En lechería, es sabido que en el período seco aumenta el riesgo de nuevas infecciones, particularmente durante los primeros 15 días posteriores al secado y 15 previos al parto.
Para continuar, suscribite a Motivar. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.
SUSCRIBITEEl MV Martín Pol, de Lactodiagnóstico Sur, habló sobre los aspectos cruciales que afectan a la salud de la vaca y del ternero durante el secado, preparto y postparto.
En lechería, es sabido que en el período seco aumenta el riesgo de nuevas infecciones, particularmente durante los primeros 15 días posteriores al secado y 15 previos al parto.
Se desarrollaron herramientas para prevenir los problemas en esta época y una de las más utilizadas en todo el mundo, incluso en Argentina, es la terapia de “vaca seca”, que busca curar infecciones intramamarias que ocurren durante ese período.
“Sabemos que el uso de antibióticos en la vaca seca tiene una función preventiva que es evitar las nuevas infecciones que ocurren próximas a ese período y al parto. Si bien ese uso preventivo en animales sanos es eficaz, es cada vez más cuestionado por parte de los consumidores y de la industria”, planteó el MV Martín Pol, socio referente de Lactodiagnóstico Sur.
A partir de esa discusión, surgió la “terapia de vaca seca selectiva”, que se puede implementar cuando en el tambo se realiza un recuento de células somáticas y éstas no superan las 200.00.
De lo contrario, se hace la terapia de vaca seca completa.
“El promedio nacional está por encima de 400.000 CS, por lo cual no calificamos para la terapia selectiva. Hay que usar la terapia en todas las vacas”, señaló el profesional. Y destacó que en Argentina hay tambos que durante el último año han estado entre 100.000 y 180.000 células somáticas. “Esos tambos pueden considerar la terapia de vaca seca selectiva”, dijo el asesor, en el marco de una charla auspiciada por Fatro Von Franken en la última edición de TodoLáctea.
Martín Pol recordó que desde hace unos años está disponible el uso de sellos internos que físicamente previenen el ingreso de bacterias y reducen esas infecciones durante el periodo seco.
Estos sellos vienen a paliar el problema que se genera cuando el canal del pezón queda abierto luego de perder el botón de queratina que naturalmente se forma para atrapar bacterias, y que representa la primera línea de defensa contra infecciones en la ubre. “Es la mejor defensa que tiene la vaca, lo produce entre ordeñe y ordeñe y es muy importante durante el periodo seco”, señaló Pol.
El MV explicó que “cuando utilizamos sellos internos junto con terapia de vaca seca, tenemos la mitad de los casos clínicos en el postparto que cuando solamente usamos terapia de vaca seca”.
¿Por qué el sello interno se está volviendo cada vez más y más importante?
“Porque cada vez estamos secando vacas con mayor producción de leche. Y las vacas que producen alta cantidad de leche al momento del secado forman peores tapones de queratina”, aseguró Martín Pol.
Y sumó: “En un relevamiento que hicimos con nuestros tambos, encontramos que el 10% de nuestras vacas se estaban secando con menos de 20 litros. El 70% de las vacas se secan con entre 20 y 29 litros y el 30% de las vacas las estamos secando con más de 30 litros”.
En cuanto a las vacunas para hacer frente a la mastitis clínica, Pol afirmó, que está demostrado que bajan en un 30% la incidencia de la enfermedad en un grupo de animales vacunado versus otro no vacunado: la incidencia de mastitis clínica grave disminuye un 50%, del 17% al 9%, y la muerte o vacas vendidas tempranamente disminuyó diez veces en el grupo vacunado versus el grupo no vacunado.
“No vacunar tiene un impacto dramático y no hay ninguna razón -con el ambiente cuestionable que tienen los tambos para no vacunar a las vacas durante el periodo seco para prevenir las mastitis, especialmente las graves, producidas por coliformes que generan casos severos y hasta la muerte de animales”, añadió.
Las vacas que se infectan en el periodo seco producen menos leche que las que paren sanas, cuya leche es de mejor calidad, al igual que su nivel de inmunoglobulina.
“Hay trabajos que indican que muchas de las mastitis clínicas que vemos en los primeros meses de lactancia tienen su origen en el periodo seco”, señaló Pol. "En lo que hace a calidad de leche, el partido no empieza a jugarse en el parto sino en el secado de la vaca, porque muchas de esas infecciones traerán problemas en la lactancia. Aquí es donde más tenemos que trabajar”, consideró.
Entonces, para medir la eficacia de los tratamientos y lo que sucede durante el período seco es necesario hacer un conteo de las células somáticas en controles lecheros mensuales, “y así estimar la tasa de cura de infecciones intramamarias que me dio el pomo de secado”.
