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El cordero fue uno de los principales alimentos consumidos durante la Segunda Guerra Mundial. El stock ovino de los Estados Unidos era de 56 millones en 1942, contra los 5 millones actuales. El consumo prácticamente desapareció.
¿Qué cambió para que eso pase? En 1940, Dupont fabricó las primeras fibras sintéticas, es decir, menos lana, menos ovejas, menos corderos.
Las ballenas corrieron una suerte similar con la llegada del querosene.
Antes no había proteccionistas queriendo rescatarlas porque las necesitábamos, hoy hay un reemplazo.
El “hielo artificial” apareció en 1845, para esa época, el hielo extraído de fuentes naturales llegaba a las ciudades en buques y trenes, volviéndolo un producto de extremado lujo. Ya sabemos el resto de la historia.
El Asia Times, en una nota del 30 de marzo, festejó la posibilidad de la llegada de una alternativa a la carne sosteniendo que “Medio Oriente importa el 90% de la carne que consume, con un costo de US$ 8.000 millones” o que “la mayoría de la carne atraviesa medio planeta en contenedores desde EE.UU., Brasil y Australia, generando grandes cantidades de gases de efecto invernadero”.
Supongamos que Argentina no dejará de consumir carne, pero ¿y si el resto del mundo sí lo hace? ¿Podría una reducida demanda mundial y un “efecto mariposa” afectar nuestros sistemas productivos?
No es un dato menor que detrás del desarrollo de cultivos celulares orientados a generar este tipo de productos hay capitales como Cargill y Bill Gates.
¿Realmente hace falta una alternativa a la carne? ¿Por qué? El mercado la está buscando (detrás del desarrollo de cultivos celulares hay capitales como Cargill y Bill Gates). ¿Quién la quiere? ¿Los veganos? ¿Los “millennials”?
Un trabajo publicado en el Journal “Frontiers in Sustainable Food Systems”, en febrero de este año, reporta que alrededor de 60% de los chinos y 30% de los estadounidenses están muy dispuestos a comprar carne producida artificialmente o en base a plantas. Otras encuestas agregan que la gente está dispuesta a consumirla si está claramente etiquetada.
Las opiniones a favor de desarrollar una alternativa son vastas: “La industria ganadera actual no es sostenible, tanto desde el punto de vista ecológico, como económico. Estamos utilizando más del 50% de nuestra tierra cultivada para alimentar ganado y tenemos que ofrecer alternativas válidas” dice Mark Post (fundador de Mosa Meat).
“Se estima que la vaca aporta más de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura animal”, agrega Stephen Dubner, de Freakonomics Radio. En ese mismo sentido, el Asia Times publicó que, “la carne era un alimento eficiente cuando los humanos no éramos 7.000 millones, y con vastas distancias entre productores y consumidores”.
El cerdo tampoco sale de la discusión, según Post, la eficiencia proteica del cerdo es del 15%, mientras que los cultivos celulares podrían llegar a tener 50%.
“El problema es que la gente no dejará de querer estos alimentos […], por lo que el veganismo no es una opción”, reflexiona Patrick Brown, fundador de Impossible Foods. Se estima que el porcentaje de vegetarianos / veganos es del 5% en EE.UU. y del 1-2% en Argentina.
Jayson Lusk, jefe del Departamento de Economía Agrícola en la Universidad de Purdue, explica: “Cuando los consumidores aumentan su poder adquisitivo, una de las primeras cosas que quieren es agregar proteínas de alto valor en su dieta. Dicho esto, podemos asumir que probablemente la demanda de carne aumentará a medida que el mundo se vuelva más rico”. Y agrega: “La forma de reducir las emisiones es intensificar la producción, y esa es una historia que a la gente no le gusta oír” (por el bienestar animal y el manejo de desechos).
Cultivos celulares y productos a base a plantas, o como sus creadores le llaman: “carne limpia”, “carne cultivada”, “carne artificial”, etc. (términos que ya inspiraron proyectos de ley en contra). Las “carnes en base a plantas” ya se encuentran en muchas góndolas y restaurantes del mundo, Beyond Meat tiene más de 30 mil puntos de venta en EE.UU.
