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SUSCRIBITE Cuando analizamos las pérdidas económicas generadas por problemas sanitarios en la ganadería bovina argentina, vemos que las mismas ascienden a los $28.000 millones, de los cuales $14.000 millones corresponden a las que son originadas por la presencia de parásitos, en general de manera subclínica.
Como ejemplo, podemos mencionar que en el período marzo – octubre nuestro rodeo tendrá una recría de 13.000.000 de terneros, los cuales ponen en juego 30 kilos de ganancia de peso, los cuales pueden verse afectados a causa de las parasitosis.
Dado que se emplean alrededor del 54% de las dosis necesarias, los técnicos estiman que, de esos 30 kilos, se perderán 15 kilos por animal.
Esto nos arroja una pérdida estimada para la recría (en el período mencionado) de $7.000 millones. Es por este motivo que las parasitosis son la primera causa de pérdidas en la productividad
Los problemas ocasionados por las parasitosis quedan en evidencia al comparar el número de dosis que técnicamente se deberían usar: 211 millones de dosis para animales de 200 kg, frente a las que realmente se usan: 100 millones de dosis en todo el rodeo nacional, situación que los especialistas evalúan en una pérdida de
$14.000 millones; alrededor de $7 por cabeza.
ganadera de la Argentina.
Dada la importancia del fenómeno y estudiando la eficacia de las drogas utilizadas, en el año 2004 se realizó un trabajo en el cual participaron de manera conjunta, la FAO, el INTA (a través de su Área de Parasitología) y el Senasa, en el cual se hicieron las primeras confirmaciones oficiales sobre la presencia de resistencia a los antiparasitarios en la Argentina.
Allí se determinó que la droga con mayores casos de resistencia era la Ivermectina, presentándose situaciones de resistencia a los Bencimidazoles y siendo el Levamisol la droga con menor resistencia. Desde ese momento y hasta la fecha, los investigadores han confirmado que este proceso ha evolucionado.
Si bien son limitados los casos en los que se observa la falla del tratamiento de manera clínica, el diagnóstico de resistencia es frecuente.
¿Cuál es el problema?
Las razones por las cuales se ha instalado la resistencia son varias, entre ellas podemos identificar el sobreuso de determinadas drogas, la falta de diagnóstico para la indicación del tratamiento, la dosificación incorrecta y el uso de productos con eficacia limitada. Más allá de esto, el principal responsable de la instalación de la resistencia en las pasturas es la falta de una rotación estratégica de las drogas antiparasitarias y la participación del veterinario en el diagnóstico y la indicación de uso del antiparasitario adecuado para cada categoría, considerando época del año, temperatura y humedad del ambiente.
Lo cierto es que el diagnóstico de resistencia está confirmado y ahora nos resta desandar el camino sobre el cual se cometieron los errores que nos llevaron al presente y formalizar estrategias que nos permitan mitigar y revertir -en la medida de lo posible- los efectos de un fenómeno que nos hace correr el riesgo de perder algunas drogas como herramientas fundamentales en la productividad ganadera: los antiparasitarios.
¿Qué hacer?
La rotación estratégica de drogas, considerar a las pasturas como los reservorios de la resistencia y la realización de controles post tratamiento, se muestran como las herramientas más eficaces para esta nueva etapa.
En cuanto a la rotación estratégica de las drogas debemos considerar no solo la alternancia entre las Ivermectinas y los Bencimidazoles, sino también la inclusión del Levamisol, droga que, si bien cuenta con un espectro limitado a los parásitos adultos, no presenta casos de resistencia.
En el Cuadro que acompaña este texto podemos ver, de manera esquemática y pasible de ser modificado de acuerdo a la indicación del veterinario actuante, de qué manera podemos rotar las drogas de acuerdo a la época del año y las categorías de animales.
Los más destacado es ver cómo durante todo el año podemos indicar al Levamisol como la droga de elección para desparasitar a los animales que ingresen al establecimiento; sobre los cuales desconocemos el tipo de tratamiento antiparasitario han recibido y a través de los cuales podemos ingresar a nuestros potreros parásitos resistentes.
De la misma manera, se indica esta droga para los cambios de potrero dentro del mismo establecimiento; cuando se mandan animales infestados a pasturas limpias, como manera de interrumpir los ciclos de resistencia y trabajar con el objetivo de limpiar las pasturas. Por otra parte, se indica Levamisol como primer tratamiento en los animales jóvenes con el fin de iniciar el ciclo sin posibilidades de resistencia en esta etapa.
Otra indicción posible es para el caso del ingreso de tropas a feed lot en las cuales se impone el control de eficacia post tratamiento y en los casos de encontrar cargas de huevos residuales.
