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“Un tambo promedio pierde 35 días de producción a causa de mastitis”

Martín Pol disertó en Tandil y dejó en claro que hoy cerca del 90% de las unidades locales producen leche con entre 400 y 600 mil células somáticas.
Motivar | Luciano Aba
Por Luciano Aba 5 de agosto de 2013 - 16:42
Pol. “Los registros de mastitis son malos”. Pol. “Los registros de mastitis son malos”.

Cuando Martín Pol inició su disertación en el marco de las Jornadas de Capacitación en Mastitis que Biotay realizó en la localidad bonaerense de Tandil a principios de junio, pocos imaginamos las conclusiones a las que uno de los titulares de LactoDiagnóstico Sur finalmente llegaría.

«Es evidente que los resultados en materia de calidad de leche que vemos en nuestros clientes no son tan buenos como quisiéramos y eso se ve reflejado en los rendimientos de la cadena láctea nacional», inició el veterinario.

Luego, comentó a los asistentes: «En los mejores tambos del país, la mitad de las vacas hacen mastitis a lo largo de un año».

Pero esto no fue todo, ya que entre aquellos establecimientos que el profesional catalogó como «promedio», la enfermedad tendría una incidencia superior al 70%.

Si bien es interesante mencionar que, a nivel mundial, se entiende como sanas a las vacas con menos de 200.000 células somáticas (independientemente de la lactancia y días en leche), el Código Alimentario Argentino establece un límite legal para el nivel de CS, estipulado en 400.000.

Y este no es un dato menor, sobre todo si se tiene en cuenta que sólo el 4.5% de los tambos locales logran mantenerse por debajo de ese límite. «Cerca del 90% de las unidades producen leche con entre 400 y 600 mil células somáticas», sentenció Pol.

 

Perdemos todos

Cuadro N°1 - Establecimiento "promedio"

Tal como comentara el también integrante de APROCAL, actualmente, la Subsecretaría de Lechería de la Nación maneja información sobre la mitad de los litros que se producen en el país (6.600 millones al año). Analizando esas cifras, se demuestra que durante todo 2012 y los cuatro primeros meses de este año, las CS del 50% de la leche nacional han estado alrededor de las 400.000.

«Esto es negativo, sobre todo si tenemos en cuenta que en 2010 estábamos en 350 mil CS y con una tendencia decreciente», explicó Pol. Y agregó: «Claramente, el año pasado fue desafiante para la producción a un nivel que fue catastrófico en relación a las infecciones. Sin embargo, y si bien las lluvias se detuvieron y hoy muchas regiones gozan de buenas condiciones climáticas, no podemos revertir las cifras».

Más allá de la cuestión sanitaria y en base a las estadísticas oficiales sobre las pérdidas ocasionadas por la enfermedad en los distintos eslabones de la industria, el asesor sostuvo que -sólo en el pasado mes de abril- se perdieron 23 millones de litros que nunca llegaron a las plantas: situación que -analizada en un contexto de mediano plazo- representaría, al menos, el 10% del saldo exportable.

Cuadro N° 2 - Pérdidas por casos clínicos

«Lo peor es que, por la presencia de mastitis, Argentina deja de producir anualmente el equivalente a lo consumido por 1.300.000 argentinos (consumo promedio de 200 litros anuales por habitante, al año)», subrayó Pol.

No hay duda: las infecciones intramamarias, en estos últimos dos años, están afectando a todo el sector. «Se trata de una enfermedad costosa pero a la cual no se le da la importancia que merece por el simple hecho de ser frecuente. Es tan común que dejamos de evaluar su impacto económico», sostuvo Martín Pol. Y reforzó: «Será difícil para los tambos mantenerse con un nivel de rentabilidad aceptable si no controlan la enfermedad».

 

Pierde el productor

Cuadro N°3 - Pérdidas por CCS Más allá de la situación y del impacto generado a nivel nacional por la presencia de mastitis, durante la disertación se dejó en claro que los productores debieran tener el objetivo de producir leche con menos de 200.000 CS porque es en ese logro en donde se minimizan las pérdidas subclínicas.

«El mayor impacto se produce dentro de la ubre de la vaca, más allá de la bonificación que pueda pagar la industria», explicó Pol. Luego, el profesional realizó un ejemplo, tomando un tambo «promedio» con las características del expuesto en el Cuadro N° 1, a partir del cual -y tal como se evidencia en el Cuadro N° 2- la presencia de mastitis clínicas genera un perjuicio económico similar al hecho de haber tirado la producción lograda en el transcurso de 17 días. En base al mismo razonamiento, y en relación a las pérdidas subclínicas, el Cuadros N° 3, verifica que el productor deja, al mismo tiempo, de ganar el equivalente a otros 18 días de producción.

