España es al negocio porcino en Europa lo que la Argentina a la soja a nivel global. Con más de 32,5 millones de cabezas de porcinos, según el último censo revelado por el Ministerio de Agricultura, el país ibérico es el mayor jugador de carne de cerdo del continente y exporta más del 70% de lo que produce.
Solo en los primeros 10 meses del año pasado, faenó porcinos por un número equivalente a todos los habitantes de la Argentina: 46,7 millones. Su crecimiento sostenido desde 1986, que le permitió superar a Alemania en 2015, viene acompañado de múltiples transformaciones. MOTIVAR contactó a Javier Segura, director Comercial de Magapor, una compañía española de genética porcina con alcance mundial para repasar cuáles fueron esos cambios y qué desafíos presenta esa industria.
“El modelo de producción de España, que la ha llevado a ganar peso en la exportación y volverse un jugador relevante, fue la integración vertical del negocio porcino”, dispara Segura resumiendo en una frase décadas de expansión. Si el stock apenas superaba los 15 millones de cabezas a mediados de los 80, el crecimiento hasta la fecha se traduce en un 100%.
MOTIVAR: ¿Cómo lo hicieron? Javier Segura: El modelo cooperativo empezó a funcionar hace algunos años, pero lo que protagonizó el cambio fue la integración vertical donde fabricantes de nutrición necesitaban clientes y mejorar su competitividad. Eso los llevó a ingresar en el negocio, sumando madres. Descubrieron que era más rentable producir carne porcina que el negocio de la nutrición en sí. En los últimos 20 años, pasamos de explotaciones pequeñas de 250 a 500 madres a un piso de 2.500. Antes eran explotaciones familiares que buscaban agregar valor a la agricultura con la ganadería porcina y, a su vez, tenían su propia planta de alimentación.
Javier Segura, representante de Megapor.
Y, si bien la escala solía representar una diferencia, hoy esa escala se vuelve una necesidad para alcanzar los parámetros que demanda la industria.
¿Cuáles son esos parámetros que llevaron a aumentar la escala? En la industria porcina, las leyes y legislaciones a escala europea subieron la vara y eso llevó a una mayor demanda de capital, elevando los costos de producción. Para sostener esos costos fijos, donde la exportación supera el 70% de lo que se produce, nos lleva a competir con otros países y eso exige afinar los números y optimizar la producción. Si antes una explotación de porcinos era parte de una empresa de familia, hoy son verdaderas fábricas de carnes. ¿significó también una mejora en los niveles de productividad? La productividad en España ha mejorado a partir de la escala. Todo nace en la genética, pero la nutrición, el manejo, la infraestructura y la sanidad tienen un papel fundamental. En números te puedo decir que hay 2,28 millones de reproductoras -más de seis veces el monto en Argentina- y, en nuestro caso, hemos visto el proceso de concentración reduciendo de 2.500 a no más de 500 clientes. Con ese número de madres se ha elevado notablemente el volumen producido tanto nominal como per cápita.
¿Qué frentes abiertos tienen? Hoy el mayor problema de Europa es la caída de la producción sobre todo en Alemania, Holanda y Bélgica. Eso tiene que ver con problemas sanitarios que irán debilitando al continente por riesgos ascendentes como la peste porcina. En España el brote de rosalía, una variedad del Síndrome Reproductivo y Respiratorio Porcino (PRRS) azota la producción desde hace dos años arrasa con las granjas y la única alternativa es vaciar los establecimientos.
¿Cómo enfrentan esa situación? El brote de rosalía se traduce en una obsesión por la bioseguridad; porque es clave a la hora de lograr buenos índices de productividad. De hecho, una granja nueva acaba de implementar ocho fases de control por colores, cuatro de ingreso y cuatro de salida. Si bien es una granja de genética, esto se está volviendo cada vez más común para evitar contagios.
¿Y en cuanto al uso de antibióticos? La lucha contra el uso abusivo de antibióticos genera costos sanitarios extra y búsqueda constante de alternativas. Las restricciones van a aumentar notablemente, aunque sin fechas definidas y eso deja a merced a la industria con márgenes cada vez más pequeños.
¿Cuál es el impacto para empresas de genética? Magapor asume que el mercado europeo tiende a reducirse y tenemos estrategias enfocadas a aquellos países que observamos tienen potencial de crecimiento y entre ellos, podemos hablar de México, Brasil y China. Esos mercados aún tienen mucho por hacer tanto en sanidad, como en tecnología. En Estados Unidos hay que estar siempre, a diferencia de Rusia que a partir de lo que ocurrió el último año, nuestros planes están en stand by.