El tambo es un engranaje perfecto donde cada pieza debe estar sincronizada: alimentación, salud, confort y, por supuesto, reproducción. Pero dentro de este complejo esquema, hay un área donde la precisión marca la diferencia directa en la rentabilidad: mantener a las vacas preñadas y con partos programados. Y hoy, esa precisión tiene un aliado clave: la tecnología.
Así lo explicó el Dr. Todd Bilby, director de servicios técnicos para vacas lecheras de Merck Animal Health, una división de la empresa farmacéutica multinacional Merck & Co., Inc. que se dedica a la salud animal. El especialista Indicó que los monitores de actividad están llevando la gestión reproductiva al siguiente nivel, transformando la forma en que los productores encaran el desafío de detectar celos y tomar decisiones estratégicas.
“La detección del celo siempre fue un desafío, especialmente en ambientes donde el estrés, las enfermedades o las condiciones de manejo complican la observación”, señaló Bilby.
Factores como el estrés por calor, vacas en superficies de concreto durante largos períodos, o incluso problemas de cojeras, dificultan seriamente la expresión del celo. Aquí es donde la tecnología actúa como un par de ojos extra, pero mucho más precisos y constantes.
Los monitores de actividad permiten rastrear no solo el movimiento, sino también cambios sutiles en el comportamiento y hasta en parámetros fisiológicos, ofreciendo una ventana única al estado reproductivo de cada vaca. El resultado: protocolos más afinados, menos dependencia de hormonas y una tasa de preñez optimizada.
Combo tecnológico
Uno de los grandes diferenciales que planteó Bilby es la capacidad de individualizar el manejo reproductivo. “Estamos aprendiendo a ajustar las estrategias según la respuesta de cada vaca”, sostuvo. Una vaca que presenta un celo intenso durante el período de espera voluntaria podría prescindir de tratamientos hormonales, mientras que aquellas con baja expresión del celo se benefician de protocolos sincronizados.
Este enfoque, conocido como manejo reproductivo específico, permite dejar atrás el “café para todos” y avanzar hacia un tambo donde cada vaca recibe la estrategia más adecuada para su caso particular. No es magia, es información transformada en decisión.
A medida que la lechería sigue evolucionando, la búsqueda de eficiencia no tiene techo. Los monitores de actividad no son un lujo, sino una inversión inteligente para aquellos tambos que apuestan por una reproducción bovina eficiente y sustentable. A medida que la lechería sigue evolucionando, la búsqueda de eficiencia no tiene techo. Los monitores de actividad no son un lujo, sino una inversión inteligente para aquellos tambos que apuestan por una reproducción bovina eficiente y sustentable.
Sin embargo, Bilby fue claro: esta tecnología no viene a reemplazar a los programas tradicionales, sino a complementarlos. La inseminación artificial sincronizada sigue jugando un papel clave para aquellas vacas que no muestran celo, actuando como una red de seguridad para asegurar resultados consistentes.
Pero la historia no termina allí. Con la llegada del verano, otro enemigo silencioso hace su aparición: el estrés por calor. Las altas temperaturas no solo comprometen la comodidad del animal, sino que tienen un impacto directo en la reproducción. Menor expresión del celo, ciclos anovulatorios prolongados y mayor incidencia de quistes ováricos son solo algunas de las consecuencias.
Aquí también los monitores tienen un rol protagónico. Mediante el registro de la frecuencia respiratoria y el comportamiento de jadeo, estos sistemas permiten a los productores identificar puntos críticos: corrales con ventilación insuficiente, tiempos excesivos de encierro o fallos en las estrategias de enfriamiento. Con esa información en tiempo real, los ajustes pueden hacerse rápido y con precisión.
Confianza y mantenimiento
Implementar tecnología siempre implica un proceso de adaptación. “Cuando estás acostumbrado a hacer las cosas de una manera y alguien llega diciendo que puede ser más sencillo, cuesta dar ese salto”, reconoció Bilby. La confianza en el sistema es fundamental, y muchas veces, el éxito viene de combinar el método tradicional con el uso de datos tecnológicos, hasta que los resultados hablen por sí solos.
Pero además de confiar, hay que cuidar. Un sistema tecnológico requiere mantenimiento, educación continua y compromiso. “Detalles como asegurarse de que todos los collares estén funcionando, las etiquetas estén activas y los datos correctamente interpretados hacen la diferencia”, enfatizó. Trabajar de la mano con consultores y técnicos es clave para maximizar el valor que estas herramientas pueden ofrecer.
Eficiencia reproductiva y rentabilidad en el tambo
A medida que la lechería sigue evolucionando, la búsqueda de eficiencia no tiene techo. Los monitores de actividad no son un lujo, sino una inversión inteligente para aquellos tambos que apuestan por una reproducción bovina eficiente y sustentable. La posibilidad de detectar celos con mayor precisión, ajustar protocolos individualmente y gestionar desafíos como el estrés calórico, posiciona a esta tecnología como una aliada estratégica.
¿El objetivo? Mantener tambos rentables, con vacas bien manejadas y con decisiones basadas en datos concretos, no en suposiciones. Como concluyó Bilby, “se trata de preguntarse: ¿Cuál es el próximo paso para ser aún más eficiente?”.
FUENTE: Dairy Herd Management