El plan sanitario de los ovinos, al igual que en el resto de las especies animales, siempre contempla las enfermedades infecciosas y parasitarias, dependiendo de la zona en la que se encuentre la majada.
Para continuar, suscribite a Motivar. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.
SUSCRIBITE¿Qué se debe tener en cuenta para diseñar un plan sanitario en los ovinos? Especialistas detallan la importancia del monitoreo.
El plan sanitario de los ovinos, al igual que en el resto de las especies animales, siempre contempla las enfermedades infecciosas y parasitarias, dependiendo de la zona en la que se encuentre la majada.
Sin embargo, estos pequeños rumiantes son mucho más susceptibles a las enfermedades sistémicas que podrían derivar en la muerte del animal. Pero ¿cuál es su plan sanitario? ¿Qué enfermedades son las de mayor importancia? ¿se vacunan de forma regular?
Para profundizar, MOTIVAR dialogó con María Laura Chiapparrone, responsable del área de Enfermedades Infecciosas y del Laboratorio de Microbiología Clínica y Experimental, de la FCV de la UNICEN, y Silvina Fernández, investigadora adjunta de CONICET y profesora asociada del área de parasitología y enfermedades parasitarias en la misma universidad, ambas son integrantes del CIVETAN.
En un repaso por las enfermedades infecciosas, María Laura Chiapparrone explicó que una de las principales es la brucelosis ovina (Brucella ovis y B. melitensis), siendo esta última zoonótica. Su control está reglamentado por el Senasa.
"Es una enfermedad que se previene al pre-servicio por ser de transmisión venérea. Esto da idea de la importancia que tiene el carnero en la transmisión, ya que es el que manifiesta la enfermedad y el principal afectado. El carnero muestra manifestaciones clínicas en los órganos reproductivos y es el portador y diseminador de la enfermedad”, detalló Chiapparrone.
En ese contexto es que la revisación clínica y la toma de muestra de sangre para diagnóstico serológico es de vital importancia para detectar y eliminar los animales positivos. La vacunación se realiza en el NOA, sobre todo en establecimientos en donde se comparten con caprinos.
Otra de las enfermedades zoonóticas, es el ectima contagioso, la cual no tiene demasiada prevalencia en las majadas, pero se debe estar atentos ya que provoca lesiones mucocutáneas tanto en animales, como en humanos, las cuales suelen ser bastante dolorosas.
“Cuando aparecen las formas clínicas, se pueden tomar muestras de las pústulas y costras para elaborar una autovacuna. Es decir, que los establecimientos que tienen casos de ectima contagioso tienen la posibilidad de crear una vacuna propia con la cepa viral que está actuando en esa majada y de esa manera prevenir casos futuros”, aseguró.
Chiapparrone explicó que, al pre-servicio, se suele aprovechar para hacer revisación clínica de linfonodos para diagnosticar la pseudotuberculosis.
“Si el ovino tiene una enfermedad de inflamación de ganglios linfáticos o tiene llagas y pústulas alrededor de la boca, no se alimenta de la misma manera que uno sano y eso repercute en su peso corporal”, especificó.
Y agregó que siempre es importante considerar en las majadas que “los pequeños rumiantes suelen ser muy susceptibles a las enfermedades sistémicas, aquellas que quizás en grandes rumiantes terminan siendo localizadas pero que en estos casos se pueden hacer enfermedades sistémicas y podría derivar en la muerte del animal”.
En ese sentido, detalló que existen otras dos enfermedades localizadas que afectan órganos puntuales y que no suelen diseminarse, como es el caso del pietín y la conjuntivitis.
Para esta última, se puede vacunar, generalmente al final del invierno ya que el mayor número de casos se presentan entre primavera y verano por la coincidencia de ciertos factores predisponentes como son las moscas, el polvo y demás, que pueden provocar lesiones a nivel del ojo.
Chiapparrone resaltó también la importancia de las neumonías, causadas por agentes bacterianos y virales. “En este caso también hay vacunas inactivadas para prevenir la enfermedad, también son vacunas muertas entonces se tienen que aplicar dos dosis”, agregó.
Y sumó que generalmente se aplican en corderos a partir de los 2 meses y en adultos, siempre es necesario dar la revacunación anual previo al invierno.
El último grupo de enfermedades infecciosas, son las clostridiales y entre las más importantes se encuentran: enterotoxemias, gangrenas, manchas, hepatitis infecciosa y el tétanos que son enfermedades generalmente consecuencia de factores predisponentes como las parasitarias. En estos casos, Chiapparrone resalta la posibilidad de contar con vacunas inactivadas.
