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BIENESTAR ANIMAL

El miedo bovino, punto clave a mejorar frente a la pérdida de eficiencia

Muchas veces la actitud de las personas en el manejo de las vacas lleva a generar situaciones no deseadas que perjudican la producción láctea.
31 de marzo de 2013 - 23:10
Muchas veces la actitud de las personas en el manejo de las vacas lleva a generar situaciones no deseadas que perjudican la producción láctea.
XAVIER MANTECA
Universidad Autónoma de Barcelona, España.

 

La calidad de la interacción entre los animales y los responsables de su cuidado tiene un efecto muy importante sobre el bienestar y el rendimiento productivo del ganado.

En efecto, la actitud de las personas determina -en buena medida- que la hacienda tenga más o menos miedo, situación que impacta en la producción de leche y tiene también efectos negativos pronunciados sobre el bienestar propiamente dicho de los animales.

 

¿Qué es el miedo?

Se define como una experiencia emocional desagradable, causada por un estímulo que el animal percibe como una amenaza. En general, estos estímulos son de dos tipos.

En primer lugar, los sensoriales muy intensos -los ruidos, por ejemplo- desencadenan una respuesta de miedo sin necesidad de que se produzca ningún proceso de aprendizaje. Por otra parte y debido a un proceso de aprendizaje por condicionamiento, los animales asocian estímulos en principio neutros -tales como un ser humano- con experiencias negativas como golpes, gritos o empujones. Esto puede verse complicado por el hecho de que, según algunos autores, los animales domésticos siguen percibiendo a los humanos como depredadores.

De modo que, en cierta medida, estarían «predispuestos» a asociar la presencia humana con estímulos negativos.

El hecho de que un animal desarrolle una respuesta de miedo más o menos marcada hacia las personas o hacia otros estímulos no depende sólo de su experiencia previa, sino también de aspectos genéticos. El miedo es una de las características del comportamiento con mayor grado de heredabilidad.

El miedo desencadena cambios de comportamiento -principalmente conducta de huída- y fisiológicos. De forma general, los cambios fisiológicos asociados al tema son los mismos que constituyen la respuesta de estrés y tienen efectos negativos sobre la ingesta de alimento, la rumia, la producción de leche y la fertilidad. Por otra parte, uno de los momentos en los que existe un contacto más estrecho entre el ganadero y los animales en una explotación de vacas de leche es el ordeño. La respuesta de miedo inhibe la síntesis y liberación de oxitocina, que es responsable del reflejo de eyección de leche. Esto explica, en buena medida, la importancia de la interacción en la sala de ordeño.

 

Datos

Los trabajos realizados en vacas de leche indican que el parámetro quedetermina de forma más marcada el miedo que las mismas tienen a las personas, es el porcentaje de interacciones negativas sobre el total de interacciones que tienen lugar entre el ganadero y los animales.

Las interacciones negativas más frecuentes son los empujones y los golpes cuando los animales son llevados a la sala de ordeño. Por el contrario, las positivas incluyen caricias y el simple hecho de colocar la mano sobre el cuerpo de la vaca durante el ordeño.

EDUCACION EN BIENESTAR DE ANIMALES DE PRODUCCION

El Servicio de Nutrición y Bienestar Animal (SNiBA) del Departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos de la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB) -con el soporte de Boehringer Ingelheim- pone en marcha el Centro de Educación sobre Bienestar de Animales de Producción.
El nuevo centro (FAWEC – Farm Animal Welfare Education Centre), que inició sus actividades en 2012, ha sido posible gracias al compromiso de financiación durante los próximos tres años por parte de la compañía alemana y estará ubicado en la Facultad de Veterinaria de la UAB. Su principal objetivo es la formación en bienestar de animales de producción, mediante la publicación periódica de fichas técnicas que resumen los conocimientos actuales en bienestar animal y la organización de cursos teórico-prácticos de formación sobre el bienestar del vacuno de leche y del porcino.
Visite su página web http://www.fawec.org y no dude en contactarse si necesita más información a [email protected].

Vale recordar que uno de los factores que contribuye de forma más pronunciada al desarrollo de cojeras en vacas de leche es la impaciencia y la brusquedad cuando son llevadas al ordeño.

Un segundo aspecto a tener en cuenta es que, en general, los animales que son manipulados regularmente de una forma positiva suelen tener menos miedo a las personas que aquellos que tienen poco contacto con ellas.

Esto se traduce no sólo en un comportamiento menos agitado cuando las vacas están cerca de las personas, sino también en una frecuencia cardíaca menor y en concentraciones plasmáticas de cortisol más bajas, lo que sería indicativo de una menor respuesta de estrés.

Igual que otros mamíferos, las vacas utilizan feromonas (moléculas liberadas por un animal y captadas por otro de la misma especie mediante el olfato o el órgano vómero – nasal) para comunicarse entre ellas. Una de las feromonas descritas en las vacas funcionaría como señal de alarma.

En efecto, parece ser que cuando las vacas se asustan liberan al medio externo una molécula o un conjunto de moléculas producidas en glándulas cutáneas situadas entre las pezuñas y que desencadenan a su vez una respuesta de miedo o estrés en otras vacas. Así pues, es posible que el efecto de una acción que cause miedo en una vaca se extienda a los otros animales del rebaño.

Tal como hemos mencionado, la interacción más frecuente entre el ganadero y las vacas tiene lugar durante el ordeño y mientras éstas son conducidas a la sala de ordeño o de vuelta al corral.

Mover a los animales puede resultar estresante, especialmente si se realiza de una forma poco adecuada o si las instalaciones no son correctas.

En este sentido, resulta interesante recordar que la mejor manera de mover a las vacas es situarse en el límite de su campo visual. En efecto, al tener los ojos en posición lateral, las vacas tienen un campo visual de unos 330 grados y un espacio «ciego» de unos 30 grados, situado detrás del animal.

Pues bien, si la persona que tiene que mover las vacas se acerca a ellas justo por detrás, situándose en el espacio ciego, los animales son incapaces de verla, de forma que, cuando finalmente se dan cuenta de su presencia, se asustan.

Si, por el contrario, la persona se coloca detrás de los animales pero un poco de lado, de forma que entre en el campo visual de las vacas, éstas pueden verla y tienden a moverse hacia delante sin sobresaltos.

 

A la práctica

La relación humano – animal se valora mediante la denominada «distancia de huída». Si el número de vacas por corral está entre 100 y 150, deben observarse unas 50 – 60 vacas por corral. Las observaciones debe realizarlas una persona que no interaccione habitualmente con las vacas y se realizan cuando las vacas están comiendo. Quien realiza estas tareas debe situarse a unos dos metros de distancia del morro de la vaca a observar y avanzar lentamente hacia ella (aproximadamente a una velocidad de un paso por segundo) con el brazo formando un ángulo de 45º con el suelo y la palma de la mano hacia abajo; no debe mirarse directamente a los ojos de la vaca.

Debe registrarse la distancia entre la punta de los dedos de la mano y el morro de la vaca cuando ésta hace el primer movimiento de huída. Idealmente, el promedio de dicha distancia debería ser inferior a los 50 centímetros (en algunas explotaciones en las que la relación humano-animal es muy buena, la mayoría de las vacas dejan tocarse).

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