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SUSCRIBITE El dato es contundente: en octubre de 2015 se necesitó un promedio de 2,29 kilos de maíz –puesto en Rosario– para comprar un litro de leche, versus 3,26 kilos en el mismo mes del año 2014. “Es decir: la leche, medida en moneda maíz, descendió casi un 30%”, se destacaba desde el portal valorsoja.com, con el objetivo de graficar la situación económico financiera de la lechería argentina.
Una situación que se torna aún más compleja si damos por válido que “los productores pierden $1,3 por cada litro de leche que producen, teniendo en cuenta su costo y lo que la industria les paga”, tal como lo sostiene Horacio Salaverri, presidente de CARBAP. De hecho, el dirigente rural aseguraba hacia finales del año pasado que: “La situación de la lechería es acuciante y compleja, con una caída muy fuerte en los precios en tranquera: un productor recibe de $2,5 a $2,7 el litro y la leche se comercializa entre los $11 y $17 en góndola de supermercados”.
En base a la situación descripta, diversos son los actores de la cadena láctea que buscan soluciones rápidas por parte de las autoridades nacionales solicitándose, entre otras medidas, un esquema de financiamiento con tasas, montos y plazos acordes con la coyuntura actual, a la vez de quitar toda restricción al comercio exterior de productos lácteos. Más allá de esto y según se anunciaba al cierre de esta edición, las primeras respuestas oficiales llegarían de la mano de subsidios directos de entre 30 a 40 centavos por litro (para los primeros 2.900 litros a todos los tambos del país); créditos blandos con tasa subsidiada para capital de trabajo; y el cumplimiento retroactivo del pago del subsidio de 30 centavos por la leche de julio.
Vale decir que, más allá de las cuestiones económicas y financieras, la lechería argentina mantiene deficiencias productivas considerables en relación a su potencial, razón por la cual desde el INTA Rafaela se ha lanzado una acción tendiente a difundir herramientas técnicas de manejo y aplicación de tecnologías para llevar adelante y sobreponerse a la realidad imperante
Reconociendo un panorama dominado por la incertidumbre que genera el escenario bajista para los precios de la leche en tranquera, desde el INTA Rafaela se sostuvo que si bien “el sentido común y la billetera recomiendan bajar los gastos, muchas veces las decisiones que se toman con apuro por el desánimo, y sin un análisis profundo, no son las mejores”.
De allí que se lanzaran una serie de acciones concretas para brindar recomendaciones a ser tenidas en cuenta por los productores. Y fue en ese marco que el Ing. Eduardo Comerón quien analizó el comportamiento del sector a lo largo de 2015 desde lo estrictamente productivo.
“A lo largo del primer trimestre de 2015 se produjo una caída superior al 30% en la producción de litros de leche en relación al mismo periodo de 2014 debido fundamentalmente a cuestiones climáticas”, explicó el técnico. Y agregó: “Lo sorprendente es que durante el cuatrimestre que va de abril a julio casi se recuperó la tendencia total del año pasado: de los casi $300 millones que se perdieron con la facturación en verano, casi la totalidad fue compensada de abril a julio, aunque –sin dudas- encareciendo las dietas”.
Por su parte, el Ing. Gustavo Almada explicaba desde el INTA que, más allá de los contextos externos, es imprescindible mirar hacia el interior de la empresa tambera, poniendo foco en el análisis de indicadores indispensables para no disminuir la producción, inclusive en tiempos complejos para los sistemas.
“Un porcentaje elevado de productores no conoce la productividad de su tambo, ni los costos de producción totales de sus empresas”, sostuvo Almada. A la vez, evaluó el concepto de productividad y su vínculo con el Margen Bruto.
“Una forma sencilla de medir la productividad sería sumar los litros ordeñados en el último año, con los litros suministrados a terneros y consumo interno, para ese resultado luego dividirlo por la superficie que ocupan las vacas totales”, detalló el experto. Y aclaró: “En esta última variable deben tenerse en cuenta las superficies que ocupan pasturas, verdeos y silajes de maíz o sorgo”. Por último, Almada explicó la importancia también de medir los litros libres de alimentación, variable clave en el desempeño del tambo.
