Una cuadrilla de 25 hombres a caballo recorre con cierta frecuencia las 220.000 hectáreas de Estancia Cóndor, la punta de lanza del esquema productivo ovino de la familia italiana Benetton en la Patagonia argentina. Es apenas una muestra de lo que significa abordar el trabajo a campo a gran escala. En Buenos Aires tienen otras 15.900 hectáreas donde un planteo agrícola-ganadero demanda dividir el establecimiento en tres secciones y 11 campos para ocuparse de los 5.000 vientres bovinos en servicio, entre otras actividades que se desarrollan en la Estancia Santa Marta. La familia Benetton, popular por su desempeño en la industria de la moda, lleva 40 años en la Argentina, donde imprimió su impronta como productor agropecuario a gran escala a pesar de que su primera inversión fue la compra de un edificio de oficinas en el microcentro porteño, Viamonte y Esmeralda. Poco después, sumaron un campo en Balcarce, debutando así en el negocio agrícola. Sin embargo, el gran salto llegó en 1991 cuando el holding italiano -que en ese momento, ya había dejado atrás el nombre de Grupo Benetton y se había rebautizado como Edizione- desembarcó en la Patagonia, con la compra de la sociedad Compañía de Tierras Sud Argentino. Esta última firma estaba controlada por tres familias locales -Paz, Menéndez Hume y Ochoa- y en total controlaba 360.000 hectáreas repartidas en cuatro estancias (Leleque, Maitén, Pilcaniyeu y Montoso) unidades separadas, en Chubut y Río Negro. A partir de estas cuatro estancias patagónicas -a las que después se sumaron otras 525.000 hectáreas en Santa Cruz, a través de las estancias Coronel (en Puerto San Julián) y Cóndor (en Río Gallegos)-, el grupo italiano fue consolidando su presencia en el negocio ovino, que hoy incluye un proceso de integración vertical, que va desde la cría de 250.000 cabezas, hasta la producción de más de 880.000 kilos de lana, convirténdolo en el mayor productor del país. MOTIVAR dialogó con los referentes de las unidades de negocios ganaderas de Compañía de Tierras Sud Argentino para repasar cuál es su estrategia productiva y cómo implementan los planes sanitarios a gran escala tanto en ovinos como bovinos: Marcelino Díaz, administrador general de Estancia Cóndor, y el MV Pablo Martínez, responsable de ganadería en Estancia Santa Marta.
Cuando Marcelino Díaz ingresó en Estancia Cóndor se encontró con un panorama desafiante. “Estaba fundida”, dispara el actual administrador general que lleva en sus venas la tradición lanera como miembro de una familia que desde 1905 tiene presencia en la Patagonia, a través de la estancia Chorrillo Malo. “Nos encontramos con un trabajo donde se desperdiciaba el producto y al no tener orden, ni infraestructura, no se podía clasificar hacienda y hacer un plan sanitario. Sabía lo que teníamos que hacer, pero en 1995 perdimos el 35% de la hacienda producto de una gran nevada y había que implementar cambios”, le cuenta a MOTIVAR quien lleva 27 años en la firma. El mayor desafío fue la escala. “Hay que ofrecer comodidades para el personal como motivación al trabajo y recibir como contraprestación disciplina: estamos a disposición de las ovejas, pensando en el bienestar animal”, explica. Y sigue: “Lo primero fue armar la estructura y renovar el staff para hacer el trabajo de la mano de un plan sanitario. El matrimonio agua y pasto es fundamental, donde el ordenamiento de los pastizales es clave, revisando siempre la situación de la hacienda, su estructura corporal, para advertir qué pasa con la nutrición regulando la carga”.
Profesional. MV Pablo Martínez.