«Que quede claro que en este cálculo no hacemos mención a que, por ejemplo, para preñar al 50% de las vacas que no tuvieron mastitis y son jóvenes (menos de 4 lactancias) se requieren 120 días; mientras que si no tuvieron pero son viejas, demoraríamos 150 días y que si son jóvenes y tuvieron un caso de mastitis, nos llevaría unos 200 días preñarlas. Hablamos de 80 días de diferencia en preñar una vaca por la presencia de mastitis», explicó Martín Pol.

¿Algo más? “Si son viejas y padecieron alguna infección, la mitad de las vacas no se preña a los 300 días», aseveró.

Tabla N° 1 – Indicadores de Cantidad de Células Somáticas y su impacto esperado.

Indicador

Cálculo

Meta

Argentina

Prevalencia

Animales > 200 / Vacas en Ordeño < 18% 24%

Incidencia

Animales > 200 este mes (pero < 200 mes anterior) / VO < 8% 12%

Parto Altas

Animales > 200 Primer CL / paridas < 15% 30%

Seca Altas

Animales > 200 Última CL / paridas < 30% 40%

La unidad de cálculo es la vaca. Los valores de Argentina corresponden a los mejores hallados en este año. Fuente: Martín Pol  LactoDiagnóstico Sur.

Si este dato no fuera convincente para los productores, podríamos retomar el anterior: un tambo argentino promedio pierde un mes de facturación al año (35 días) por la presencia de mastitis clínicas y subclínicas. «Los veterinarios, tenemos la oportunidad de hacer mucho para mejorar la rentabilidad. Frente a esta mala situación, es posible mejorar los niveles en seis meses o un año, pero trabajando en un plan integral de control. No volveremos a valores aceptables por arte de magia», sostuvo Pol.

 

Pierde el veterinario

Según el disertante, los profesionales conocen también el perjuicio de convivir con una mastitis clínica porque descartan leche, usan antibióticos y perciben el uso de más horas de mano de obra destinadas a tratar las vacas enfermas.

«Lo sorprendente es que no se evalúe el impacto de los casos en la producción futura: la curva de lactancia nunca vuelve a ser la misma. Se pueden perder entre 400 y 1.000 litros como consecuencia de un caso, independientemente de la que se descarta», explicó el asesor en calidad de leche.

Algunos datos interesantes en este sentido tienen que ver con que en nuestro país se está verificando un mayor riesgo de encontrar residuos de antibiótico cuando los tambos producen leche con altos contenidos de células somáticas. De hecho, evaluaciones realizadas en la FCV de la UBA aseguran que el 80% de las dosis de antibióticos que se usan en un tambo tienen que ver con salud mamaria.

«Pretender manejar la mastitis sin información sobre las CS es como querer manejar la reproducción de un tambo sin hacer tacto», explicó el veterinario.

Luego, mostró una serie de indicadores a tener en cuenta a la hora de evaluar el impacto real de las células somáticas, para los cuales -y tal cual se muestra en la Tabla N° 1-, se compararon los resultados obtenidos para cada uno de ellos entre los mejores tambos del mundo y los mejores de nuestro país.

Los resultados y niveles esperados hablan por sí solos lamentablemente.

Más allá de esto, Pol se dirigió a los presentes resaltando que a nivel general, los registros de las mastitis clínicas son de muy mala calidad.

«Esto es llamativo porque el encargado de tomar los datos es un ordeñador que habitualmente sí lleva buenos registros de las tareas reproductivas. Uno de los responsables de que esto ocurra somos los veterinarios y, particularmente, los que trabajamos en calidad de leche, porque no tomamos decisiones sobre esos registros. Nadie nos va a anotar los datos de mastitis clínicas si no hacemos una devolución de para qué sirven y no nos involucramos con los animales problema», aseveró el disertante.

Por diversos factores esgrimidos por el profesional, está claro que no es sencillo rechazar a las hembras repetidoras de mastitis. «Pero lo que no entiendo es cómo mantenemos vacas que son muy buenas productoras, que tienen una ternera que seguramente va a valer mucha plata pero que hoy le damos de comer y se la pasan en el hospital. Debiéramos tomar una decisión productiva que tenga sentido común: no tratar más a las crónicas», resumió.

Por último, Martín Pol instó a los asistentes a trabajar formalmente en el registro de la enfermedad.

«Con esos datos, podríamos graficar las frecuencias de mastitis y ver que la mitad de los casos clínicos ocurren en los primeros 60 o 90 días (cuando la vaca produce más leche) y que la otra mitad ocurre en el resto de la lactancia, pero con una distribución muy distinta: son casi todas repeticiones», explicó el veterinario. Y cerró: «No es raro encontrar en nuestros tambos que de todos los casos clínicos que se trataron, la mitad haya sido recidiva».

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