A fines de julio se llevó a cabo un encuentro virtual sobre la Sarna bovina, una enfermedad sumamente relevante.
Organizado por el Colegio de Veterinarios de la provincia de Buenos Aires, quien estuvo a cargo de la disertación fue la Dra. Mercedes Lloberas, referente del laboratorio de Parasitología del INTA Balcarce.
En ese marco y de manera online, Lloberas destacó que en los últimos años han surgido muchos casos, lo cual presenta cierto tipo de alerta y atención para los productores y veterinarios debido a las importantes pérdidas que causa.
La sarna es de distribución mundial, y resulta curioso saber que, si retrocedemos en la historia, hay reportes de sarna desde el año 700 antes de Cristo, pero en ovinos; y bovinos se empezó a estudiar recién en el 1780.
Como todas las enfermedades, para tratarlas hay que entenderlas y saber que su manifestación depende de un agente causal -en este caso es el ácaro de la sarna-, un hospedante -pueden ser bovinos u ovinos- y el ambiente.
“Con respecto al agente, hay tres familias importantes. La sarna demodexica da una lesión de tipo profunda; después está la sarna sarcóptica, que genera lesiones de tipo cavernosas, y la más importante de mayor prevalencia, es la familia de la sarna psoróptica que tiene determinadas características diferenciales que causan lesiones importantes”, sostuvo Lloberas.
Para establecer el método de control, la experta asegura que es importante conocer el ciclo de vida.
“Tenemos que saber que es un parásito obligado y el ciclo completo tarda entre 10 a 12 días. Muchas veces nos consultan cuánto tiempo está en el ambiente, y la duración fuera del huésped es de 12 a 15 días, cuestión que también hay que tener en cuenta”.
La lesión que produce en el hospedador es una dermatitis pruriginosa, exudativa, hiperquerostática, y muy contagiosa.
“Las primeras lesiones aparecen a las 2-3 semanas de infestación en unos pocos animales. Cuando pasamos la mano por el bovino podemos palpar microúlceras producidas por los ácaros y una reacción de hipersensibilidad inmediata”, resaltó.
Y agregó: “Es muy contagiosa la enfermedad y lo que genera es un intenso prurito, provocando que el bovino deje de moverse y comer para rascarse, sumado a lesiones generalizadas en la piel -costras, pápulas, excoriaciones-. Las localizaciones típicas son en la región de la cruz y el nacimiento de la cola; y más tarde el dorso y los flancos”.
Impacto económico
Estas lesiones en la piel no causan únicamente daños superficiales, sino que desencadenan en una secuencia de malestares que puede llegar hasta provocar la muerte del animal.
“Las pérdidas económicas son de diferente grado dependiendo de hasta donde lleguen las lesiones, la superficie corporal afectada y también las infecciones u otras enfermedades que predisponen la sarna. Esto, sumado a la pérdida de peso y estado, los medicamentos utilizados, los tratamientos antisárnicos, las instalaciones que tienen que mantenerse, mano de obra y movimiento de hacienda”, explicó Lloberas. Y subrayó que siempre van a depender del grado de importancia que tenga el brote de sarna.
Cuando el grado de infestación es leve, las pérdidas estimadas por animal a causa de sarna son de 2 a 10 kg; cuando es moderada la infestación, se estima entre 15 a 20 kg y cuando es grave impacta con disminuciones de entre 25 a 50 kg.
“La evidencia muestra que en general uno subestima las pérdidas producidas por la sarna. Cuando el grado de infestación es leve, las pérdidas estimadas por animal son de 2 a 10 kg; cuando es moderada, la infestación se estima entre 15-20 kg y cuando es grave de 25 a 50 kg. También es interesante saber cómo disminuye el consumo cuando comienza el brote. Luego del tratamiento, vuelve a repuntar”.
Para evitar estas pérdidas económicas, la referente del INTA considera importante hacer un correcto diagnóstico para diferenciarla de otras enfermedades.
“El diagnóstico se realiza mediante el raspado de la zona afectada, pero otra forma es utilizando como muestra una botella con agua caliente -para favorecer el movimiento de los ácaros- con una tela o papel color negro con una lupa común. es un dispositivo fácil y eficaz para armar si están en el campo”.
¿Cómo y cuándo controlar?
No hay una receta de control ya que cada campo es diferente, pero sí Lloberas destaca que hay algo casi seguro para todos los casos: hacer un control integrado. Dentro de este control, existen distintos tratamientos:
Tratamientos preventivos: “Los recomendamos al ingreso de los animales. Se debería utilizar un endectocida -que podría ser una ivermectina- pensando en sarna y en piojos chupadores; sumarle un levamisol y un piojicida. En el caso de feedlot, tratamos de que los animales vayan a corrales de acostumbramiento ya que esto actúa como cuarentena”.
Tratamientos curativos: “Son los que se aplican directamente cuando efectivamente se hace un diagnóstico de sarna. Se pueden hacer con distintos grupos químicos -fosforados orgánicos, amidas cíclicas, piretroides sintéticos, lactonas macrocíclicas-. En el caso de utilizar baños de inmersión, se recomiendan dos aplicaciones con 10 días de intervalo. Con endectocidas, siempre recomiendan una aplicación, pero muchas veces es conveniente realizar dos aplicaciones para evitar tener problemas por una mala administración o también por fallas en el primer tratamiento”.
“Los tratamientos también pueden ser por aspersión, aunque aquí las causas de falla son muy comunes. Puede suceder que haya un mojado incompleto, presión excesiva o volumen de mojado insuficiente. En ovinos tampoco se recomienda, se usa para los piojos y malófagos”, detalló Mercedes Lloberas en su presentación.
Y continuó: “Otro tratamiento es el de inmersión, que, si uno puede elegir, es la mejor forma para tratar. Dos baños con tres hundimientos de cabeza por cada animal para que queden bien mojados.
Teniendo en cuenta todos los recaudos, es la mejor manera, pero los bañaderos ya no quedan y es bastante difícil ponerlo en práctica hoy en día”.
Finalmente, la profesional explicó que el tratamiento sistémico es el más práctico y utilizado. “En este caso también puede haber fallas de tratamiento por sobredosificación, tratamiento solo de lesionados, falla en la técnica de inyección y el intervalo entre tratamientos es fundamental”.
En resumen, la profesional del INTA generó un interesante repaso con profesionales veterinarios respecto de la sarna, una problemática olvidada que volvió a estar presente.
¿Por qué pueden fallar los tratamientos?
Durante su presentación, Mercedes Lloberas expuso un estudio realizado en 2016, en el cual se inspeccionaron 83 establecimientos donde los productores declararon tener problemas para controlar la sarna. Las principales causas de falla de los tratamientos fueron las siguientes:
- 28%: Error de repetición: no daban segundas dosis en el momento apropiado.
- 25%: Error en la dosis empleada.
- 22%: Fallas por instrumental en mal estado.
- 19%: Errores por utilizar productos no aprobados.
- 3%: Fallas por realizar un tratamiento equivocado.
Además, hay varios otros errores comunes que se dan en los tratamientos.
Estos pueden ser, por ejemplo, no coordinar tratamientos con los establecimientos linderos; mezclar productos o utilizar aquellos no indicados; realizar intervalos entre tratamientos incorrectos; no marcar correctamente los animales tratados; no contar con el personal necesario y el uso de jeringas mal calibradas y/o agujas inapropiadas.