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SUSCRIBITE Días después de volver al país tras su viaje por Europa, donde recibiera el premio Simmet 2020+2 en el Congreso Mundial de Reproducción Animal (ICAR) realizado en Bologna, Italia, el MV. argentino Gabriel Bó dialogó con MOTIVAR para contar sus sensaciones tras convertirse en el primer latinoamericano en alcanzar el máximo galardón en reproducción animal, patrocinado por la empresa líder en inseminación artificial, Minitube.
“Es un premio a la trayectoria y al impacto que han tenido las distintas investigaciones realizadas en el campo de la biotecnología”, nos explicaba el profesional que también se desempeña en el IRAC, reconocido por sus aportes como pionero en el desarrollo de protocolos prácticos para IATF, súper ovulación y transferencia de embriones en el sector bovino.
Gabriel Bó: Todo deriva de mi tesis doctoral, en la que se describió por primera vez el efecto de combinar estradiol y progesterona para sincronizar el desarrollo folicular en los bovinos. Cuando reportamos esto fue revolucionario; buscábamos lograr un tratamiento efectivo de superovulación. Ni pensábamos que iba a transformarse en una herramienta estratégica para la posterior expansión que tuvo la técnica de IATF en América Latina.
Por aquellos años, muchos veterinarios nos decían que nunca se iba a poder inseminar una vaca a tiempo fijo. Finalmente, demostramos que sí era posible.
Fue el desarrollo inicial para todas las IATF que se hacen hoy en América Latina, al menos en aquellos países donde utilizan la combinación de estradiol y progesterona.
Fue clave. Uno de los grandes impulsores de todo esto fue Ignacio Videla Dorna del laboratorio Syntex, también Néstor Massara y otros tantos que se sumaron a los desafíos de la época.
De la misma manera lo hizo el por aquel entonces dueño del establecimiento el Mangrullo, en Santiago del Estero, Guillermo Paz, quien nos permitió realizar múltiples investigaciones.
Allí desarrollamos muchos de los protocolos que se usan tanto en IATF como en receptoras de embriones.
Cambiamos el paradigma.
Sin embargo, la herramienta fundamental que permitió todo este avance tecnológico fue indudablemente la ecografía: revolucionó la manera de ver la reproducción.
En mi caso, considero haber estado en el momento ideal y en lugar indicado.
El primero que empezó a publicar trabajos con ecografía en Estados Unidos fue Roger Pearson y justo cuando me voy a estudiar a Canadá en 1988, la Universidad de Saskatchewan lo contrata como profesor. Fue él quien me enseñó la técnica. Luego claro que fueron claves en el desarrollo del tema (y de mi formación), la vinculación con profesionales como Greg Adams y obviamente Reuben Mapletoft, quien no solo es mi mentor, sino que con el tiempo se fue convirtiendo en alguien a quien considero parte de mi familia.
“En la medida que exista una buena conexión entre la industria farmacéutica, los investigadores y los veterinarios, vamos a desarrollar protocolos con GnRH sin problema. No será una transición tan difícil como se piensa”.
Hasta ese momento no podíamos ver lo que pasaba en el ovario de las vacas. Podíamos medir las hormonas, pero eso no nos daba el dinamismo de ver con una ecografía lo que estaba pasando con la evolución de los folículos en tiempo real.
Cuando empezamos, podíamos ver folículos de 4 o 5 milímetros, pero hoy se pueden ver más pequeños. Esto es clave para entender la situación y plantear alternativas. Antes estábamos casi que debíamos adivinar qué pasaba con la única herramienta que teníamos: la palpación.
Sin dudas, la reproducción animal fue una antes de fines de los años 80 y otra de allí a esta parte. En mi caso, la tesis la comencé en 1991 y la terminé en 1995 sobre la base de trabajos realizados en 1988 y 1989. Fue en este último año cuando realizamos la primera publicación sobre el efecto del valerato de estradiol sobre los folículos.
