MOTIVAR: ¿Cómo surge este proyecto y de qué se trata?
Nancy Guerrero: Comenzamos a percibir que muchos de los pacientes que se internan tienen animales de compañía en sus casas y, cuando surgía el diálogo en relación a los perros, notábamos cuánto los extrañaban. Así fue que en 2021, se permitió que un niño internado fuera visitado por su perro en más de una oportunidad , pese a que ello aún no estaba admitido en el hospital, y la experiencia fue satisfactoria y nos pareció interesante.
Pasó un tiempo, surgió otra situación similar y a partir de ahí decidimos darle un poco de forma. Coincidentemente Camilo, que en ese momento estaba a cargo de la Dirección, trajo el proyecto de Inka y ahí se fusionaron las dos ideas.
Entonces aparecieron dos opciones: que el paciente traiga su propia mascota a la sala para que lo visite bajo ciertos protocolos; o la participación de Inka con los perros educados para poder hacer distintas intervenciones.
Camilo Espinola: Así fue que empezamos a armar un proyecto acorde a un hospital de niños y apareció Caro Bianchi de la FCV de la Unicen, con quien nos pusimos a investigar dónde se hacía este tipo de proyectos y nos basamos en el del hospital San Juan de Dios de Barcelona.
Buscamos cómo trabajaban y de qué forma lo podíamos adaptar a nuestro sistema. Armamos el proyecto, se lo presentamos al secretario de salud y al intendente de Tandil y lo concretamos.
¿Cómo es el protocolo?
Carolina Bianchi: El proyecto tiene dos ramas, una que tiene que ver con perros adiestrados y que está a cargo de Teresa de Inka; pero también está la posibilidad, porque así lo solicitan algunos pacientes, de que vengan sus propios perros, que deben reunir ciertos requisitos mínimos: que sean sociables, que estén acostumbrados a salir a la calle y a tratar con otras personas, que tengan las vacunas al día, que estén desparasitados y que nunca hayan manifestado agresividad ni patología asociada.
Además, tienen que venir limpios y con mecanismo de sujeción, como mínimo, pretal o collar y correa. Se les da un determinado tiempo donde están los padres, el niño, el perro, para que sea un momento familiar.
N.G: El perrotiene que tener una certificación del plan sanitario al día y esto es una de las cosas que nos llamó la atención: cuando solicitamos la autorización y la certificación del médico veterinario, muchísimos animales de compañía no los tienen, por lo tanto, no pueden ingresar.
Nos preocupa que haya muchísimos perros de la casa que no están vacunados, desparasitados ni tienen los controles veterinarios correspondientes. A ello se suma que hay varias familias que tienen perros un poco más complejos, ya sea porque son demasiado grandes o con algunas características dificultan traerlos a la internación.
C.B: Es precisamente para esos casos que se usan los perros entrenados.
¿Cómo surgió Inka y cuál es el trabajo que hacen en el hospital?
Teresa Lanusse: Surgió de una iniciativa del hospital para llevar perros a la internación y es un trabajo que yo venía haciendo en escuelas especiales, hogares de niños, de adultos mayores, con chicos particulares; pero nunca en el ámbito hospitalario.
Nosotros trabajamos con perros de distintos tamaños y tenemos seis trabajando: desde gigantes a muy chiquitos, además con diferentes edades y cada uno con diferentes capacidades o habilidades, según la necesidad.
Lo primero que hacemos es ir al hospital para saber qué chicos están internados, cuál es la patología, qué necesitan que haga el perro y nosotros. En base a eso, elegimos cuál llevar, qué tipo de intervención vamos a hacer y vamos viendo cómo se da la situación para adecuarnos a ella.
Por ejemplo, si necesitan que un chico salga a caminar, voy a venir con un perro gigante, para que lo estimule a moverse. O por el otro lado, si hay un niño con algún problema más emocional, vamos con un perro chiquitito que lo pueda subir arriba de la cama.
Entre esos dos extremos hay opciones de tamaño de los perros, que van de 4 a 55 kilos. En este contexto, también estamos cuidando al animal. Mi responsabilidad es cuidar su bienestar, por lo tanto, el perro no va todos los días, ni ingresa a todas las habitaciones.
Y otra cosa muy importante es que, si yo veo que un perro está incómodo en una situación, lo saco. Se lo respeta. Por lo tanto, hay un cuidado de la institución, pero también al animal.
¿Y qué características tienen los perros?
C.B: Es importante destacar que no son sólo de raza. Hay perros mestizos, rescatados de la calle hasta otros que Teresa tiene que son propios.
T.L: Por supuesto que tienen que cumplir con requisitos, pero no respecto a la raza, sino que deben ser confiables, que no reaccionen fuera de casa, que pueda ser entrenable, que sea sociable, tiene que estar sano.
Una de mis perras que genera felicidad se llama Rubia y fue rescatada. Recuerdo un ejemplo de una niña que estaba muy inquieta y cuando llegaba esta perra, la tocaba y conectaba instantáneamente con ella. Pasaba de estar rebotando por todos lados a frenar para acariciarla y la perra tiene también el timing de ser capaz de quedarse quieta, envolviéndola.
Simona es otra perra rescatada y yo no conozco a nadie que no la quiera. Todos la piden, la alzan, la suben a sillas de ruedas. El otro es un Terranova gigante, con el que todos quieren sacarse una foto, o Fran, que es un salchicha de pelo duro que tiene un año que ya conocía todos los olores del hospital porque ya iba desde el vientre de la madre. Por lo tanto, depende de cada perro cuál es la actividad que se plantea.
