Con más de 11.500 millones de litros, Argentina lideró el ranking de los mayores crecimientos en producción de leche durante 2021, con un crecimiento del 4% respecto de lo ocurrido en 2020, tal como destacara el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA).
Con buenas perspectivas en el comercio internacional, un consumo interno de leche sostenido en torno a los 8.700 millones de litros, la actividad se enfrenta a una oportunidad tan grande, como los desafíos que se vienen por delante.
Claro que hablamos de precios, de regulaciones oficiales y del claro alza de costos que viven los productores en materia de maíz y soja, insumos estratégicos para la producción actual.
Sin embargo, a estas cuestiones macro se suman otras más vinculadas al día a día y a factores con los cuales productores, tamberos y veterinarios conviven, como lo ha sido el impacto del clima principalmente en los meses del verano.
A contar los litros y cuidar los vientres
A fin de repasar esta situación, MOTIVAR tomó contacto con Julián Bartolomé, médico veterinario y referente en reproducción en bovinos de leche de la FCV de la Universidad Nacional de La Pampa.
“La variación climática afecta más a las unidades productivas ubicadas al norte de Córdoba y Santa Fe, donde el calor pega más fuerte que en Buenos Aires o el Sur de La Pampa”, nos explicaba el referente.
Y reforzaba: “Se da un efecto combinado. Si bien en algunos lugares se vivieron altas temperaturas, el calor fue seco y las vacas no lo sufrieron tanto. Pero en otros, como el noreste de Buenos Aires, llovió bastante y esto complica. El calor combinado con la humedad es lo que realmente afecta a la producción y la salud de las vacas”.
Bartolomé dejó en claro que la variable productiva que más rápido se ve afectada es la producción de leche. ¿Cuánto? Esto dependerá, por ejemplo, de si los tambos cuentan o no con galpones o sistemas de enfriado para reducir el impacto del calor. A los que menos tienen, más les afecta.
“Las caídas de las producciones pueden ser de un 10 a un 20% tranquilamente y a veces con calor puede ser más. La mayor pérdida es en litros”, aseguró Julián Bartolomé. Y agregó: “Las tasas de concepción también se reducen. Una vaca inseminada en el invierno puede lograr una tasa de 40%, mientras que una en stress calórico suele tener concepciones del 20%. La reproducción claramente fue afectada en estos meses y eso tendrá un impacto”.
Donde no refresca a la noche, la vaca sufre más, provocando pérdidas de reproducción, de salud… o mortandades, mientras que en regiones con temperaturas nocturnas menores, esta situación puede no ser tan significativa.
Veterinarios en guardia
Claro que no se puede generalizar la situación a nivel nacional, pero a nivel general el calor afecta más a los tambos intensivos de alta producción que a los de mediana o baja, con sistemas pastoriles.
Siempre los impactos serán mayores una Cuenca como las de Santa Fe, Córdoba, o el noroeste de Buenos Aires, comparado con la de Mar y Sierras, por ejemplo, con un sistema más de tipo pastoril.
“Los veterinarios debemos estar atentos al problema, dialogar con los productores y fomentar la inversión en instalaciones y manejos que permitan controlar el calor ambiental y el barro. Tenemos que estar atentos a la reproducción”, explicó Bartolomé. Y agregó: “Esta variable será afectada, al igual que la salud de las vacas”.
El referente llamó a considerar acciones como acortar los servicios en determinado momento y tratar de trabajar las vacunaciones a primera hora del día, como medidas paliativas y temporales.
“Clave será definir con el productor el sistema de producción. Si se avanza hacia uno intensivo de alta producción y en las regiones mencionadas, se deberá invertir”, destaca Bartolomé, quien considera que este tipo de situaciones se intensificarán a futuro.
“Hay que pensar en una lechería de alta producción, intensiva y de alta precisión, que tendrá que invertir en instalaciones que controlen el clima durante todo el año, fundamentalmente en las épocas más complicadas”, concluyó el profesional.