Es que además de encabezar el triste ranking de suicidios, “nuestra profesión, así como es hermosa y apasionante, es la que tiene el más alto índice de alcoholismo, de divorcio, y hay muchas cosas que no se contemplan para evitarlo”, consideró Lell.
Además, “el tema de la depresión es muy difícil abordarlo porque nos creemos muy autosuficientes y siempre estamos para los demás. Y yo creo que tenemos que empezar por nosotros, queremos, valorarnos y no esperar cuando necesitamos pedir ayuda”, agregó.
Amor propio
“La profesión veterinaria es hermosa y deberíamos disfrutarla con alegría, pero sin embargo hay colegas que llegan a los 50 años y ya no quieren seguir ejerciendo. Lo hacen porque no les queda otra. Tenemos que querernos a nosotros mismos y entender que no está bien consagrar nuestra vida al trabajo”, enfatizó Lell.
En el fragor del día, entre urgencias, atenciones y guardias, “muchos se pierden, no otorgan la importancia que merece su persona y su familia. Además de cansados, algunos terminan mal, por ejemplo, caen en adicciones”, observó Lell. Y en casos extremos, se abandonan y se dejan ir.
"Hay colegas que llegan a los 50 años y ya no quieren seguir ejerciendo. Tenemos que entender que no está bien consagrar nuestra vida al trabajo" "Hay colegas que llegan a los 50 años y ya no quieren seguir ejerciendo. Tenemos que entender que no está bien consagrar nuestra vida al trabajo"
La profesional consideró que, ante todo, “identificar que hay un problema ya es un montón. Y a continuación, hay que aprender a pedir ayuda cuando se la necesita, sin esperar a llegar a esos extremos”.
Parte de ese amor propio es “no permitir ni dejar avanzar los escraches de violencia, las agresiones, el hostigamiento que se da no sólo por parte de tutores sino también de los propios colegas. Y nosotros tenemos un código de ética que respetar”, afirmó.
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“Cuando nos ocurren estas cosas entramos en el miedo, en una postura de no luchar, no pelear, pensando que ya se va a olvidar (el agravio en redes). Y yo creo y tengo mi firme convicción de que cuando pasa, no hay que esperar, porque si no nosotros mismos damos pie a que vuelva a ocurrir. En cambio, si lo frenamos de entrada, logramos corregir una conducta y esto sirve como una guía para la sociedad”, añadió.
Educación en gestión de emociones
En todo momento, Lell valora el apoyo incondicional de su esposo en los dos años en los que padeció hostigamiento, amenazas y atravesó una serie de instancias legales hasta que todo terminó en un fallo judicial. También reconoce que, para hallar un equilibrio durante ese tránsito, acudió a otras terapias de gestión y contención emocional, para sobrellevar estos tragos amargos.
Es que “lamentablemente en las facultades no nos preparan para esto, ni para otras situaciones muy duras como la eutanasia”. Es por ello que la profesional considera que dentro del plan de estudios “debe haber una materia de gestión de emociones”.
En la parte de gestión emotiva, me tuve que armar sola de las herramientas necesarias para fortalecerme y enfrentar estas situaciones En la parte de gestión emotiva, me tuve que armar sola de las herramientas necesarias para fortalecerme y enfrentar estas situaciones
“Nosotros los veterinarios tenemos ese grave problema en la formación. Yo estudié en la Facultad de Esperanza, con un excelente nivel en todo lo que respecta a la Clínica. Rendí 50 materias, pero en la parte de gestión emotiva me tuve que armar sola de las herramientas necesarias para fortalecerme y enfrentar estas situaciones”.
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Desde ya, en el propio colegio entrerriano -que por el caso del fallo a favor de su presidenta recibe numerosas consultas de profesionales en situaciones similares- evalúan crear un departamento de salud mental o un espacio similar, para brindar una asistencia más formal a sus afiliados, además de capacitaciones en la temática, que ya están en marcha.
Cómo actuar, paso a paso
Desde el Colegio de Médicos Veterinarios de Entre Ríos vienen trabajando activamente en la prevención y en la difusión del procedimiento correspondiente frente a un caso de difamación, hostigamiento o “escrache de violencia” en redes sociales.
Concretamente, y frente a un agravio, el profesional veterinario debe tomar capturas del posteo, conservarlo, y con esta prueba acudir a un escribano público para que labre un acta notarial. Luego, a través de un abogado, debe enviarse una carta documento al agraviante, exigiendo que se retracte de sus dichos.
Si esa gestión no resulta, se acude a una mediación judicial y en caso de que ésta fracase, la cuestión pasa a juicio, tal como ocurrió con Lell, y en donde la pena impuesta a la agraviante fue un resarcimiento económico.
A tribunales, sin miedo
En 2020, la profesional graduada en la FCV de Esperanza, recibió el llamado de una tutora para solicitarle una visita urgente a domicilio, a la que no pudo porque en ese preciso momento “yo estaba en una cirugía con un animal anestesiado. Le expliqué esto, y le recomendé un colega para que acudiera. Pero no lo entendió y entonces me difamó en redes sociales acusándome de abandonar su perro y dejarlo morir”, recordó la MV.
Por este caso, que terminó en tribunales ordinarios, Lell también recibió incluso amenazas de muerte. Pero nada de esto la amedrentó, y siguió con los pasos legales, convencida de que tenía razón y que no debía dejar pasar estos hechos agraviantes.
“Nunca me puse a pensar si iba a ganar dinero o no con este juicio. Lo hice por una cuestión moral y de conciencia. Y porque yo sabía internamente que iba a salir todo bien”, expresó la presidenta del CMVER.
Marcando un precedente judicial
El caso, que se resolvió a favor de la profesional, marcó un precedente judicial y dentro de la comunidad veterinaria, al ser el primero en llegar a un tribunal ordinario y obtener un fallo ejemplar y ejemplificador para evitar que se sucedan estos tipos de hostigamientos, y para que los profesionales se animen a ponerle un freno.
Fue un acto de justicia no sólo para mí sino para muchos colegas, porque ya sabemos cómo actuar. Tenemos una herramienta Fue un acto de justicia no sólo para mí sino para muchos colegas, porque ya sabemos cómo actuar. Tenemos una herramienta
“En su momento, mi abogado me advirtió que todo podía salir bien como mal, porque nos basamos en las capturas de pantalla de los agravios en Facebook, algo que por ahí los jueces lo descartan como prueba. Seguí adelante y salió bien”, comentó la MV, que ejerce la profesión desde hace 15 años.
Lell, que manifiesta sentirse “reparada, sanada y fortalecida” tras esta sentencia inédita en su tipo en Argentina, considera que su experiencia fue “un acto de justicia no sólo para mí, sino para muchos colegas, porque ya sabemos cómo actuar. Tenemos una herramienta”.
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Asesoramiento a veterinarios
Desde que se dio a conocer la experiencia y la sentencia a favor de Lell y su tarea junto a otros profesionales en contra de los “escraches de violencia” y el hostigamiento, “recibo llamados constantemente de todos lados: de Buenos Aires, de Córdoba, de Rosario, de muchas provincias. Y yo dejo abierto mi teléfono para que me consulten”, comentó la profesional.
Además, “nuestro abogado del Colegio es una persona que está disponible para los matriculados que sufren este tipo de agravios y les damos así un aval legal. Él los guía, los acompaña y luego cada profesional buscará su defensa, de ser necesario”.