Laurence D. Fink, CEO de Blackrock, la compañía más grande en gestión de activos a nivel global, escribió en su carta anual del año 2019: “la sociedad está esperando cada vez más que las compañías […] aborden asuntos sociales y económicos apremiantes”. Estos asuntos, decía Fink, “van desde la protección del ambiente hasta la eliminación de la desigualdad de género y racial, entre otros”. La presión pública sobre las corporaciones aumenta rápidamente y llega más lejos que nunca.
Además, Fink manifestó que solo haría negocios con empresas que beneficiaran a la sociedad de alguna manera. «Sin un sentido de propósito, ninguna compañía, ya sea pública o privada, puede alcanzar su máximo potencial».
Desde Business Roundtable, la organización que reúne a los presidentes ejecutivos de más de 180 corporaciones de Estados Unidos, en el 2019 se emitió una declaración en la que asumen un cambio de visión radical sobre el objetivo de sus corporaciones, rompiendo con la política que mantenían desde hace más de 20 años, la cual privilegiaba la maximización de los beneficios de los accionistas por encima de cualquier otra consideración.
En esa carta afirman el papel esencial que pueden desempeñar las empresas “en la mejora de nuestra sociedad cuando los directores ejecutivos están verdaderamente comprometidos con satisfacer las necesidades de todas las partes interesadas”.
En medio de esta ola, el Foro de Davos -que reúne a los más importantes líderes empresariales y políticos del mundo cada año en Suiza- publicó el «Manifiesto de Davos 2020», estableciendo 3 principios fundamentales:
Las empresas no funcionan únicamente para sus accionistas, sino para todas las partes involucradas: empleados, clientes, proveedores, comunidades locales y la sociedad en general, y el propósito de las empresas es colaborar con todos los grupos de interés implicados en su funcionamiento.
Una empresa es más que una unidad económica generadora de riqueza y atiende a las aspiraciones humanas y sociales en el marco del sistema social en su conjunto.
Una empresa multinacional es en sí misma un grupo de interés -tal como los gobiernos y la sociedad civil- al servicio del futuro global.
En este contexto, queda claro que el desempeño social, ambiental y de gobierno corporativo es fundamental para minimizar los riesgos para cualquier empresa y, por lo tanto, para las inversiones financieras. Es por ello que acciones de responsabilidad social empresaria aisladas y sin un propósito no son eficaces para hacerle frente a la presión a las que son sometidas las empresas hoy.
La sostenibilidad corporativa, como centro de la gestión integral del negocio, es la forma de conducir las empresas a partir de las estrategias, políticas y acciones en todas las áreas de manera transversal, que integra las expectativas e intereses de los distintos actores y su dinámica. Así, la integración de la sostenibilidad al negocio minimiza los riesgos y se vuelve una fuente de oportunidades, ventajas competitivas e innovación.
El desafío es construir empresas que actúen y adopten modelos de gestión integral sostenible, orientados a maximizar el valor creado para los distintos grupos de interés y para quienes invierten económicamente en la empresa. Encontrar el equilibrio óptimo entre estas dos tensiones es el dilema que hay que gestionar.
lunes 24 de marzo de 2025