Estancia Cóndor es una referente para los establecimientos que tiene la compañía en la Patagonia. Llegó a tener 107.000 animales en esquila, pero hoy esa cifra está más cerca de los 75.000, producto de las condiciones climáticas desfavorables que sufre la región desde hace tres años. Más allá de esto, la producción de lana total de la compañía ronda los 880.000 kilos, con rindes que oscilan entre los 4,3 y 4,5 kilos por animal. “Un muy buen ratio a nivel argentino, con rindes cercanos al 67%”, asegura Díaz. “En Estancia Cóndor, vendemos tanto carne como vientres a razón de entre 6.000 y 18.000 cabezas de la raza Corriedale, cada año, lo que constituye el mayor remate a nivel mundial de esa raza y el más grande de Sudamérica si de ovinos se trata”, afirma el administrador general. Y avanza: “Los envíos a faena en el caso de los corderos machos superarán las 20.000 cabezas solo este año. Mientras tanto, un 20% de las ovejas se renuevan cada temporada, sumado a aquellas de la majada que no nos convencen. El norte es llegar a un peso de faena promedio de 10 kilos en corderos y 18 kilos en adultos”. Hoy, la firma que tiene frigorífico propio que está entre los tres primeros productores de carne de cordero del país y el 70% se exporta.
Resultados a gran escala
El hombre que más conoce el establecimiento Cóndor sostiene que de vender un 20% del stock se pasó al 50% de lo que se esquilaba, mejoró la señalada un 22% y el peso de la venta a frigorífico un 15%. Asimismo, la esquila preparto ocupa el 95% de la producción en el país y no es la excepción en Cóndor. “Es uno de los grandes cambios que el sector incorporó desde Australia y Nueva Zelanda. La zona está limpia para el parto y la teta para mamar”, resume Díaz. Y agrega: “Hoy tenemos campos que oscilan entre 6.000 y 10.000 hectáreas, repartidos en 46 cuadros. Nos movemos con caballos, “a la antigua”, al punto tal que de las 53 personas que trabajan con nosotros, 25 lo hacen a caballo”. La firma también tiene un veterinario, pero solo participa en selección de hacienda, sangrado, revisación de carneros y para atender problemas puntuales. En el Sur, Díaz apunta a la negligencia de algunos productores a propósito del florecimiento de parásitos externos como el melófago o la sarna. “A su vez, surgió otro problema de piojos en los últimos cinco años porque no tenemos productos habilitados para ovinos sobre todo para aquellos que somos productores orgánicos y no podemos aplicarlos, algo que Senasa no revisó, porque antes no existía”, advierte el administrador general de Estancia Cóndor. A la hora de pensar en aliados, sostiene que trabajan con los laboratorios de punta en ovinos a pesar de que “nos dicen que no movemos el amperímetro del mercado”. A su vez, a la hora de acceder a equipamiento y soluciones veterinarias, lamenta que no se puedan importar algunas clases de insumos. La escala es siempre un desafío que se resuelve con majadas de 1.500 cabezas que pasan por las mangas al menos 4 veces al año. “En el caso de Clostridiales hay que vacunar en primavera y eso se planifica. En la esquila a los corderos le das un antiparasitario interno y un inyectable a toda la hacienda tanto para parásitos internos y externos. Luego, la señalada se concentra entre diciembre y enero, para aplicar en abril un lechoso e inyectable (Ivermectina) a todos los animales”, explica Díaz. Y cierra: “En su momento, en las otras estancias patagónicas del grupo decidieron seguir con el negocio de la lana, pero en los últimos tres años también empezaron a migrar a Corriedale y Merino para sumar más kilos de carne y así llegar a un ideal punto medio”.
Estancia Santa Marta: La ganadería bovina integra su cadena
El desembarco de Agustín Dranovsky al frente de la Compañía de Tierras Sud Argentino hace poco más de tres años modificó la estrategia de los italianos en el país. El flamante CEO decidió integrar Estancia San Marta al resto de los campos del grupo y con ello llevar los campos de cría bovina hacia adelante en la cadena.
Crecer. La firma apuesta por la ganadería también en la Estancia Santa Marta.
