sus conocimientos.
Si bien los temas de interés siguen rondando en torno a la calidad de leche, las patologías podales y los problemas reproductivos, también existen grandes posibilidades de desarrollo profesional en todo lo vinculado con la crianza de los terneros, el estado sanitario de la vaca en transición (parto), la toma de registros productivos y el análisis epidemiológico a campo.
«Uno de los principales problemas que tenemos es el alto índice de mortandad en vacas», nos decía un productor; mientras que agregaba: «En la guachera seguimos teniendo pérdidas, pero esas tienen más que ver con el mal manejo que se hace, que con la exigencia productiva”.
El vínculo entre los empresarios y el personal de campo fue tema de discusión en diversas charlas informales.
«Todo fue cambiando, con producciones individuales que hasta duplican las del pasado y sin embargo muchos siguen escuchando más las antiguas recetas de sus tamberos que los consejos de los asesores», esbozaba un veterinario privado, mientras que otro agregaba: «Fuimos creciendo en cantidad de vacas por tambo, sin que eso se acompañe con mejoras en infraestructura. Eso perjudica el confort y rendimiento, favoreciendo la presencia de ubres sucias, más casos de mastitis y rutinas de ordeño totalmente inapropiadas».
Arrizabalaga. “Es nuestro momento”.
Frente a esto, los asesores coincidieron en que más allá de que las prácticas sean las mismas, en los últimos años el recuento de células somáticas nacional se incrementa o disminuye al compás de los cambios climáticos. «Vamos a tener que empezar a controlar mejor la carga bacteriana del medio en el que trabajamos, al menos en lo que a la ubre se refiere», concluyeron.
«Debemos poder medir todo»
Uno de los eventos destacados a lo largo de la muestra tuvo que ver con el segundo módulo de la quinta edición del Diplomado en Medicina Preventiva que dicta la Facultad de Ciencias Veterinarias de La Pampa, enfocado principalmente al manejo de la vaca lechera en transición. Allí y frente a más de 50 asistentes, pudieron compartir sus conocimientos Tom Jenkins, de Estados Unidos, y el chileno Pedro Meléndez, con quien este medio pudo dialogar.
«El concepto que transmitimos es el de la medicina productiva preventiva. Esto es mucho más que hacer cirugías o supervisar un tratamiento; hablamos de monitorear todas las prácticas que se instrumenten sobre los animales, para analizar su funcionamiento y medirlo desde un punto de vista preventivo», explicó Meléndez. Y enfatizó: «Mientras menos cirugías y cesáreas tenga que hacer, mejor veterinario voy a ser».
Además y tras resaltar la importancia de las hipocalcemias, cetosis, desarrollo de hígado graso, metritis y lesiones fetales, como enfermedades de mayor impacto económico para la producción (junto con la mastitis), el disertante explicó: «Los veterinarios no podemos seguir trabajando a ciegas, sobre todo si nuestros países quieren jugar fuerte en el mercado internacional de lácteos». Y agregó: «Debemos poder medir calcio, perfiles metabólicos, enzimas hepáticas y nutrientes -como potasio en los alimentos-, entre otras tantas situaciones, para no correr de atrás a los problemas».
«El productor ya sabe darle de comer a las vacas»
Este Periódico MOTIVAR también pudo intercambiar opiniones con Horacio Arrizabalaga, coordinador del diplomado que se dicta en La Pampa.
«Tenemos que apuntar a que los sistemas sean cada vez más previsibles en base al análisis de indicadores que permitan medir y prevenir complicaciones. La calidad de leche, por ejemplo, es un índice claro de la sanidad de la vaca y de los procesos de ordeñe», nos explicó el médico veterinario.
Además, dejó en claro que «la productividad se expresa en su máximo potencial cuando los animales producen leche de calidad; el producto que no responde a ello seguramente proviene de bovinos con problemas sanitarios». Y profundizó: «Durante mucho tiempo, el productor creyó que con sólo estar bien comidas, las vacas producían leche, se preñaban y no se morían. Luego de 10 años de aprender a darles de comer y ver que aún se enfermaban, no producían como esperaban y demás, miró para atrás y llamó nuevamente al veterinario. Este es el momento de los profesionales. Nuestro rol se está revalorizando dentro del tambo».
«Justificar con números las acciones»
Ilustración N° 1
La mayor intensificación de los establecimientos ha llevado, paulatinamente, a que los animales se encuentren bajo programas de nutrición y sanidad, los cuales requieren (aunque no siempre suceda) de un monitoreo veterinario permanente.
«Ahí es donde tenemos que medir factores físicos y productivos para saber si lo que hacemos está dando resultado o bien diagnosticar problemáticas subclínicas que confirmen que los animales no están en estado óptimo para producir», comentaba también el médico veterinario y responsable del Diplomado en Medicina Productiva del Ganado Lechero, Julián Bartolomé.
«Cumplimos un rol central en explicarle al productor los beneficios que puede lograr tanto en productividad y rentabilidad, como en el bienestar de sus animales. Tenemos que demostrar, con números, que las acciones redundan en mayores ingresos y para eso es clave avanzar en los métodos de muestreo y el equipamiento de los laboratorios de diagnóstico”, puntualizó.
Diagnóstico real del establecimiento
Durante el transcurso de las Jornadas de Calidad de Leche que organizó Aprocal en la exposición, se terminó de redondear la vitalidad de que veterinarios y productores promuevan con mayor énfasis la utilización de protocolos que permitan medir y monitorear los rendimientos productivos.