Sin embargo, advirtió sobre la necesidad de administrar dos dosis con intervalos de 21 a 30 días entre la primera y segunda. Se vacuna a la hembra pre-servicio y pre-parto y a los corderos se los puede vacunar a partir de los 2-3 meses para empezar a protegerlos después del periodo en el cual ellos dejan de tener los anticuerpos que adquirieron por calostro.
“Esto es una relación entre la inmunidad y el factor predisponente, no es que una cosa reemplaza a la otra, es toda una suma de fuerzas”, destacó.
Silvina Fernández explicó que, a diferencia de las enfermedades infecciosas, en los parásitos no existen vacunas y que la clave pasa por el monitoreo.
En lo que respecta a los internos, se encuentran los gastrointestinales y hay varios momentos críticos dentro del ciclo productivo, ya que todas las categorías se pueden ver afectadas, sobre todo, los corderos y las madres.
“Hay un rasgo característico y es que las madres infectadas tienen un pico en la postura de huevos de esos parásitos que puede ser dos o tres semanas antes o después del parto. Es clave hacer un monitoreo seriado en el transcurso del ciclo productivo”, resaltó Fernández.
Agregó que la aparición de estos parásitos está ligada al clima; por lo que, en la época estival, se puede encontrar un problema de moncosis que puede provocar mortalidades agudas porque produce anemia en los corderos. Luego, más al invierno, ya son problemas de diarrea, pérdida de peso y de condición corporal.
Fernández indicó que otro de los parásitos internos que tiene mucha relevancia, dependiendo de la zona, es la fasciola hepática y que puede ser la puerta de entrada para las enfermedades clostridiales.
En relación a los parásitos externos, destacó la sarna, los piojos y el melofagosis y son de denuncia obligatoria. “Estos son parásitos que viven permanentemente sobre el animal, entonces el contagio es directo. Uno pensaría que, haciendo un tratamiento correcto y efectivo, se tendría que terminar el problema. Pero esto no sucede: muchas veces los tratamientos no se hacen de manera correcta, no se aplica la dosis indicada, ni se trata a todos los animales. Esto es clave: aunque no todos los ovinos estén infectados, el tratamiento es para toda la majada”, aclaró Fernández.
Sin embargo, las enfermedades en sí mismas no son los únicos problemas que aparecen en la especie y muchas veces se suele mezclar lo que es la prevención con el tratamiento. “No indicamos la administración de antibióticos con fines preventivos. El antibiótico es para tratar los casos de enfermedad y lo que se recomienda es tomar muestras de pulmón, derivarlas al laboratorio y, con base en los resultados, hacer un antibiograma para decidir el tratamiento”, relató Chiapparrone.
Por su parte, Fernández añadió que el problema que tienen hoy en día es también la resistencia a los antiparasitarios y en ovinos la poseen en todos los grupos químicos que se usan para estos parásitos.
“Así es que los tratamientos tienen que ser basados únicamente en el monitoreo de la presencia de esos parásitos. Por eso es importante el monitoreo seriado mensual para mandarlas al laboratorio y seguir a esas majadas para determinar el momento oportuno del tratamiento”, indicaron las especialistas.
Otra cuestión que mencionaron respecto al problema de la resistencia, es que cada establecimiento pueda conocer qué antiparasitarios le resulta efectivo ya que esto es una cuestión de manejo de cada majada.
“La manera de hacerlo es con una prueba de eficacia clínica del funcionamiento de estos antiparasitarios cada 2 o 3 años. Es importante que, cuando se hace un tratamiento antiparasitario, se pueda monitorear la eficacia de esa droga”, destacaron.
Fernández manifestó que el gran problema con el que se encuentran es que los antiparasitarios son de venta libre; “entonces si no se cuenta con el respaldo profesional del veterinario que te ayude a controlar, a planear, etc, en los ovinos es muy fácil que todo se descarrile”.
Las especialistas detallaron que con las enfermedades parasitarias no hay recetas, sino que es necesario hacer un monitoreo continuo. “Por ahí a los productores les cuesta dar muestras todos los meses o cada 40 días al laboratorio; pero la verdad es que no es costoso porque las técnicas de detección para esta enfermedad son realmente muy baratas”, indicaron.
Y agregaron que, depende del laboratorio, se calcula que unas 10 muestras deben tener un costo de entre $30 y 50 mil: “pero comparado a las pérdidas que podés tener, ese plan es fundamental para hacer las cosas bien”.
“En el tema de estos parásitos gastrointestinales, es que pueden producir muerte o deterioro corporal, la falta de ganancia de peso. Son enfermedades que, si no ven a los animales muertos, no la ven; pero cuando van a venderlos se encuentran con que no son pesados, sino que están muy venidos a menos. Depende mucho de la conciencia del productor, de la asistencia veterinaria y muchas veces de la cultura”, manifestaron.