La empresa Impossible Foods (que vende sus hamburguesas en Burger King) combina ingredientes como papa, trigo, soja y da el sabor y color “de carne” a sus productos a través del agregado de proteína heme, que es extraída de una bacteria termorresistente. Si bien el producto fue aprobado por la FDA, el uso de microorganismos genéticamente modificados ha traído problemas a la compañía en la Unión Europea. Impossible Foods no vende su producto en lugares donde no esté en la sección de carnes, “queremos evitar el estigma de comprar tofu”, aseguran.
La otra alternativa -cultivos celulares- es el foco de muchas empresas, SuperMeat, Memphis Meats, Mosa Meat, Just, Aleph Farms, y casi una veintena más de startups que fabrican además otros productos como huevo, cuero etc.
En 2013 Mark Post, de Mosa Meat, presentó la primera hamburguesa (que costaba miles de dólares) y sólo seis años después Just planea poner su producto en la góndola a un precio competitivo. “Aunque frecuentemente se mezcle con los microorganismos genéticamente modificados y teorías conspiratorias de ‘franken-comida’, la carne cultivada en laboratorio es elaborada por un proceso orgánico, como hacer cerveza o yogurth”, dice la directora de Memphis Meats. “Piénsenlo como una línea de fermento, una vez que cada compañía tenga su línea celular en marcha, ellos no necesitarán volver al animal original”, dice Michael Selden (CEO de Finless Foods). El proceso de producción dura tres meses. A partir de una biopsia, las células se cultivan entre dos soportes de velcro para darle forma. Para darle el color rojo, se le agrega jugo de remolacha.
Aseguran que de una sola biopsia pueden generarse 80 mil hamburguesas.
Si bien las hamburguesas están siendo el foco de los desarrollos (no hay que perder de vista que es un gran mercado, McDonald vende 75 hamburguesas por segundo), se vienen los bifes: en diciembre de 2018 una start-up israelí hizo el primer prototipo de “bife”, apuntando a lanzarlo al mercado en cuatro años, Impossible foods también trabaja en su prototipo en base a plantas.
El impacto sobre la producción de gases de efecto invernadero está en discusión. Un trabajo publicado este año dice que, si bien los cultivos celulares pueden producir menor huella en equivalentes de dióxido de carbono, el efecto a largo plazo es mucho peor por el tipo de gases generado. De acuerdo con algunas predicciones, el consumo de gas y electricidad sería gigantesco.
“Para hacer la Impossible Whopper -hamburguesa en base a plantas- se necesita 99% menos de agua, 93% menos de tierra y 50% menos de energía que para la Whopper tradicional”, expresó Burguer King al lanzar en mayo la hamburguesa alternativa.
Esta hamburguesa vale, hoy, un dólar más que la tradicional.
“Para hacer la Impossible Whopper -hamburguesa en base a plantas- se necesita 99% menos de agua, 93% menos de tierra y 50% menos de energía que para la Whopper tradicional”, expresó Burguer King.
En lo que a bienestar animal respecta -como puntos a favor- no habría necesidad de sacrificar tantos animales, ni de las mega producciones “fabrica” que se ven hoy en día. Como punto en contra o consideraciones, no hay que perder de vista que los cultivos celulares requieren técnicas invasivas, además de factores de crecimiento y nutrientes animales, provenientes de sangre y de sueros fetales – lo cual no es tan “cruelty free”-. Sin embargo, la empresa Just asegura que su medio celular es libre de suero.
Otras ventajas que se adjudican estas iniciativas son la disminución de riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos (como Salmonella), la ausencia de antibióticos (en el caso de productos en base a plantas) y la posibilidad de producirse en cualquier parte del mundo, sea muy cálido o frío.
En Argentina, sólo un 17% de los “millennials” estarían dispuestos a consumir “carne sintética”. El emprendimiento “Granja Celular”, fundado por Sofía Giampaoli (Ing. Química), está llevando adelante el desarrollo de cultivos celulares en la Universidad de San Martín. ¿Cosa de veganos? Por ahora sí, pero todo apunta que se difundirá a más consumidores a medida que se vuelva una alternativa barata. Para poder competir tendremos que reforzar el argumento de que la carne es natural y sana, y para eso, la carne tiene que ser natural y sana, sustentable y respetuosa del bienestar animal.
*La autora de este artículo es médica veterinaria y gestiona @CampoAnimal.
Pueden solicitar la bibliografía consultada a [email protected]