En un contexto atravesado por la inestabilidad climática y económica, el manejo empresarial de los tambos exige, más que nunca, una mirada profunda, meticulosa y personalizada. “Cada vez va tomando más importancia comenzar a evaluar cómo van dando los números del tambo, no ya como una generalidad, sino aplicado a cada empresa”, plantea el Ing. Agr. Félix Fares en una columna publicada en Todo Lechería.
Lejos de tiempos previsibles, hoy el tambo vive bajo presión. Fares lo resume con claridad: “Los tiempos que corren no son fáciles para el tambo. Todo lo contrario, porque el vértigo es lo que predomina”. En su análisis, remarca que tanto el clima como la economía parecen jugar en contra y sin descanso. “Son tiempos complicados, sin dudas, y eso no cambiará de la noche a la mañana, para qué engañarse”.
Frente a ese panorama, crece la inquietud por conocer la verdadera situación económica de cada unidad productiva. Y no con estimaciones, sino con datos propios y concretos. “Están apareciendo una tras otra las consultas sobre cómo llegar a conocer los números. Y ‘MI’ en mayúscula hace referencia a que ya no basta lo que se comenta en tal o cual reunión”, destaca Fares, subrayando una tendencia clara: los productores quieren dejar de andar a ciegas.
El diagnóstico no llega solo
Uno de los errores más comunes, según Fares, es pensar que se puede acceder rápidamente a un diagnóstico certero. “La ansiedad muchas veces juega una mala pasada porque uno querría poder saber sin más demora cómo marchan las cosas”. Sin embargo, en el tambo “las cosas no operan de esa manera. Es todo un proceso que lleva varias etapas”.
Reunir la información adecuada, procesarla y llegar a un resultado confiable implica tiempo, trabajo y compromiso. “No pretendamos que ya de entrada funcione a la perfección”, advierte el ingeniero, y pone ejemplos concretos: desde registrar los kilos de silo de maíz que consumió la recría, hasta calcular los costos por tonelada de materia verde, o seguir el recorrido de las vaquillonas desde la guachera hasta su parición.
El manejo empresarial, todo un proceso
Para Fares, asumir esta tarea no puede ser una acción aislada. “No se tratará de algo aislado en el tiempo, por esta vez, como si se tratara de un ‘apagar incendios’, sino que significará adentrarse en un proceso continuo de seguimiento detallado del negocio”.
Eso implica comprometer a todo el equipo, elaborar planillas, establecer rutinas y sobre todo, tener paciencia. “Monitorear los números del tambo no es algo que sucede de la noche a la mañana, sino que es todo un proceso que lleva su tiempo”.
Fares también anticipa que al inicio habrá un necesario “ejercicio de calibración del sistema” hasta consolidar una metodología confiable. Solo entonces —agrega— el sistema entrará en régimen, permitiendo automatizar tareas y facilitar la toma de decisiones.
La decisión que marca la diferencia
Llegar a conocer “ese bendito número”, como lo llama Fares, no debe verse como una meta inalcanzable. “Lo principal entonces será tomar la decisión de que evidentemente llegó la hora de comenzar a seguir, de manera sistemática, lo que está ocurriendo con el aspecto económico y financiero de MI tambo”.
Este punto de partida exige dejar atrás prácticas del pasado y encarar una gestión moderna, sostenida en datos. “Ya no es posible seguir haciendo las cosas como en el pasado, que los tiempos cambiaron, que el negocio del tambo ya no es lo que era”, afirma.
Fares señala un momento oportuno: el cierre del ejercicio económico, el 30 de junio. “Quedará en la decisión de cada empresa si dedicarse a recopilar toda la información necesaria para llegar a conocer cuál fue el resultado del ejercicio que acaba de concluir, o si el foco estará puesto en comenzar a llevar los datos en este nuevo ejercicio”.
Menos margen para errores
Una vez conocido el estado económico de cada tambo, el siguiente paso será trazar estrategias. Porque, como concluye Fares, “en los tiempos que corren hay poco margen para cometer equivocaciones que después pueden costar caras”.
FUENTE: Todo Lechería