El diagnóstico veterinario de enfermedades del sistema nervioso en bovinos es una de las tareas más complejas que enfrenta el veterinario de campo. Ernesto Odriozola, reconocido especialista del INTA Balcarce, abordó esta problemática, señalando que el proceso es "sumamente complicado" debido a las limitaciones de equipamiento y la dificultad de examinar exhaustivamente a un bovino con "un comportamiento imprevisible con una fuerza imprevisible".
Ante esta realidad, el diagnóstico se sustenta en la valoración de la historia clínica y los datos epidemiológicos. Odriozola destaca la necesidad de establecer si la signología nerviosa es resultado de una enfermedad primaria o secundaria. La enfermedad primaria es producida por una lesión anatómica a nivel del sistema nervioso central, cuyas consecuencias "van a ser peores". En contraste, la enfermedad secundaria suele ser funcional, con una lesión "funcional" del sistema nervioso, y una mayor probabilidad de respuesta al tratamiento, siendo causada primariamente por alteraciones en otros sistemas. Un claro ejemplo de afectación secundaria es la hipoxia general (por causas como nitrato, anemia o alteración cardiovascular), a la cual el sistema nervioso central es extremadamente sensible.
Clasificación de los signos nerviosos
Para organizar el proceso diagnóstico, Odriozola propone clasificar las alteraciones del sistema nervioso central en tres grandes grupos:
1- Alteración mental: Fallas típicamente producidas en la corteza cerebral, susceptibles al aumento de presión intracraneal y, sobre todo, "muy susceptible a la hipoxia". Las manifestaciones clínicas incluyen manía, agresividad, depresión, apoyo de la cabeza y deambulación sin rumbo.
- La manía implica que el animal actúa en una forma extraña e "independiente del entorno", con posibles signos de bruxismo, ceguera o giros en círculo. Etiologías frecuentes son la Polioencefalomalacia (PEM) en su inicio, IBR o intoxicación hídrica.
- La agresividad es característica de la encefalopatía hepática, aunque también se observa en Aujeszky e hipomagnesemia. Curiosamente, la intoxicación con oxalato (chuyo colorado), típica de marzo o abril, suele comenzar con sobreexcitación y "terminan con una depresión del mismo tipo, es decir, bien marcada".
- La depresión, un estado de letargo y disminución de la conciencia, es causado por enfermedades infecciosas (Listeria, Histófilus) y metabólicas (uremia, hipoglucemia, PEM).
2. Movimientos involuntarios: Estos incluyen temblores, tics, tetania y convulsiones. La tetania son contracciones musculares sostenidas que se exacerban con estímulos sonoros o físicos, cuya etiología más común es el tétanos. Las convulsiones son contracciones violentas de parte o todo el cuerpo, a menudo ligadas a fallas en la descarga eléctrica neuronal del prosencéfalo, como se ve en la intoxicación con oxalato.
3. Cambios de postura y marcha anormales: Resultan de lesiones en varias partes del sistema nervioso, "menos el cerebro". Las alteraciones del sistema vestibular y cerebelo son las más representativas. La Listeria, una etiología central, se presenta con signos como "cabeza una oreja más caída gira en círculo y caídas".
Etiologías frecuentes en lechería intensiva
Cuando se analizan los cuadros nerviosos en la lechería moderna, Odriozola identifica prioridades específicas. Aunque la PEM es probable en la reposición y vaquillonas, el experto afirma: "Yo creo que la Listeria yo lo pondría como la causa más común en vaca lechera". La Listeria se asocia al uso de silo, especialmente si hay una mala conservación que altera el pH.
Otro factor de riesgo en sistemas confinados o de encierre, donde no hay pastoreo o hay sequías extremas, es la carencia de Vitamina A, que "es casi obligatoria" suplementar. La falta de esta vitamina produce patologías severas como ceguera, fallas reproductivas con muchos abortos, y terneritos con disfunción cerebelar o deformación ósea en la cabeza.
Finalmente, aunque las herramientas tecnológicas (sensores de movimiento/acelerómetros) son "espectaculares", su valor depende de la interpretación veterinaria. Los sensores detectan desviaciones de comportamiento (consumo, actividad, rumia), pero "el sensor no te va a decir" el diagnóstico, especialmente en intoxicaciones hiperagudas que no dan tiempo a reaccionar. Es fundamental contar con un veterinario que interprete los cambios y relacione los datos con las patologías en mente.
FUENTE: INTA Balcarce