El carbunclo duerme una siesta que puede durar hasta cien años, y un día como los de enero y febrero, de calor y sequía, se despierta y hace un desastre en los rodeos. Los bovinos sangran por todos sus orificios naturales y caen como moscas, uno tras otro.
El productor asiste pasmado a la muerte súbita de sus animales; se siente tocado por la desgracia: su campo “está maldito” con esta peste que habita en la tierra, y que no hay medida de bioseguridad que la erradique (puede volver a dormirse cien años).
¿Mito o realidad?
Cuando aparece la maldición, que por cierto es muy traumática para el productor porque ve que su trabajo se diluye en sangre, algunos entran en pánico por temor a más pérdidas y erróneamente esconden los cadáveres, sin decirle a nadie por temor a que “les clausuren” el campo.
¿Conocen alguna historia así?
Hay quienes mandan a sus peones a “abrir” los cuerpos, ya sea para sacarles el cuero o para verificar, efectivamente, las hemorragias internas que se presentan cuando hay carbunclo, subestimando o acaso sin sospechar el poder de dispersión de las esporas del ántrax y su impacto en la salud humana: es mortal.
"Le puede pasar a cualquiera... A cualquiera que no haya vacunado..." "Le puede pasar a cualquiera... A cualquiera que no haya vacunado..."
Y lógicamente están los que cumplen con la normativa, y ante la menor duda avisan al Senasa.
Porque la mera sospecha de la presencia de carbunclo en un establecimiento es de denuncia obligatoria, tanto para el productor como para el veterinario que interviene.
Estos profesionales también tienen su karma: hay casos en los que sufren de cierto desprestigio por parte de quienes los tratan de “buchones” porque son “notificadores”, y no se prestan al encubrimiento de “la maldición”. ¿Les suena?
El “campo maldito”
Si las cosas se hacen bien, el campo no se clausura, como se cree que pasa con los “malditos”, sino que el Senasa le debería hacer un cierre preventivo por unas semanas y luego todo vuelve a funcionar con normalidad.
Nadie juzga, le puede pasar a cualquiera... a cualquiera que no haya vacunado contra el carbunclo y que, por ejemplo, se haya quedado con poca pastura, obligando a los bovinos a escarbar en la tierra, entre yuyos... y esporas.
El campo con ántrax no está maldito, sino que es un “área incubadora”
El campo con ántrax no está maldito, sino que es un “área incubadora”, como definió el Dr. Pedro Enrique Ábalos Pineda, vicedecano de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuaria de la Universidad de Chile (2002).
El campo con carbunclo no está maldito, sólo tiene animales susceptibles de aspirar la espora y contraer la enfermedad porque no fueron vacunados.
Cómo “cancelar” la maldición
Sin dudarlo: vacunación preventiva una vez al año, en bovinos mayores a seis meses, preferentemente en septiembre, antes del verano.
¿Un dato? El frasco de 125 dosis le cuesta al productor alrededor de $8.400: cada dosis saldría $70, al año, por animal.
Manejo del cementerio sanitario
Primero hay que cavar una fosa alejada del casco, fuera del tránsito de animales y personas, revestirla con silo bolsa. Luego, tirar dentro los cadáveres haciendo la menor cantidad de movimientos posibles con ellos.
Finalmente, se les arroja cal, formol, tierra y se cierra la bolsa herméticamente. De ninguna manera se deben incinerar los cuerpos.
Pero el tema no acaba ahí: hay que alertar a los vecinos, hacer una vacunación masiva, monitorear más de cerca la hacienda y, sobre todo, someter a un tratamiento médico a las personas que estuvieron en contacto con los animales enfermos o muertos.
Con eso sería suficiente, siempre que estén abordadas a tiempo.