En ese marco, fue Livia Negri -INTA Castelar- la responsable de presentar la nueva Guía de Buenas Prácticas en el Tambo, primera iniciativa de acceso libre y gratuito consensuada localmente entre distintos actores, en representación de entidades como Aprocal, INTA, las universidad de Córdoba, La Pampa y Buenos Aires, el Centro de la Industria Lechera, CONICET, empresas y asesores privados.
El material impreso (existe un soporte digital) está compuesto por siete capítulos específicos (ordeño e higiene; sanidad animal; alimentación; ambiente; bienestar animal; condiciones del trabajo y los trabajadores), los cuales se complementan con una lista de chequeo y siete documentos anexos, entre los que se destacan una planilla para chequear máquinas de ordeño, un modelo de libro de registro de tratamientos y una clasificación (con tiempos incluidos) de carencia de productos.
«En general, no se brindan indicaciones puntuales respecto de cómo proceder para alcanzar los objetivos puesto que apuntamos a no interferir con el profesional a cargo de la explotación. La excepción se produce en un ítem clave como lo es el de las rutinas de ordeño, en el cual sí consensuamos y propusimos dos alternativas concretas debido a la trascendencia e impacto de esta práctica no sólo en la producción, sino también en la calidad final de la leche», explicó Negri.
En relación al capítulo específico destinado a la sanidad animal, por ejemplo se evalúa desde la presencia de un profesional veterinario a cargo de los tratamientos que los animales estén recibiendo, hasta el cumplimiento en la toma de registros, situación de los bovinos enfermos al momento del ordeño y lugar donde se almacenan los productos veterinarios. También se hace un fuerte hincapié en la evaluación de la ubre y la rutina de ordeño.
¿Otro dato? El listado de chequeo está parametrizado y fundamentado en base al material teórico (tal como se muestra en la ilustración que acompaña este artículo) que se propone y permite relevar 120 puntos que abarcan las pautas mínimas a tener en cuenta en todo el sistema productivo.
«En cuatro horas, quien esté capacitado para hacer esta evaluación podrá concretar el diagnóstico: una previo al comienzo del ordeño, dos durante el mismo y una tras su finalización», agregó la experta.
Queda claro que el buen uso de esta herramienta permitirá detectar necesidades de capacitación específica, corregir errores operativos, obtener información objetiva para la toma de decisiones e identificar áreas y procedimientos que sean factibles de mejora. «Entendiendo que, como con toda herramienta de gestión, su uso puede generar cierta resistencia, conformamos equipos de trabajo para validar el material y formar técnicos competentes y referentes en el uso de la misma», concluyó Negri.
Culminó una nueva Mercoláctea y más allá del cambio de sede, volvió a quedar en claro que la producción láctea es un sistema verdaderamente complejo que requiere indefectiblemente del asesoramiento de profesionales formados. La clave para que la actividad siga desarrollándose productivamente en nuestro país pasará no sólo por la mayor participación de los veterinarios asesorando a sus clientes, sino también por revertir cuestiones culturales que impiden avanzar al ritmo que lo hacen, al menos genéticamente, los animales.
MAS CAPACITACIONES
Las empresas, presentes en las Jornadas de PROLECHE
Representantes técnicos de Syntex, Boehringer Ingelheim, Reproductores, GEPSA y DeLaval llevaron adelante los tres módulos que conformaron la Jornada PROLECHE Integral. Allí, se debatieron temas centrales para la producción láctea, entre los cuales se destacaron el impacto económico de un manejo reproductivo eficiente; el manejo del dolor; los factores que afectan la tasa de concepción, las variables a tener en cuenta en los aspectos nutricionales de la vaca en transición, la eficiencia en la crianza de terneros, el control de las diarreas, las claves en enfermedades podales y el bienestar animal.
Toda la información surgida de estos paneles, será compartida en las sucesivas ediciones del año de este Periódico MOTIVAR.
CONTROL DE LAS MASTITIS
“Tenemos una serie de parámetros en los cuales apoyarnos”
Veterinario privado. Sergio Castro.
Recorriendo la muestra, dialogamos con Sergio Castro, médico veterinario y asesor en calidad de leche, quien se desenvuelve laboralmente en el Oeste de Buenos Aires y forma parte de la Comisión de Mastitis en Aprocal. Allí, Castro nos dio su punto de vista respecto de qué indicadores básicos deben tener en cuenta los profesionales a la hora de intervenir en el monitoreo de una de las enfermedades que mayor perjuicio económico genera en los tambos.
«Por supuesto que el nivel de células somáticas medido en tanque es un índice útil y que se debe seguir empleando, pero debemos saber que si este recuento es alto, es porque tenemos errores en la producción», destacó el veterinario, quien también remarcó la importancia de medir la prevalencia de mastitis clínicas, cuantificando a las vacas en ordeño, versus las que manifiestan la enfermedad.
Si bien lógicamente el objetivo central es lograr una baja prevalencia de estos dos parámetros, Castro subrayó también la necesidad de conocer el estado de las unidades formadoras de colonia, indicador clave del nivel de higiene de las rutinas.
«Otra de cuestión central es evaluar la salud de punta de pezón, tema que en un contexto de intensificación y medios contaminados como los nuestros, resulta de vital importancia», agregó nuestro entrevistado. Y profundizó: «Debemos también medir el grado de suciedad de ubre, controlar que se implementen técnicas de sellado y analizar la eficacia de los tratamientos que aplicamos en los animales».
Culminando el diálogo con este Periódico MOTIVAR, Sergio Castro concluyó: «Nuestro actual sistema de producción demanda que seamos más eficientes en establecer rutinas de desinfección de las ubres antes de colocar las pezoneras. Los medios en los que trabajamos cuentan con una alta carga bacteriana, realidad que a esta altura no podemos desconocer».