Cerca del 85% de las empresas de nuestro país son familiares y, en conjunto, explican algo así como el 55% del PBI nacional. De más está resaltar la importancia que tenemos en conjunto y la trascendencia que cobra el lograr mantener activas nuestras compañías a lo largo de las generaciones.
Hace 12 años, cuando ingresé a Fatro Von Franken era otra y no sabía lo que me esperaba. Hoy creo en la posibilidad de transformar y seguir creciendo como empresa, sin perder el eje y los valores que nos permitieron llegar hasta acá: trabajamos con compromiso, nos tratamos con respeto, impulsamos la mejora continua, fomentamos el trabajo en equipo y nos escuchamos para estar cerca.
Efectivamente, la nuestra es una empresa familiar que se dedica exclusivamente a la elaboración y comercialización de medicamentos de uso veterinario.
Fue fundada hace 63 años y luego adquirida con mucho esfuerzo por dos de sus actuales dueños, mi padre -Norberto Benzaquén-, y mi tío, Marcos Hadida. Cuarenta años más tarde, Fatro -laboratorio líder en Europa- comenzó a formar parte de la sociedad, dándole el nombre actual de Fatro Von Franken. Pasó el tiempo y más de uno en la empresa se acuerda todavía de mí, con 7 u 8 años, dando vueltas por la misma oficina desde la cual ocupo la gerencia comercial para Argentina y Comex actualmente.
En este tiempo, también se produjo el ingreso de mi cuñado Norberto Borzese, como gerente de operaciones. Otro punto de inflexión: nos convertimos en agentes del cambio y fuimos encarando proyectos para crecer y profesionalizar la compañía.
Trabajar en familia
El día a día con la familia es divertido. Las decisiones las tomamos los 4 en el Comité de Dirección. También en este ámbito tuvimos que organizarnos; dividir funciones y responsabilidades, así como también lograr una clara separación entre “los asados del domingo” y nuestras tareas laborales específicas.
Dos son al menos las cuestiones que sostienen este funcionamiento.
En primer lugar, cuidar el respeto y la manera en que nos tratamos (aunque no en todo estemos de acuerdo) y luego, no perder de vista que realmente nos divertimos. Nos gusta hacer lo que hacemos.
Claro que no todo es sencillo y mucho menos en tiempos de transformación como los que la empresa vivió en los últimos 6 años en los que tuvimos un crecimiento muy importante: en volumen de venta, en espacio, en imagen institucional y en equipo de trabajo.
De 35, pasamos a ser 107 personas trabajando en la compañía. Pasamos de 6 a 20 profesionales y de 1 a 7 veterinarios en el equipo. Las exportaciones que representaban menos del 15%, ahora concentran la mitad de la facturación y tenemos presencia en toda la región, con posiciones sólidas y de liderazgo.
La profesionalización vino de la mano de incorporar mandos medios para sostener esta nueva estructura.
Fortalecimos las áreas de Calidad para estar en condiciones de entrar en nuevos mercados, más exigentes, y tener la seguridad de poder escalar la operación manteniendo los estándares que siempre nos identificaron.
También conformamos un área nueva para desarrollar la generación de demanda y así acercarnos más a los usuarios y veterinarios. Además, formalizamos la creación del área de Recursos Humanos para dar soporte a tanta gente y poder cuidar lo más valioso que tenemos.
Todos estos cambios, en el marco de este modelo de empresa, familiar como el de tantos casos en Argentina.
Las inversiones son un capítulo aparte: edilicias, en equipamiento, en personal, en acciones de promoción y en comunicación.
En los últimos años, aumentamos cuatro veces nuestra capacidad productiva.
Asimismo, decidimos también invertir en acciones de marketing para hacernos visibles, para contar sobre nosotros y sobre los productos que ofrecemos.
En general, todo lo hicimos con capital propio y con “pie de plomo”. Está en nuestra esencia ser cautelosos, mesurados y avanzar sin prisa, pero sin pausa.
Y funcionó. Crecimos y nos ordenamos para seguir creciendo.
Entre nuestras fortalezas destaco que siempre fomentamos la diversificación de mercados y líneas de productos. Eso nos hace mitigar el riesgo en un contexto tan volátil e incierto.
Además, la sociedad con Fatro y poder contar con productos innovadores, nos da prestigio y distinción.
La línea reproductiva es el corazón de nuestro negocio en Argentina y el mundo. Logramos un producto de alta calidad y fortalecimos nuestra marca Dispocel como nunca lo hubiéramos imaginado. Estamos llegando a elaborar más de 4 millones de dispositivos por año, cumpliendo con todas las órdenes y la demanda generada.
La inversión en acciones de generación de demanda y comunicación nos permitió crecer en el segmento de lechería, en el cual esperamos seguir ampliando nuestra participación. A la vez, ofrecemos productos elaborados en nuestra planta, asegurando los mayores estándares de calidad.
Tenemos muchas perspectivas de seguir creciendo con la línea para animales de compañía, que es la más joven de nuestras líneas y que está cada vez más sólida en su posicionamiento de mercado.
La pandemia nos puso a prueba
Pero no todo es color de rosa. Crecer también duele. Trae desorden, confusión, resistencia, equivocaciones, decisiones difíciles, temor y rispideces. Y más aún si esto ocurre en el seno de la familia.
Como todas las empresas del país, nos movemos en un contexto de incertidumbre, con una enorme presión impositiva, costos en aumento y reglas no siempre claras, que afectan nuestra evolución. Sin embargo, hacemos lo posible por ser competitivos y encarar el desafío que proponen muchas compañías pujantes del sector.
A todo esto, en el año 2020 entró en juego la pandemia que nos puso a prueba como empresa, como empleados, como líderes y como familia.
Recuerdo el día que anunciaron el confinamiento y la sensación de saltar al vacío. Recuerdo el primer zoom y la primera gran decisión conjunta: “No podemos parar, debemos seguir adelante como sea”.
Nos salvó la red, la comunicación entre nosotros, con nuestros principales clientes y proveedores; con algunos colegas, el apoyo total del equipo de Fatro Von Franken y la determinación de avanzar.
Aún no sabíamos que íbamos a poder organizarnos; que la demanda iba a sostenerse e incluso superar ampliamente el presupuesto; que íbamos a poder sortear las trabas operativas y responder aún trabajando en burbujas bajo protocolos muy estrictos y con el equipo comercial y técnico desde sus casas.
La prioridad era y es clara: cuidarnos, cuidar la salud y cuidar el trabajo de todos.
Se tomaron decisiones muy difíciles rápidamente y tuvimos que cubrirnos unos con otros. No solo en el trabajo sino también en nuestra familia, sin poder salir a trabajar o ir a la escuela. Ya lo dijo Nietzsche, lo que no te mata te fortalece. Y acá estamos, hoy mucho más fuertes..