Para continuar, suscribite a Motivar. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.
SUSCRIBITE
Por el Dr. Rodolfo Acerbi Docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias de Tandil |
El gobierno del Reino Unido encargó una investigación sobre el bienestar de los animales de cría intensiva al profesor Roger Brambell en 1965. Eso sucedió, en parte, como respuesta a las preocupaciones planteadas en el libro de Ruth Harrison, Animal Machines, en 1964. Sobre la base del informe de Brambell, aquel gobierno creó la Comisión Consultiva sobre el Bienestar de los Animales de Granja en 1967, el cual se convirtió en el Concilio sobre el Bienestar de los Animales de Granja, en 1979. Las primeras directrices recomendadas por la comisión fueron que los animales requieren las libertades de «dar la vuelta, cuidarse a sí mismos, levantarse, tumbarse y estirar sus extremidades»:
1. Estar libres de sed y hambre.
2. Estar libres de incomodidad.
3. Estar libres de dolor, lesiones y enfermedad.
4. La libertad de expresar un comportamiento normal.
5. Estar libres de miedo y angustia.
Entiendo que el Punto N° 3 es fundamental y totalmente vinculante con todos los demás. En el campo de la sanidad preventiva se ubican estratégicamente los productos biológicos, piezas clave para una ganadería productiva por excelencia. Sabemos que las vacunaciones incluidas en un plan anual para el establecimiento rural pueden ser de carácter voluntario u obligatorio, por ser parte de un Plan Nacional de Control y Erradicación. Entre estas últimas se ubica la vacuna antiaftosa.
En nuestro país, la misma ha sido pieza clave para controlar y erradicar esta enfermedad viral que produjo enormes pérdidas económicas en todo el mundo.
Su esquema de aplicación tuvo características especiales y exclusivas, las cuales se impusieron con el fin de lograr una cobertura de aplicación del 100%. Así fue como se estableció la figura del vacunador, el cual podía ser un médico veterinario o personal entrenado.
Mayoritariamente fueron estos últimos los encargados de realizar esta importante tarea, de la cual quiero resaltar algunas cuestiones vinculadas con el Bienestar Animal.
Partamos del conocimiento de que este biológico es de cuidado por ser sensible a la pérdida de la cadena de frío y complejo en su aplicación por tener un excipiente oleoso. Razón por la cual, la importancia de generar una correcta inmunización hace que el proceso de vacunación deba tener una consideración por parte del propietario de la hacienda.
El ganadero es el dueño de los animales y es quien debe -junto a su equipo (su profesional, obviamente)- establecer todas las condiciones para que el aplicador pueda ejecutar la acción de manera eficiente. He visto que -por el contrario- la única pauta que se acepta y acuerda es la velocidad, como sinónimo de eficiencia. Después, «todo vale».
Esta es la causa para que los problemas estén presentes. Enumeraremos los principales inconvenientes que pueden plantearse:
¢ Falla en la esterilización de la aguja y en el tapón del frasco: la introducción del inmunógeo más una «colección» de bacterias provenientes de la superficie del cuero, harán que a los pocos días se genere una absceso. Este interferirá con la inmunidad buscada y generará un intenso dolor en el cuello, impidiendo que el animal se alimente correctamente, provocando una baja de ganancias de peso/día y la duda, especialmente para un primo vacunado, de tener las defensas activas para esta enfermedad.
¢ Descarga incorrecta de la dosis: se procede a retirar la aguja y al mismo tiempo continuar aún con la salida del líquido de la vacuna. La velocidad con la que se realiza la aplicación hará que esto ocurra siempre, dejando un surco de vacuna en vez de la «pelotita pequeña» en el punto de inoculación. Cuando el animal llega a la faena, el inspector del Senasa que está en el lugar, en vez de enuclear cuando está correctamente aplicada una pequeñísima porción de tejido, debe decomisar casi un kilo de músculo del cuello debido a la fibrosis difusa que encuentra.
¢ Aplicación en sitio equivocado: cuando la aplicación de la vacuna se realiza con el cepo de la manga abierto, el vacunador se ve obligado a colocarla muchas veces sobre los bifes porque el animal se le va.
Esto provocará en la playa de faena que se arruine el corte ojo de bife o bife ancho, muy preciado por sus características y de alto valor para su exportación -forma parte de la llamada cuota Hilton-.
¢ Doblar intensamente la cola: con esta frecuente maniobra de sujeción, casi siempre se termina con un «sonido característico» que nos está indicando la dislocación de las vértebras coccígeas. El operador la considera inofensiva, pero lo cierto es que el dolor es muy intenso, ya que hemos roto parte de la columna vertebral del animal (sistema nervioso central). Ningún ser vivo engorda con dolor. Además, sabemos que los bovinos recuerdan tales situaciones. Por ende, cada vez que pase por la manga sufrirá miedo y esto no es para nada favorable para un manejo apropiado.
Nadie puede objetar el rol fundamental que tienen los productos biológicos en la prevención de las diversas enfermedades virales y bacterianas.
Es muy claro que la aplicación de los principios del Bienestar Animal está directamente vinculada con una correcta sanidad en el rodeo y es aquí en donde las diversas vacunaciones, obligatorias o no, establecen la base para este fin. Por lo tanto, recomendamos muy especialmente: vacunar sí, pero de cualquier modo, por favor, no.