al igual que un maratonista que necesita un concreto punto de llegada, fijar objetivos claros y definidos en la compañía, independientemente del tamaño y estructura que tenga, es fundamental. Por eso es imprescindible en primer lugar, tener claro dónde estamos, hasta dónde queremos llegar (en cuánto tiempo), para así ir dando los pasos adecuados en la dirección correcta.
También es de suma importancia que ese crecimiento pueda ser medido: que existan parámetros cuantificables que actúen como sensores de los resultados.
En ocasiones conviene establecer un objetivo a largo plazo y fijar metas intermedias, más acotadas y escalonadas camino al objetivo definitivo. Esto permite realizar los ajustes o modificaciones necesarias en pos de un mejor resultado final.
¿Pero cómo establecer objetivos dentro de un centro veterinario? ¿Qué se puede medir? Cuando hablamos de mediciones y objetivos, lo primero que suele venir a la mente son factores como la rentabilidad, los gastos y la facturación: parámetros que estamos acostumbrados a observar y analizar en forma numérica. Sin embargo, casi todos los aspectos podrían ser factibles de medición y en base a cada uno de ellos podrían establecerse objetivos.
Objetivos que motivan
La motivación del grupo de trabajo es un factor clave y se traduce directamente en la energía y el esfuerzo aplicados hacia el logro de los objetivos de la empresa.
Los objetivos deben representar un desafío y una innovación y deberían estar ligados a un sistema de incentivos, para fomentar el entusiasmo y el compromiso de los integrantes del equipo.
Además de la importancia de establecer metas, es clave que sean comunicadas en forma clara y tendiente a la alineación de los esfuerzos de todos los miembros del grupo. La comunicación interna debe ser fluida, con una precisa asignación de responsabilidades y también realizada periódicamente, para mantener a todos debidamente informados.
El reconocimiento a la tarea desempeñada, el sentimiento de que se va mejorando y el hecho de ser escuchado, son valores que tienden a alinear los objetivos personales con los objetivos de la organización, logrando indefectiblemente mejores resultados para la compañía.
Delegación efectiva
Establecidos los objetivos y metas que se quieren alcanzar, se puede lograr una delegación efectiva dentro de la organización.
La delegación efectiva no es otra cosa que permitir y facilitar a la o las personas que conducen una empresa, la posibilidad de poder concentrarse en actividades que, en general por falta de tiempo material, quedan desatendidas y postergadas.
Resulta de vital importancia para la profesionalización de las organizaciones, sin importar el tamaño de la misma, para permitir a sus líderes la transición de realizar tareas operativas hacia dedicar su tiempo a definiciones estratégicas.
La generación de nuevos negocios, el diseño de adecuadas estrategias de marketing, el control de los proyectos en ejecución y el estudio y evaluación de nuevos proyectos son algunos ejemplos de las acciones que no pueden ser encaradas por los empresarios, debido a una sobrecarga de tareas operativas que sin duda podrían ser delegadas.
Junto con una clara definición de los objetivos, es imprescindible poder monitorear en forma sencilla y eficiente la situación y los avances de los diferentes sectores de la empresa, a través de adecuados tableros de control de gestión y KPIs (Key Performance Indicators o Indicadores Clave de Desempeño). Estos tableros permiten medir y visualizar las áreas clave, evaluar situaciones y tomar decisiones rápidas y efectivas como en el caso de detección de maniobras o acciones que pudieran atentar contra los objetivos delineados. Podemos mencionar como ejemplos para un centro veterinario la tendencia de la rentabilidad, la fluctuación en la frecuencia de compra de los clientes, margen por tipo de producto/servicio, etc.
*Este artículo fue publicado en Revista 2+2 (Septiembre 2017). Disponible ya en www.dosmasdos.com.ar.