Julio de 2014 – Edición 139
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Durante el primer encuentro para veterinarios organizado por la Cámara Argentina de Feedlot en Rosario, Santa Fe, el Dr. Fernando Fernández (Instituto de Virología del INTA Castelar) se refirió a la importancia de reforzar los esquemas preventivos en los bovinos. «Cuando aparecen los brotes nos acordamos de la importancia de respetar un calendario sanitario. Destacamos que es clave no abandonarlos, profundizando en las propiedades del sistema inmune y las herramientas existentes para mejorar los niveles de protección en los animales», explicó.
Lo ideal sería intervenir con vacunaciones al pie de la madre o en épocas de destete, previo a que el animal ingrese al feedlot. Esto hace que aumenten las expectativas de protección y que -al menos- contemos con la posibilidad de reducir el impacto de los problemas.
Debe quedar en claro que lo que se busca con las vacunas no es resolver totalmente los perjuicios de todas las enfermedades, pero sí comenzar a mitigarlas y reducir la circulación del agente involucrado. Por otro lado, cada vez se pretende ingresar más animales a los corrales; a menor edad y de diferentes procedencias. También se quieren tener vacas de cría en menores superficies y destetar precozmente, a la vez de entorar temprano… Se va desnivelando el sistema; y las vacunas no son mágicas.
Suele creerse que el animal pasa por la manga, lo vacunamos, sale del cepo y está protegido. Pero eso no es así. De hecho, lo que hicimos fue iniciar un proceso en el cual eso que inoculamos (una formulación que contiene un antígeno) actuará sobre el sistema inmune y las expectativas de protección obviamente se generarán luego de las dos semanas.
En el caso ideal, deberemos aplicar una segunda dosis a las tres semanas para después sí lograr, a los 7 o 10 días posteriores, una buena expectativa de protección. Eso es un programa de vacunación.
El resultado del acto de vacunar no es la protección. Eso es inmunizar. Vacunar es aplicar el producto…
Creo que debemos ser prudentes en cuanto a la posibilidad de incorporar vacunas atenuadas o vivas que presentan algunos inconvenientes.
Debemos analizar en detalle los riesgos que planean las vacunas vivas en cuanto a la posibilidad de ingresar otros agentes adventicios que pueden acarrear o eventualmente ingresar al ambiente un virus que pueden recombinar o revertir.
Las vacunas vivas, en algunos animales inmunodeprimidos, pueden generar algunos problemas, mientras que en vientres preñados también podrían provocar abortos. Sería muy prudente con el tema y -llegado el caso- buscaría vacunas vivas de última generación que demuestren, por ejemplo para el caso de IBR, que no generan portadores y que no se eliminan a otros animales.