Modelo propio
A diferencia de otros colegios veterinarios de la región, en Uruguay es obligatoria por ley la afiliación al colegio veterinario para todos aquellos que deseen ejercer la profesión en el país. Esta condición garantiza un control riguroso sobre la actividad veterinaria, asegurando que todos los profesionales cumplan con los estándares éticos y técnicos exigidos.
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Consejo Nacional del Colegio Veterinario del Uruguay. Roque Almeida (vocal), Darío Hirigoyen (secretario), Carlos Morón (presidente), Oscar Ferreira (vocal) y Lauro Artía (vocal).
“No somos un gremio; tenemos prohibido -por ley- realizar acciones gremiales o sindicales. Nuestra función es exclusivamente la regulación, el control y la promoción de la profesión. Podemos desarrollar políticas de formación continua, controlar el ejercicio profesional y velar por la ética, pero no tenemos injerencia en cuestiones gremiales”, advirtió Morón.
En ese sentido, el Colegio mantiene relaciones fluidas y colaborativas con los principales organismos gubernamentales, como es el caso del Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Ambiente y, especialmente, el Ministerio de Ganadería, con el cual existe un estrecho vínculo de trabajo.
La profesión veterinaria
Uno de los principales logros alcanzados en estos primeros años de funcionamiento fue la elaboración de un mapa georreferenciado que identifica todas las clínicas veterinarias dedicadas a animales de compañía en Uruguay. Este mapa no solo detalla la ubicación de cada clínica, sino también la identidad del director técnico, los servicios ofrecidos y los datos de contacto.
“Es una herramienta estratégica ya que sabemos exactamente quién está ejerciendo y dónde, lo cual es vital para la gestión”, especificó el presidente del CVU.
El Colegio cuenta actualmente con cerca del 90% de los veterinarios matriculados en Uruguay, alcanzando así un nivel de representatividad significativo. De los 4.300 veterinarios registrados en el país, alrededor de 2.200 están radicados en el área metropolitana, mientras que el resto se distribuye en las distintas regiones.
Además, aproximadamente el 30% de los veterinarios del área metropolitana trabajan en el sector público —en instituciones como la Facultad de Veterinaria, el Ministerio de Ganadería, frigoríficos y plantas lecheras—, mientras que el resto se dedica en su mayoría a la atención de animales de compañía.
Respecto a este sector, Morón indicó que su evolución es notable en los últimos años. “Hoy en día, la inversión en la salud de las mascotas supera la de la industria lechera, y eso es significativo si consideramos que Uruguay es un país exportador de productos lácteos”, revela.
Por otro lado, destacó que la adopción de tecnología en clínicas veterinarias también ha crecido de manera exponencial ya que se observan equipos para análisis clínicos avanzados, tecnologías de imagen y herramientas de diagnóstico sofisticadas en distintas zonas del país.
Los desafíos en Uruguay
Respecto a los desafíos que enfrentan los profesionales, Morón mencionó el ejercicio ilegal de la medicina veterinaria. “En sectores como la equinoterapia deportiva, por ejemplo, hemos detectado la llegada de veterinarios extranjeros que ejercen sin cumplir con los requisitos legales. Es un problema que afecta no solo la ética profesional, sino también la seguridad sanitaria”, advirtió.
Otro tema crítico es la violencia digital y las denuncias por mala praxis. “Recibimos cerca de 40 denuncias anuales relacionadas con mala praxis, intrusismo y difamación en redes sociales. Este último punto es preocupante porque genera un impacto emocional fuerte en los profesionales”, detalló.
Hoy en día, la inversión en la salud de las mascotas supera a la de la industria lechera Hoy en día, la inversión en la salud de las mascotas supera a la de la industria lechera
Para abordar esta problemática, el Colegio implementó un protocolo de gestión de denuncias que garantiza la imparcialidad en la evaluación de los casos y la protección de los derechos tanto de los veterinarios como de los usuarios.
En este contexto, la relación entre los veterinarios y los tutores de animales de compañía también ha cambiado. “Cuando salimos de la facultad, muchos veterinarios piensan que su trabajo será exclusivamente clínico, pero rápidamente se dan cuenta de que la relación con los tutores es igual de importante”, resaltó Morón.
La educación como eje de crecimiento
El Colegio tiene la responsabilidad legal de registrar a todos los nuevos veterinarios que egresan de la única Facultad de Veterinaria del país, con sede en Montevideo y una filial en Salto, en el norte.
Cada mes, en ceremonias públicas, los egresados reciben su título y, en el mismo acto, se les otorga la matrícula para ejercer la profesión.
Esta relación estrecha con la Facultad de Veterinaria permite al Colegio tener un control riguroso sobre la formación de los nuevos profesionales y promover programas de educación continua. “La formación no termina con la obtención del título. Estamos convencidos de que la educación continua es esencial para mantener la calidad del servicio veterinario”, señala Morón.
Gracias a un convenio firmado entre la Facultad y el Colegio, la institución cuenta con acceso a infraestructura, oficinas, equipos informáticos y apoyo administrativo, lo que ha facilitado su consolidación en estos primeros años de funcionamiento.
Desafíos pendientes
A pesar de los avances, quedan desafíos por resolver. Uno de ellos es la creación de un organismo rector específico para la salud animal de animales de compañía, algo que hoy no existe en Uruguay.
Actualmente, las competencias están divididas entre el Ministerio de Ganadería —que se limita a registrar las clínicas— y el Instituto de Bienestar Animal, que se enfoca en temas relacionados al bienestar de todas las especies.
“Necesitamos un ente que se encargue de forma integral de la salud de los animales de compañía, desde la regulación hasta la promoción de la tenencia responsable”, explicó Morón. Y agregó: “También es urgente mejorar las políticas de control poblacional, especialmente en perros callejeros. El número de castraciones realizadas no es suficiente para generar un impacto significativo. Es necesario un plan más ambicioso y coordinado.
Por otro lado, la invasión de veterinarios extranjeros en el ámbito de los equinos deportivos plantea un desafío adicional. Uruguay, por su estatus sanitario, se ha convertido en un trampolín para la exportación de caballos de carrera, lo que genera una mayor demanda de servicios veterinarios especializados y, al mismo tiempo, tensiones por el ejercicio ilegal.
Por último, el presidente del CVU destacó que son un organismo creado para estimular, desarrollar y regular la profesión veterinaria. “Pero también somos una garantía para los usuarios, porque detrás de cada veterinario matriculado hay un compromiso con la ética, la calidad y la formación continua”, concluyó Carlos Morón.