La producción porcina se enfrenta a un nuevo paradigma marcado por la incorporación de hembras modernas hiperprolíficas, capaces de parir entre 17 y 20 lechones por camada. Este avance de la genética porcina representa una oportunidad, pero también un reto: adaptar la nutrición para acompañar ese potencial sin comprometer la salud ni el desempeño de los animales.
Las nuevas líneas genéticas han desplazado las demandas tradicionales. Las cerdas actuales requieren estrategias nutricionales específicas desde la gestación, pasando por la lactancia, hasta el destete. La clave está en ajustar el suministro de energía, proteína y fibra, prestando especial atención a la dinámica del consumo voluntario de alimento y al balance entre el desarrollo fetal y la condición corporal de la cerda.
En este contexto, se vuelve central una nutrición animal de precisión que no solo contemple la prolificidad, sino también el bienestar de la cerda y el desarrollo uniforme de los lechones. El desafío: minimizar el desgaste corporal durante la lactancia y asegurar la correcta transición al siguiente ciclo reproductivo.
El enfoque integral debe considerar tanto la calidad como la cantidad de los nutrientes, ajustando la formulación de los alimentos según las fases productivas. La incorporación de tecnologías como los programas de alimentación en fases, el monitoreo del consumo y el uso de aditivos funcionales son herramientas que permiten alcanzar mejores resultados.
Estrategias
El objetivo nutricional durante la gestación es cubrir los requerimientos necesarios para el mantenimiento y crecimiento de la cerda, asegurando al mismo tiempo una condición corporal óptima.
Para lograrlo, se recomienda el uso de herramientas objetivas como el caliper y el medidor de grasa dorsal por ultrasonido, que permiten una valoración extremadamente objetiva de la condición corporal y, en consecuencia, realizar ajustes adecuados en la alimentación. Cuando se implementa correctamente, esta estrategia permite alcanzar un objetivo clave: que al menos el 90% de las cerdas lleguen al parto con una condición corporal ideal.
Tradicionalmente se limitaba la oferta de alimento durante el periparto para evitar una menor ingesta en lactancia. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que las cerdas alimentadas ad libitum antes del parto autorregulan su consumo sin comprometer la ingesta postparto
Durante la lactancia, el objetivo principal es maximizar la ingesta para sostener la producción de leche sin una excesiva movilización de reservas corporales. Si la ingesta no es suficiente, la cerda recurre a sus depósitos de grasa y proteína, comprometiendo su recuperación y el desempeño reproductivo futuro.
Por último, durante el intervalo destete-celo, la estrategia nutricional debe enfocarse en recuperar las reservas corporales y estimular una alta tasa de ovulación.
En definitiva, las hembras hiperprolíficas marcan un antes y un después en la nutrición porcina. Adaptarse a este nuevo estándar genético no es opcional, es imprescindible para quienes buscan eficiencia y sustentabilidad en sus planteos.
FUENTE: TecNews