No lo duden, el feedlot del futuro ya llegó a la Argentina
En exclusiva, reunimos a Carlos David Barrios Barón, Diego Ostrovsky y Cristian Ormazabal, miembros de la Cámara Argentina de Feedlot, con el objetivo de conocer su visión sobre el devenir de la actividad en el país.
En la Argentina, el 65% de la faena bovina sale de corral versus apenas el 3% que representaba en la década del 90.
Además, la Cámara Argentina de Feedlot (CAF) proyecta que en los próximos cinco años esa tendencia no se detendrá y los corrales serán responsables de terminar un 80% de los animales
Uno a uno, los referentes reunidos por motivar tienen la palabra
Carlos David Barrios Barón
Agropecuaria La Criolla
Ubicación: América (Buenos Aires).
Hectáreas bajo explotación: 9.000.
Empleados: 62.
Capacidad en feedlot (cabezas): 25.000.
Producción anual (cabezas): 42.000.
Producción mes (kilos netos vivos): 583.000.
Diego Ostrovsky Chosoico
Ubicación: Algarrobo (Buenos Aires).
Empleados: 77.
Capacidad en feedlot (cabezas): 16.000.
Producción anual (cabezas): 26.000.
Producción mensual (kilos netos vivos): 250.000.
Cristian Ormazabal
Establecimiento Anajor
Ubicación: Lincoln (Buenos Aires).
Empleados: 10.
Capacidad en feedlot (cabezas): 6.000.
Producción anual (cabezas): 9.750.
Producción mensual (kilos netos vivos): 150.000
que llegan a los frigoríficos.
En otras palabras: la industria del feedlot llegó para quedarse a nuestro país.
Para esta edición, MOTIVAR convocó a tres productores miembros de la CAF y asentados en la provincia de Buenos Aires –primera en volumen de producción- para analizar el presente de la actividad y repasar las principales características con las que deberán contar (muchos ya tienen) los feedlots del futuro.
Carlos David Barrios Barón (Agropecuaria La Criolla), Diego Ostrovsky (Chosoico) y Cristian Ormazabal (Establecimiento Anajor) fueron de la partida en el encuentro organizado en el restaurante The Beer House Experience, de San Telmo (CABA).
Un presente con grises
“La inflación de los costos por kilo producido del último año, hasta abril, fue del 45% y ahora, tras lo que ocurrió en mayo, debemos recalcularlo en torno al 65% porque tenemos insumos
dolarizados. Mientras que en el mismo período el precio que nos pagan por lo que comercializamos solo se incrementó un 10% hasta abril”, analiza Barrios Barón planteando el estado de situación de la industria.
“Estamos en un proceso de transformación donde pasamos de 14 a 62 empleados, pero bajó nueve años la edad promedio y cambió el perfil de los recursos humanos”. Carlos David Barrios Barón.
“En las últimas semanas de mayo, observamos una suba en el precio del kilo vivo, pero hay que preguntarse si el cliente está dispuesto a consumir a cualquier costo y si a los consumidores les importa cuáles son nuestros costos”, reflexiona el empresario que termina más de 40.000 cabezas al año, en el oeste de Buenos Aires.
Para Ostrovsky, asentado en el Sur de la provincia, la industria de la alimentación a corral llegó para quedarse.
“El consumo pide esta carne y más allá de la coyuntura de precios, acá, como en ningún otro lugar, funciona a la perfección la ley de la oferta y la demanda. Costos muy altos con precios bajos, reducirá la oferta y hará que esos precios aumenten”, explica el empresario, miembro de una compañía familiar con dos feedlots que suman 16.000 cabezas de capacidad instantánea. “Mientras tanto, habrá pérdidas en algunos feedlots o en todos, pero tarde o temprano aparecerá el precio ya que el consumo de carne en la Argentina es inelástico”, agrega. Y completa: “Siempre se aprende de los momentos malos y son menos malos si te encuentran con un trabajo eficiente. Hay que darle una vuelta más a la mariposa para ajustar y así estar siempre mejorando la eficiencia”.
Mientras tanto, Ormazabal, con base en Lincoln, opina que el negocio del feedlot tiene una rentabilidad que a lo sumo ronda el 10% anual en dólares, en el promedio de los últimos cinco años, pero puede llegar a ver años donde la rentabilidad es nula. “Mi familia es originaria de Neuquén y estamos vinculados al rubro de las farmacias. En 2005, decidimos desembarcar en el sector cárnico como una manera de diversificarnos y encontramos en los feedlots una barrera de entrada baja debido a los requerimientos de superficie”, explica el hombre de Establecimiento Anajor, con un feedlot de 6.000 cabezas sobre 32 hectáreas.