Con su llegada, también se sumó el MV Pablo Martínez, actual responsable de ganadería en la estancia ubicada en Balcarce. “Antes era un campo netamente de cría, era un criador que destetaba y vendía toda la hacienda, pero se sostuvo el stock de vacas y lo importante fue sumar invernada y terminación a corral con un promedio de cabezas que pasó de 8.000 a 13.500. Eso tuvo que ver con una definición de Agustín de poder desarrollar el potencial de recría de la zona y avanzar en la cadena productiva porque además ya estaban las instalaciones”, le comenta Martínez a MOTIVAR. Estancia Santa Marta suma 15.900 hectáreas en Balcarce repartidas en tres secciones y 11 campos, todo en un solo bloque, donde se hace agricultura sobre 7.500 hectáreas y el resto se destina a ganadería con unas 5.500 hectáreas de sierras donde implementaron el ciclo completo en los últimos tres años. “Tenemos 5.000 vientres en servicio de los cuales 4.300 son madres y el resto vaquillonas en servicio de 15 meses. Cada año, destetamos 4.000 terneros que pasan al ciclo de invernada a lo que sumamos entre 1.000 y 1.500 que vienen de la Patagonia”, señala. Y agrega: “En el Sur, tenemos 5.500 vientres y antes se hacía la reposición y el resto se vendía, pero al crecer como invernadores en Balcarce, definimos que había que sumar volumen de terneros y los traemos acá”. En los hechos, en Estancia Santa Marta hacen invernada pastoril de marzo hasta septiembre-octubre y luego destinan los animales a un feedlot de 3.400 cabezas instantáneas. Martínez destaca que este año, certificaron bienestar animal con Biogénesis Bagó: “Sellamos una alianza para armar los planes sanitarios para cada segmento de la producción de carne y llevamos un monitoreo mensual con un ida y vuelta constante en materia de información. A su vez, tenemos un sistema de asesores agrícola y ganadero para darle forma al programa anual”. En los hechos, son 9 las personas que trabajan a campo, más otras 2 en el feedlot. A su vez, hay tres asesores veterinarios externos y dos agrónomos.
Barajar y dar de nuevo
«Antes el manejo era distinto con resultados moderados, similares a la Cuenca del Salado”, advierte Martínez a MOTIVAR. Una charla entre asesores y el equipo de trabajo para generar verdeos y nuevas pasturas, retener los terneros, hacer foco en nutrición, sanidad y manejo fueron la punta de lanza de la nueva estratega. “De la mano Biogénesis Bagó, INTA y asesores externos, armamos un programa de capacitación que venimos cumpliendo”, señala el administrador. Y agrega: “Aplicación de medicamentos, tactos, inseminación, revisión de toros y otras tareas se realizan con veterinarios externos, mientras que nosotros nos ocupamos de la operativa diaria con una inversión en materia sanitaria que esta campaña demandó US$ 130.000”. En números, eso significa una inversión que promedia alrededor de US$ 10 por cabeza. Es así como la firma pasó de vaquillonas con 16 o 17 puntos de pérdida al 10% y el porcentaje de destete pasó de un 70 al 84%. Son indicadores que mejoraron con esta estrategia que incluye mejora en la nutrición de las vacas con circuitos de pastoreo con rodeos de 200 a 300 animales midiendo el estado corporal y reforzamos con forraje cuando el animal “lo pide”, mejorando así también los terneros con pesos de destete de 180 kilos que garantiza una mejor performance en recría y terminación. “Hay que compartir con el personal por qué lo hacemos “Siempre saben lo que hay que hacer y compartimos una devolución de los resultados”, dispara Martínez. Y suma: “A su vez, incorporamos caravana electrónica oficial y analizamos individuo por individuo, por ejemplo, cuál es la ganancia desde que se destetó hasta su llegada al feedlot. Eso lo ven los colaboradores y se comprometen a sostener y mejorar los índices”, asegura uno de los hombres de Benetton en la Argentina. Y culmina: “A pesar de la seca a nivel país, logramos llegar a los objetivos planteamos gracias al manejo de pasturas, con las rotaciones y la economía del pasto. Los índices de preñez se mantienen en torno al 93 y 94% y los de destete en un 83 y 84% siempre sobre vacas en servicio”.