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SUSCRIBITE Hace unas semanas, la ciencia argentina volvió a ser noticia: el INTA presentó la primera cepa vacunal del mundo para combatir y erradicar la leucosis bovina, enfermedad viral endémica -contra la cual no existe vacuna-, que produce un 10% de mortandad en animales infectados y genera un lucro cesante de alrededor de US$ 5.300 dólares por vaca muerta (Ver recuadro).
“Si bien hay una percepción general de que el trabajo de las instituciones científicas públicas no suele llegar a buen puerto, este es un ejemplo de que eso no siempre es así. Se puede y estamos muy orgullosos de seguir avanzando”, le comentó Karina Trono, líder del proyecto y directora del Instituto de Virología del INTA en exclusiva a MOTIVAR tras del anuncio oficial realizado entre autoridades del INTA y la Secretaría de Agricultura y Ganadería de la Nación.
Y agregaba: “Si bien el propósito final es tener una vacuna comercial que esté disponible para todos los productores, no hemos logrado esto aún. Lo que logramos es que la cepa viral que vamos a usar en la vacuna esté aprobada para tal fin; eso es lo que se llama un evento desregulado, fruto de una metodología de ingeniería genética”.
“Se trata de un hito histórico porque no hay en el mundo un producto como este para esta enfermedad. Pudimos modificar genéticamente el virus de la Leucosis bovina que, entre otras cosas, significa que le redujimos el poder de contagio y el poder de provocar tumores”, aseguró nuestra entrevistada.
“El desarrollo está patentado en distintas partes del mundo, incluyendo a Estados Unidos, desde el año 2014”.
Y agregó: “Avanzamos en este camino porque todos los eventos científicos o iniciativas que intentaron crear una vacuna clásica en el pasado no dieron resultados: virus de campo, ni de proteínas recombinantes, ni ningún otro vector, ninguna dio resultado para proteger”, nos explicó.
Y resaltó: “Si bien es clave destacar que este es un paso estratégico para contar con la vacuna, lo más interesante es que se ha podido avanzar en la fase de desregulación”.
El desarrollo es fruto del trabajo que desde hace más de 10 años lleva adelante un equipo integrado por especialistas del Instituto de Virología y la EEA del INTA Rafaela, en Santa Fe, el cual interactuó de manera directa con expertos de la Universidad de Liege, Bélgica.
En términos científicos, la cepa BLV DX 6073 contiene el genoma viral completo, no hay genes agregados ni modificación de los marcos de lectura.
El genoma de la cepa atenuada contiene las regiones genéticas regulatorias denominadas LTR en ambos extremos sin modificar, además de todos los elementos que codifican para sus genes estructurales y que regulan e intervienen en la integración celular, la replicación y expresión de los genes virales. Se trata de una cepa atenuada que infecta al hospedador virgen en forma persistente compitiendo contra la cepa circulante.
De este modo, lo protege de la infección con la cepa natural del virus circulante.
“Para construir la cepa atenuada, el genoma completo del Virus de la Leucosis bovina (BLV) fue amplificado de un caso natural y clonado en un vector comercial. Utilizamos técnicas de ADN recombinante clásicas para eliminar las regiones que provocan la infección generando una nueva construcción denominada BLV DX 6073”, detalló Trono.
¿Otro dato? Si, el sistema permite diferenciar a vacunados de infectados, gracias a que la vacuna no es exactamente igual a la cepa salvaje (desarrollado por el mismo equipo académico) y provoca una fuerte respuesta inmune anti-BLV comparable a la respuesta inmune frente al virus salvaje.
“Es la primera vez en el país que se desregula un virus modificado para uso directo, lo que permite avanzar con la experimentación necesaria para el desarrollo y su potencial adopción por parte de la industria”, destacó Dalia Lewi, directora Nacional de Bioeconomía de Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Y agregó: “Este tipo de desarrollo es el primero que se presenta en la Conabia y que obtiene una evaluación favorable”.
¿Y en cuanto a la eficacia? La misma es de alrededor del 94% y sin efectos colaterales negativos, tal como se puede apreciar en la publicación a la cual se puede acceder desde el Código QR que completa este artículo
Más allá de esto, interesante fue para MOTIVAR profundizar en el diálogo con nuestra entrevistada, quien más allá de ser líder de este proyecto, forma parte del mismo desde el año 2007, siendo incluso el tema de su tesis doctoral alguna años antes.
Karina Trono: Estamos en una etapa muy avanzada.
Se trata de un hito histórico.
Es la primera vez que, en el país, se desregula un virus modificado para uso directo y que se logra la liberación comercial.
Es un avance científico que brindará sostenibilidad a la producción ganadera, en línea con los objetivos de Una Salud.
Logramos la aprobación de la Comisión Nacional Asesora en Biotecnología Agropecuaria (Conabia), de la Dirección de Mercados –de la Secretaría de Agricultura de la Nación– y de la Coordinación General de la Dirección de Estrategia y Análisis de Riesgo del Senasa.
Esta era la barrera más difícil y que generaba más riesgo. Por eso fue clave el rol y la participación del Estado.
Nunca se había hecho y existían altas posibilidades de fracaso ya que tampoco se disponía de regulación específica.
Realizamos mucho trabajo regulatorio, presentando datos, información, experimentos. Todo con un gran equipo.
Ahora tenemos en marcha un proceso de diseño de la plataforma definitiva.
Estamos analizando las características de cada alternativa, cuánto cuesta la planta y el desarrollo de procesos, además de comenzar a estimar un valor del producto final puesto en el mercado, que no puede ser más alto que el de la vacuna de más alto precio en la categoría.
Ese análisis es complejo. Aún no se está trabajando en conjunto con ninguna empresa y es por ello que el INTA está definiendo cómo avanzar.
Posteriormente, se definirá la realización de una compulsa entre empresas interesadas, o bien se avanzará en algún formato de incubadora para que la producción de la vacuna se realice desde el ámbito estatal.
Hoy tenemos la posibilidad de utilizar la cepa para cualquier experimento que nos permita lograr la vacuna.
Es un desarrollo nuestro, que está patentado en distintas partes del mundo desde 2014, inclusive en los Estados Unidos; con lo cual tenemos 20 años por delante para trabajar.
Siempre que alguna empresa quiera avanzar en este camino, será a través un acuerdo del INTA y la Universidad de Bélgica. No tenemos dudas: se trata de un desarrollo público de alto valor y con resultados a la vista.
“Hoy tenemos la posibilidad de utilizar la cepa en cualquier experimento que nos permita lograr la vacuna”.
Pudimos dar seguridad a los entes reguladores aportando todos los datos que se nos solicitaron. Tuvimos que hacer un permanente análisis de riesgo, garantizando cada paso que dábamos.
Por ejemplo: si la cepa en algún caso se hubiera transmitido a los terneros, teníamos que abandonar el proyecto.
Fue mucho el riesgo económico que se asumió pero desde el Estado pudimos dar las garantías necesarias.
Se destacó el trabajo conjunto entre investigadores, epidemiólogos, economistas, asesores de innocuidad alimentaria, etc. Todo un gran equipo.
Si bien entendemos que debe tener un valor accesible para los productores, estamos pensando en realizar un piloto en 2023 para mostrar, aunque no sea el producto en su versión final, los resultados que se logran. En principio, lo haríamos con el gobierno de Santa Fe.