Resultados instantáneos
¿Cuáles son los beneficios inmediatos que notaron en los chicos con la llegada de los perros?
N.G: Primero vemos cómo mejora la experiencia del niño y de su familia en relación al hospital, ya que la internación genera mucho estrés. Entonces, cada visita de los perros cambia la experiencia y la realidad de todos los días, por lo que paciente y la familia logra sublimar la experiencia de la internación.
C.E: Y eso mismo lo vemos en el personal de salud, tanto en médicos como enfermeros, mucamas y personal administrativo. Todos hacen un alto en su tarea para recibir a los perros y ver que el trabajo en equipo funciona.
Hospital de Niños Tandil. terapia con perros (5).jpeg
C.B: Es un momento donde el foco sale de la patología y el dolor. Es un rato donde se nota el bienestar en ese momento.
N.G: En los artículos que hemos revisado en otros lugares donde se puede medir el impacto cuantitativo y cualitativo, se ha demostrado que disminuye la tensión arterial, disminuye la frecuencia cardíaca, mejora la percepción del dolor sobre todo en pacientes oncológicos, mejora el tema del dolor y también disminuye el cortisol.
C.B: Lo primero que se hizo es una capacitación de todo el personal porque hay que entender que no es ni un juego ni un entretenimiento, es una terapia que está bien diagramada en un triángulo que son el médico, Teresa como veterinaria teniendo a cargo los animales y el niño con su familia como el tercer escalón de ese triángulo, y en esa triada es donde aparece el bienestar.
N.G: Además, las familias empiezan a tomar conciencia de lo que puede generar un animal y dimensionan lo que significa.
¿Teresa, cómo tomaste contacto con la intervención asistida con perros?
T.L: Toda la vida me di cuenta que, en momentos difíciles, salí adelante más fácil por tener un perro al lado. Ahí comencé a pensar qué se podía hacer con perros hasta que descubrí en 2015 la posibilidad de estudiar para intervenciones asistidas con perros. En ese momento, se lo consideraba un terapeuta al animal; pero ahora evolucionó y el animal es un instrumento más de la terapia, le sacamos la responsabilidad al animal.
El perro entra dentro de un esquema terapéutico, entonces si el niño necesita conectar más con él mismo para poder salir adelante, usamos al perro como un medio, como una posibilidad de vincularse con alguien que no lo va a juzgar, que no lo está evaluando, que simplemente le está dando cariño, está siendo feliz al lado de él, que le hacen mimos y que el perro siempre va a responder.
Es importante resaltar que no es que con el perro se llega a un lugar distinto, sino que se llega más rápido que con las terapias tradicionales. El perro acelera los procesos para que el niño se sienta bien, que empiece a perder miedo o esa sensación de estar hospitalizado.
De afuera parece que el niño está jugando con el perro, pero en realidad se hace en el marco de una terapia, con una intención y un objetivo bien definido.
Proyecto de expansión
¿Hay posibilidades de trasladar el proyecto a otras áreas del hospital?
C.E: Sí, la idea es poder llevarlo a otros servicios.
N.G: Estuvimos indagando y éste parecería ser uno de los pocos o el único hospital que lleva perros a la cama del paciente internado. Encontramos otros hospitales donde el perro va a la guardia, está por los pasillos, hace las intervenciones desde la rehabilitación; pero que vaya a una sala de internación y se suba arriba de la cama de un paciente internado, no hemos encontrado muchos en la Argentina.
La parte más difícil ya está hecha, ahora falta ampliarlo, pero es necesario revisar los protocolos por ejemplo de la terapia. Luego si estamos viendo ampliarlo a los espacios de consultorios, el salón de espera, pero requiere ciertas características.
T.L: En el caso de los lugares comunes, ahí el cambio es el del perro pasando de hacer terapia al de hacer actividades. Porque en el primer caso, trabaja con lo que el paciente necesita y en lo que hay que mejorar; en cambio cuando trabajas con actividades, trabajas con lo que tenés, y es más lúdico.
¿Se pueden medir los resultados de la intervención con perros?
C.B: El gran tema es ver la forma de que no quede en estas percepciones nuestras, aunque estamos convencidos de sus efectos; pero necesitamos poder demostrarlo de alguna manera más “exacta”. Hay algunos trabajos en el exterior que lo han hecho, pero requiere una logística.
N.G: Hay dos maneras de medirlo: desde lo cuantitativo puede ser tomando tensión arterial antes y después del encuentro, pero lo más exacto es medir el cortisol en saliva antes de la intervención y 10 minutos después. Sin embargo, acá colisionamos con los temas económicos para poder llevarlo a cabo.
Desde el punto de vista cualitativo, se ejecuta a través de instrumentos que miden diferentes cosas como el estrés o la ansiedad. Hay uno que estuvimos mirando que está validado en Argentina para niños que se llama PANACE, que es mediante una escala de Likert y por el cual se hacen una serie de preguntas que tienen que ver con lo que se llama afecto positivo o afecto negativo.
El problema de este instrumento es que está validado para chicos mayores de 8 años; entonces en niños menores tenemos que ver si la validación sirve en el sentido que sea respondida por los cuidadores, porque ya intervienen emociones de los cuidadores.
C.B: Al tener la muestra tanto cualitativa como cuantitativa, le dará mucha más fuerza al estudio.