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Por el Dr. Rodolfo Acerbi |
Continuando con el tema planteado en la edición anterior, cabe mencionar que la tercera aproximación, y la que toma más importancia en el proyecto Welfare Quality aprobado por la UE, es el uso de medidas basadas en los propios animales. El bienestar de un individuo a menudo se evalúa en función del esfuerzo que tiene que hacer éste para poder superar las condiciones sociales y físicas a las que le somete su entorno, lo que es, a su vez, un reflejo de su estado mental. En relación a este esfuerzo de adaptación, el individuo puede encontrarse en tres situaciones distintas.
En primer lugar, que el animal se vea superado por las condiciones del ambiente, en cuyo caso puede sufrir enfermedades de índole diverso e incluso llegar a morir.
En segundo lugar, que el animal consiga adaptarse a las condiciones ambientales, pero que la superación de estas condiciones resulte difícil desde el punto de vista de los costos que el propio proceso de adaptación tiene para el individuo.
Y finalmente, la tercera situación en la que puede encontrarse un animal es que la adaptación al ambiente no le resulte difícil y no le suponga ningún costo biológico. En este caso, el bienestar animal será óptimo.
Así, niveles elevados de cortisol en plasma o heces, frecuencias cardiacas elevadas, conductas de huída, miedo o estereotipias, además de una pobre condición corporal, enfermedades o presencia de heridas, son medidas válidas para valorar el bienestar.
No obstante, no todas estas medidas se pueden utilizar de forma práctica en el campo o el matadero. Por ejemplo, medidas fisiológicas como muestreos sanguíneos requieren una manipulación de los animales que son por sí mismas fuente de estrés si el animal no está acostumbrado a este manejo.
Por lo tanto, la mayoría de las veces, es mejor optar por medidas de comportamiento y de salud (Capdeville y Veisser 2001; Sorensen y col. 2001) que requieren un manejo mínimo. Estos aspectos, por tanto, deben considerarse a la hora de introducir un determinado parámetro dentro del protocolo de valoración final del proyecto, ya que en comparación con las medidas basadas en los recursos, las medidas basadas en los animales consumen más tiempo y son difíciles de obtener.
Los sistemas para valorar y hacer un seguimiento del bienestar necesitan ser validados antes de considerarse su introducción en este protocolo. En ensayos biológicos, la validación debe basarse en el estudio de su exactitud, repetibilidad, fiabilidad y sensibilidad.
Como no hay estándares «de oro» en materia de bienestar (que marque el valor real), la exactitud de un método no se puede testear directamente y se debe optar, al menos, por testear obligatoriamente su validez.
Durante los últimos dos años se ha estado trabajando en la validez de diferentes parámetros para estudiar su inclusión en este protocolo y actualmente nos encontramos en la últimas fases de validación, en la que cada parámetro será evaluado en solitario y, posteriormente, en combinación con otros parámetros para ser incluidos en el protocolo final.
Al mismo tiempo, para todos los parámetros se ha hecho un estudio de repetibilidad: se ha asegurado que varios observadores valorando una misma muestra sacaban los mismos resultados. Por último, en la valoración de cada parámetro se incluye el estudio del tiempo o los recursos necesarios para ser tomada, ya que los distintos parámetros deben ser también prácticos.
Los criterios de bienestar considerados pueden dividirse en cuatro grandes categorías: buena alimentación; buen alojamiento; buena salud y capacidad para mostrar conductas propias de la especie.
Conclusión
Son muchos los parámetros que se están estudiando y su inclusión o no depende de factores tales como su validez como indicador de bienestar animal, la facilidad con la que pueda ser valorado por distintos observadores en distintos entornos y condiciones con un error mínimo, que precise de poco tiempo para ser valorada y que combinada con otras medidas dé un resultado final óptimo. Sólo aquellas medidas que cumplan estos requisitos serán incluidas en el protocolo final.
Una vez decididos los parámetros, deberán combinarse las escalas de puntuación de cada uno individualmente para dar un valor final del protocolo en conjunto. Una vez concluido este protocolo, el sector dispondrá de una herramienta eficaz para comunicarse con el consumidor en materia de bienestar animal y esta herramienta será la misma para todos los países de la Unión Europea.
El establecimiento de una etiqueta para toda la UE, a modo de norma de calidad europea, facilitará la elección de los consumidores entre productos obtenidos mediante el cumplimiento de normas de bienestar básicas (las mínimas establecidas en la legislación comunitaria) o normas más elevadas (incluidas en códigos de prácticas voluntarios o en legislaciones de Estados Miembros que vayan más allá de las normas mínimas comunitarias).
En www.welfarequality.net se puede seguir el estado actual de este proyecto europeo integrado y el lector encontrará información complementaria a este artículo ahora y durante toda la ejecución del estudio.