En otra de sus intervenciones a lo largo de la estrategia de difusión del INTA, el Ing. Eduardo Comerón enumeró una serie de recomendaciones que deberían ya estar siendo implementadas.
“Teniendo en cuenta que los tambos aún mantienen una carga media, se podría aumentar la superficie agrícola para uso propio y comercialización, en simultáneo con el descarte de vacas improductiva (con un engorde previo), aprovechando los valores actuales”, inició el profesional.
Además de remarcar la necesidad de producir más forrajes, planteó la posibilidad de aprovechar la cantidad de concentrado que se emplea en las dietas, suministrándolo solo durante los primeros 100 días.
“Para el mediano plazo, la clave será actuar sobre la cantidad y el precio de los alimentos; es en esta área donde mayor margen podemos ganar”, agregó Comerón para luego proponer también pensar en ordeñe diaria en vacas de más de 200 días de lactancia o menos de 18 litros por día con recuentos celulares medios.
Aportando su visión en el tema, fue Guillermo Cavallero quien explicó que el gran primer desafío de los productores lácteos es lograr que el desembolso que hace la empresa para comprar alimentos y dietas balanceadas no supere el 30% de los costos totales de la misma. “Estamos hablando de un costo que se complementa con otros de alto peso como son el pago del alquiler, del tambero y la recría de vaquillonas”, agregó Cavallero. Y completó: “Sería ideal disminuir los concentrados y aumentar los producidos en el campo, aunque siempre con el asesor a cargo, para no desfasar el equilibrio de la dieta en materia de energía, fibra y proteína a nivel del rumen”.
Dejando en claro que lejos de poder llegar a considerársela como un gasto, cumple un rol estratégico en los tiempos que corren, desde el INTA se abordó la importancia de la sanidad de los rodeos lecheros por medio de una serie de conversaciones con el médico veterinario Alejandro Abdala, quien destacó que “La coyuntura se convierte en un momento propicio para descartar animales que no están en condiciones y aprovechar el precio de la carne”.
En ese sentido, el profesional describió una serie de acciones concretas que resultan imprescindibles para sobrellevar este ciclo adverso de precios, pero que deberían estar presentes también en las épocas de bonanza.
“Tener un rodeo sano es más económico que tener vacas que sufran abortos, que sean una fuente de contagio de enfermedades infecciosas, que expresen lactancias por debajo de su potencial genético y del nivel de alimentación que reciben, que produzcan leche con malos índices de calidad, que posean cuartos de ubres perdidos que requieren gastos continuos de tratamientos y una mayor dedicación de atención por parte del personal”, explicó.
Y completó “Es el momento de acelerar las tareas pendientes relativas a Brucelosis y Tuberculosis, siendo esta última en la que tenemos que concentrar los esfuerzos, ingresando en saneamiento continuo a los rodeos que aún no tengan el libre de la enfermedad, descartando los animales positivos a la prueba de tuberculina”.
Al referirse a la cuestión mastitis, el médico veterinario sostuvo que la sanidad de la ubre repercute directamente en el pago que se obtiene, razón por la cual conocer el número de cuartos mamarios afectados y las bacterias presentes causantes de estas mastitis, permite determinar los pasos a seguir en los tratamientos y medidas a ejecutar. Ante cuadros de mastitis crónicas o aquellas causadas por gérmenes muy difíciles de controlar, el refugo o descarte de los animales afectados no sólo es necesario para preservar la salud de las demás vacas del rodeo; sino también permite liberar superficie de pastoreo y disminuir gastos de alimentación, contar con mayor atención del personal que puede destinarse a mejorar el desempeño de la crianza de terneros, cría y recría de vaquillonas.
“El manejo esmerado disminuye considerablemente las pérdidas por mortandad, favorece la ganancia de peso y la posibilidad de contar con vaquillonas para entorar a los 15 meses de vida. La mejor atención de estas categorías es una verdadera inversión a futuro”, explicó Abdala, dejando en claro que los ingresos generados por la venta de animales de refugo permiten solventar los honorarios profesionales y de laboratorio, racionalizar los gastos de tratamientos, además de representar un ingreso para el productor.
Y concluyó: “La prevención de enfermedades infecciosas por medio de la vacunación, es siempre el método más eficaz y económico: su alto índice costo – beneficio, indica que no debe discontinuarse”.