Tal como se muestra, a partir de abril debemos comenzar con el uso de Ivermectinas o Bencimidazoles, de acuerdo a las referencias que se tengan sobre resistencia, las condiciones de temperatura y humedad. El hecho de entrar en época de presencia de ecto parásitos puede ser un motivo de indicación de Ivermectinas, siempre que se consideren las demás variables.
A partir del mes de julio, y tal como se indica, debería usarse una droga perteneciente al grupo distinto al usado en el período anterior, siempre considerando las condiciones mencionadas de resistencia, categoría, temperatura, humedad y características de la pastura.
De esta manera llegamos al último período del año en el cual el criterio del médico veterinario determinará la droga a usar en este período, repitiendo un de las usadas en los períodos anteriores, luego de análisis de las condiciones referidas anteriormente.
Este esquema trata de presentar al uso de las drogas antiparasitarias de manera estratégica, sin querer generar una receta, ya que esta alternancia necesita de la participación activa del veterinario para convertirla en la indicación precisa para una tropa con determinadas características, las cuales seguramente serán distintas hasta par otra tropa dentro del mismo establecimiento.
Aplicando estos conceptos a nivel general y como manera de medición, podemos decir que para una rotación estratégica eficiente se deberían usar a lo largo del año considerando el 100% de las dosis usadas, el 30% de las dosis debieran corresponder a Levamisol, el 35% a Bencimidazoles y otro 35% a Ivermectinas, mientras que en la actualidad los porcentajes de uso son: Ivermectinas (80%), Bencimidazoles (18%) y Levamisol (2%).
Revertir esta situación nos permitirá evitar las pérdidas económicas por parasitosis, logrando minimizar los efectos de la resistencia.
Esto será posible mediante la interacción de los técnicos y los veterinarios con el productor, quien deberá visualizar este tema como una herramienta fundamental para lograr una producción eficiente.
UNA NUEVA VISIÓN PARA LOS PROFESIONALES VETERINARIOS
Las parasitosis por lombrices, tienen un rol preponderante en la recría bovina, en el período que va desde el destete hasta la primavera. En la medida que se intensifican los sistemas productivos, la parasitosis se presenta como una limitante cada vez mayor y, en algunos casos, pone en riesgo la viabilidad económica de los establecimientos ganaderos. Es por esto que, en aquellos planteos con alta carga animal, definitivamente, es la enfermedad número uno a controlar.
En sistemas pastoriles, independientemente de las condiciones climáticas y de manejo, un alto número de productores aplica sin discusión dos tratamientos antiparasitarios fijos, al destete y en la segunda quincena de noviembre.
Es en el período entre ambos tratamientos, durante otoño e invierno, cuando las parasitosis representan el mayor problema con dos presentaciones: una clínica y otra subclínica. En la primera, los síntomas (con la diarrea como principal cuadro) resultan evidentes, pero para cuando esto se detecta el animal ya perdió entre 40 y 50 kilos de ganancia de peso.
Mientras tanto, la parasitosis subclínica, aquella que no presenta síntomas, compromete unos 30 kilos por animal, por lo que cobra vital importancia atender a tiempo la problemática y evitar su efecto.
El profesional veterinario puede actuar detectando precozmente las formas subclínicas y su principal aliado en esta tarea es el control de HPG. Es decir, el conteo de huevos en materia fecal, que sumado al conocimiento del comportamiento de las parasitosis y las particularidades del establecimiento asesorado, le permitirá al veterinario decidir el tipo de tratamiento antiparasitario a aplicar.
Esto se vincula directamente con el escenario de resistencia antiparasitaria.
En estos casos, además de detectar cuándo desparasitar, el profesional debe saber con qué hacerlo. Es decir, cuáles son las drogas que mejor funcionan y como rotarlas, según las circunstancias.
En base a un estudio publicado a fines del año pasado, sobre un total de 62 establecimientos de todo el país, se concluyó que la ivermectina, la droga más utilizada entre los antiparasitarios (85%) es la que presenta mayores niveles de resistencia. Sin embargo, por el momento, hay otras que pueden suplir su efecto.
En cuanto a los costos, por fuera de los honorarios profesionales, y si se tiene en cuenta que en promedio se concretan tres visitas en el período más crítico (entre mayo y noviembre) y que, en cada caso, se toman 10 muestras por lote, para el productor representa un desembolso de no más de $ 2.500 por tropa en todo el año, versus poner en riesgo una pérdida de peso de hasta 30 kilos por animal, solo a causa de la parasitosis subclínica.
El resultado: desparasitar cuando es necesario y con el antiparasitario indicado.
Debemos desmitificar el control parasitario: sin dudas, es sencillo, práctico, útil y rentable.