Con más de 100 años en la actividad agropecuaria, Barrios Barón encontró en la actividad una manera de agregar valor a su producción de granos.
“En 2009, hicimos un clic y decidimos avanzar hacia el feedlot mucho más allá del stock propio para poder trasformar nuestra agricultura con un negocio en paralelo”, recuerda el empresario y sigue: “hoy, un 60% de la producción es de hacienda propia, pero para terceros hacemos Cuota 481”.
“El ingreso de la hacienda se chequea con fotos, los camiones que despachan comida lo informan vía wifi, la lectura de comederos se hace con un iPad, se utilizan caravanas de trazabilidad electrónica y la información está totalmente digitalizada”. Diego Ostrovsky.
En cuanto a la organización, el productor agrega que, “estamos en un proceso de transformación donde pasamos de 14 a 62 empleados, pero bajó nueve años la edad promedio y cambió el perfil de los recursos humanos. A su vez, de trabajar tranqueras adentro y vendiendo a lo que el mercado pagase, ahora, somos pequeños formadores de precios y a nuestros 25 clientes, tenemos que salir a cobrarles: prestamos servicios y eso dinamiza mucho la empresa”.
Para Ormazabal, el perfil de los recursos humanos ya cambió debido a que el mercado exige que tengas protocolos de trabajo, incorpores mediciones y lleves un control de todo lo que haces, situación que demanda gente más capacitada. “En nuestro caso, buscamos técnicos agropecuarios y no necesariamente personas altamente calificadas, como pueden ser ingenieros agrónomos o veterinarios, sino algo intermedio”, explica el hijo del fundador que, deposita un 30% de su negocio en la hotelería.
“Nuestra empresa tiene 77 personas con una edad promedio de 29 años y las cabezas de la organización rondan los 40 años, el motivo está relacionado a la tecnología”, sentencia Ostrovsky. Y explica: “El ingreso de la hacienda se chequea con fotos, los camiones que despachan comida lo informan vía wifi, la lectura de comederos se hace con un iPad, se utilizan caravanas de trazabilidad electrónica y la información está totalmente digitalizada. Los jóvenes son nativos digitales y con la suma de cursos de capacitación adoptan rápidamente la tecnología”.
La máquina de transformar
“En el futuro, solo subsistirán aquellos feedlots que le den valor de forma eficiente a todo lo que producen, y cuando digo a todo, es a todo, desde la carne hasta los efluentes. Solo por día, cada animal genera más de tres kilos de excretas que pueden convertirse en círculo virtuoso si se ve el vaso medio lleno”, analiza Ostrovsky.
“Argentina tiene estándares superiores a Brasil, pero aún tenemos un margen de mejora en cuanto a lo medio ambiental.
La industria está trabajando bien en materia de estándares, pero siempre se puede mejorar. Por ejemplo, dándole valor a los efluentes, algo que en Estados Unidos no solo ya está
“Cualquier proyecto serio se inicia con un estudio de impacto ambiental, y a partir de la puesta en funcionamiento, se establecen cortinas forestales, manejo de efluentes líquidos y sólidos y luego, el manejo de los decesos”. Cristian Ormazabal.
incorporado, sino que además suele significar la rentabilidad de los feedlots tanto por la utilización de materia orgánica en los suelos como la generación de energía”, explica el empresario.
Chosoico instaló un nuevo feedlot pensado desde cero, donde todo el estiércol líquido se junta y en cuanto a los sólidos, se vuelca en los suelos como fertilizantes. “Hacer algo de cero, permitió tener pendientes adecuadas en una zona seca y ventosa, es decir, que los animales están en un ambiente seco. Al estar cerca del mar, en los veranos las tardes refrescan y es difícil que haya niveles de humedad alto con temperatura alta, evitando eso que es muy perjudicial para la actividad”, puntualiza el empresario.
“El feedlot trabaja con mangas neumáticas, caravanas de trazabilidad y wifi, y 10.000 animales son manejados por solo nueve personas. Es un feedlot tecnológico donde un personal reducido requiere otro tipo de herramientas y están mejor remunerados ya que también tienen otro tipo de conocimientos”, agrega Ostrovsky marcando una diferencia con el campo del pasado.