La presentación la hicimos en San Diego, Estados Unidos, primer congreso al que asistí. Recuerdo que para poder solventar el gasto del viaje y la estadía tuve que vender una camioneta 504, en plena época de híper inflación en el país. Fue un momento clave.
Eso es más reciente. Al principio no te das cuenta. Hará 15 o 20 años que se hizo mucho más palpable el impacto de estas investigaciones.
El momento donde despegó todo fue en 2002, cuando en Foz de Iguazú, Brasil, presentamos en el Congreso de la Sociedad Internacional los primeros trabajos de transferencia de embriones a tiempo fijo en receptoras.
Esto permitió darle un despegue más masivo a la técnica. Hasta ese entonces, la disponibilidad de receptoras era todo un problema.
En IATF también el crecimiento se ve a partir de esos años, coincidentemente con cuando comenzamos a disponer de mayor casuística y disponibilidad de productos. Las empresas del sector validaron nuestra investigación e invirtieron. Tal es así que, si no tienen, hoy todas quisieran tener un dispositivo con progesterona para introducirse en este segmento de mercado en particular.
Claro que sí. El IRAC es único en el mundo en sus características como institución privada volcada a la investigación y capacitación en estos temas.
Es un sueño que compartimos con Humberto Tríbulo (un visionario) y uno de los principales motivos para mi regreso al país. El conocimiento hay que compartirlo y el IRAC es una herramienta indispensable en ese sentido.
Es un tema que sin dudas nos plantea una nueva oportunidad.
Los protocolos con estradiol en Argentina se desarrollaron por dos cuestiones importantes: su bajo costo (en relación con los que contienen GnRH) y el efecto importante que produce sobre el retorno de la ciclicidad en la vaca en anestro, que es el problema más grave que tenemos en el país.
Hay también mucha tecnología desarrollada para protocolos con GnRH, tanto en vacas de leche, como en carne. Lo que hay que hacer ahora es adaptar estos protocolos a nuestra realidad. Algunos serán más sencillos de concretar y otros no tanto, pero es posible.
Una de las cosas que tiene la GnRH en contra del estradiol, es que no es tan efectiva para sincronizar el desarrollo folicular, entonces lo que tenemos que hacer es evaluar en qué momento, qué dosis y con qué protocolo usarla.
La idea del protocolo Web-Synch que estamos desarrollando es una adaptación de lo desarrollado inicialmente en Canadá y luego en Estados unidos. La idea es mejorarlos para tener buenas tasas de preñez, aun con animales que están en peores condiciones que en esos países, sobre todo a la salida del invierno.
Entonces la incorporación de la eCG también es clave. Si bien es una hormona que hoy tiene sus complicaciones en Europa, ya tenemos un producto comercial derivado de cultivos celulares (Folirec de Zoovet), que representa toda una innovación, pone a Argentina otra vez en el lugar de pioneros y funciona.
Más que el estradiol, me preocuparía si no pudiéramos usar la eCG.
Syntex también presentó otra eCG recombinante en el Congreso de Bologna y hay ya start ups en Brasil por el mismo camino.
En la medida que tengamos una buena conexión entre la industria farmacéutica, los investigadores y los veterinarios creo que vamos a desarrollar protocolos sin mayores problemas.
No será una transición tan difícil como algunos piensan.
Este va a ser uno de los principales temas que desarrollaremos en el Simposio del IRAC durante el mes de agosto en Carlos Paz, Córdoba.
En un término de 3 o 4 años no habrá problema en la adopción de la tecnología. Esto podría acelerarse si se modifica la política de exportación de carne bovina y Europa vuelve a ser, ya sea por medio de la Cuota Hilton o la 481, un mercado de relevancia para nuestros productos.
No vamos a perder eficiencia. Va a afectar un poco en el costo del protocolo, pero sin dudas eso se irá diluyendo también con lo que será el precio del ternero a futuro, no solo en Argentina, sino también en el mundo. Es toda una oportunidad y tenemos que estar preparados.