Todos hemos visto, aunque sea alguna vez, una garrapata.
Están en nuestro imaginario: nos dan repulsión, impresión, miedo y a algunos, nos genera fascinación. Inclusive hay alguna película de terror dando vueltas por ahí, llamada “Ticks”. En la misma, un grupo de adolescentes deberán enfrentar a un grupo de garrapatas mutantes, consecuencia del uso de esteroides en los cultivos. Dicen que es una joya del cine bizarro de los 90s.
Habrá que verla en esta cuarentena.
Las garrapatas pertenecen a la clase Arachnida (al igual que los ácaros que producen de sarna). Son parásitos externos que, con mayor frecuencia, aparecen en los meses más cálidos del año.
En cuanto a las macotas, afectan a los perros y a veces, a los gatos. Se prenden sobre la piel y por días se alimentan a expensas de ellas.
Existen distintas especies en la Argentina, siendo probablemente la más común en los perros, Rhipicephalus sanguineus s.l.
También hay otras, como Amblyomma tigrinum, que pueden afectar a las mascotas dependiendo de las diferentes regiones y lugares de nuestro país.
Hay que tener en cuenta que las garrapatas pasan, gran parte de su vida, en el medio ambiente. La mayoría de ellas sobreviven en lugares como parques, plazas, zonas rurales, patios y jardines de los hogares. Es ahí donde ponen los huevos. Cuando el perro pasa por un sector infestado, la garrapata accede a él, generalmente, a través de sus patas. Empieza a trepar y recorrer todo su cuerpo hasta encontrar el mejor lugar para instalarse y empezar a alimentarse.
Con frecuencia, las garrapatas se localizan en la zona de las axilas, entre los dedos, el abdomen, las orejas y otros lugares. Las garrapatas pueden quedar prendidas por días. En ese tiempo toman sangre lentamente.
Esto lo hacen tanto las garrapatas adultas como los estadios juveniles (larvas y ninfas). Obviamente, esto trae sus consecuencias: lesiones en la piel por las estructuras bucales y cuando hay muchas garrapatas, puede producirse anemia en el animal.
Junto con los mosquitos, las garrapatas son importantes transmisores de enfermedades para las personas y los animales (Sonenshine & Roe, 2014).
Con la saliva, inyectan distintos tipos de microorganismos que se transmiten en un periodo de horas a días. Para el caso de los perros, existen diferentes enfermedades que se adquieren por esta vía: Ehrlichiosis, Anaplasmosis, Babesiosis, entre otras. La Hepatozoonosis, en cambio, se adquiere cuando el perro se come una garrapata infectada. Estos agentes infecciosos o parasitarios afectan distintos tipos de células de la sangre y generan diferentes síntomas.
Algunos perros pueden estar sin síntomas por años y luego, la enfermedad puede aparecer. Otros pueden tener cuadros graves muy variados (fiebre alta, sangrados, mucosas ictéricas, lesiones en la piel, problemas oculares, entre otros) que, en ocasiones, pueden llevar a la muerte del animal.