“¿Qué tengo que esperar cuando analizo esta información? La menor cantidad posible de vacas infectadas al momento del secado. ¿Cuál es un buen número? Menos del 25%. Un número de alarma está entre el 30%-35%”. ¿Qué tantas mastitis clínicas es esperable tener en el post-parto? Es muy variable: 5%, 10% de las vaque paren presentan mastitis en los primeros 30 días, “pero hay muchos tambos que no performan tan bien y que llegan hasta el 50% en ese primer mes. Nuestro objetivo es que el 10% de la mastitis clínica y subclínica ocurra en los primeros 30 días”, agregó Pol.
Siguiendo con estadísticas, el profesional señaló que un buen pomo de secado debe lograr una tasa de cura bacteriológica del 65% de los animales infectados. “Cuando tengo una tasa de cura menor al 60%, ya es un nivel de alarma”.
Ahora bien, “la tasa de cura puede ser tan alta como el 90%. El problema que tenemos en muchos tambos es que no analizamos esta información, porque no hacemos conteo de células somáticas en el control lechero”, advirtió.
En consecuencia, “los veterinarios, técnicos, productores, tenemos una cuenta pendiente que es empezar a monitorear la dinámica de infecciones durante el periodo seco. Eso permite elegir la terapia de vaca seca que mejor se adapte al problema y que tenga la mejor tasa de cura”, concluyó el especialista.
Pol también apuntó a otra “gran deuda pendiente” en el manejo del tambo que es “el ambiente y el confort en el que viven la mayoría de nuestras vacas secas”. “Hasta los tambos estabulados que le están brindando muy buen ambiente, muy buen confort a las vacas en lactancia, cuando vamos a verlas durante el periodo seco, en general tienen un ambiente que no es tan saludable. Como esas vacas no están produciendo leche, no están recibiendo el mejor ambiente”, evaluó.
En definitiva, es preciso medir la eficacia de cura del pomo en el período de secado, “no todos los tambos utilizan sellos internos, no todos tienen un programa de vacunación adecuada para la problemática, hay muchos tambos en Argentina que tiene que seguir trabajando”, sugirió.
A la hora de evaluar la situación del tambo, Pol planteó que es necesario considerar la tasa de nuevas infecciones, es decir, cuántas vacas se secaron sanas, pero parieron enfermas. Y aquí sólo los mejores tambos logran que el 10% de las vacas paren con nuevas infecciones.
Evidentemente un punto de alarma es cuando tenemos el 20%”. “Puede ser que tenga vacas que están pariendo con altas células y que sean crónicas, empiezan a ser parecidas, estaban infectadas al secado, al parto, y probablemente no tengan cura”, indicó.
Entonces, “ahí lo que voy a tener que considerar es si me conviene seguir teniendo esas vacas. ¿Las vendo o no las insemino? Debo analizar cuánto tiempo se van a quedar en el campo, pues pueden contagiar a vacas sanas. Son mi reservorio de la mastitis”.
Por cuestiones genéticas, ambientales, nutricionales, de confort, de reproducción, cada vez es más recurrente la consulta de qué hacemos con las vacas que tenemos que secar con 30, 40, 25 litros”, planteó el MV Santiago García, quien disertó junto al MV Martín Pol en TodoLáctea.
Los cambios fisiológicos que ocurren, tanto a nivel de la glándula, del rumen y del hígado, son bien conocidos. “El proceso involutivo de la célula del parénquima de la glándula comienza dos días después del momento del secado y sigue hasta tres semanas posteriores”, explicó el profesional. A ese ciclo “muchas veces lo queremos acortar por una cuestión de costo o porque nos resuelve algunas cosas, pero tengan en cuenta esto (el tiempo de proceso) porque va a tener un impacto en la próxima lactancia”, advirtió. Es que “si el tejido no ha regenerado correctamente, esas vacas van a producir menos leche”.
El cambio de dieta es un factor de estrés y el reagrupamiento, también. “La dirección de los nutrientes ahora va a empezar a ir al feto y van a dejar de ir a la glándula”.
En el rumen hay un efecto a nivel de las papilas. “En las dietas de seca podemos prescindir de los concentrados y son bien forrajeras, pero muchas veces con son henos de mala calidad. Eso hace que las papilas ruminales se acorten y cambie la flora bacteriana del rumen. Y en el hígado, hay aumento de nefas.
Bajar la cantidad de litros que produce la vaca en el secado depende del manejo, en este sentido García mencionó dos métodos o estrategias más comunes que tienen que ver con la bajar la frecuencia de ordeñe y con adaptar la dieta forrajera.
García remarcó que “el objetivo es bajar la producción sin alterar el metabolismo, el sistema inmune y el bienestar animal”, teniendo en cuenta que el proceso de secado es doloroso.