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SUSCRIBITE La metodología de cultivo en tambo no es una novedad. Desde hace 20 años muchos países trabajan en este tema y diversas universidades han validado el uso de esta metodologías de trabajo. Así también, la experiencia en Lactodiagnóstico Sur en Argentina ha sido clara y positiva.
“Desde 2007, nuestro laboratorio trabaja con el cultivo de tambo”, inició la jornada On Line propuesta desde Lactodiagnóstico Sur uno de sus referentes, el MV Javier Chaves. Y agregó: “Ya en 2008 se hizo la primera prueba a campo y desde entonces seguimos avanzando”.
Vale decir que son cerca de 65 mil las vacas en ordeñe distribuidas en las distintas cuencas lecheras de Argentina las que están utilizando esta herramienta. Desde hace 3 años varios campos utilizan el denominado “cultivo en tambo 2”.
Volviendo al evento, quienes estuvieron a cargo de las presentaciones fueron la MV Liliana Tirante, el M.V. Sc. Martín Pol -socio en Lactodiagnóstico Sur- y como invitado especial, el MV Hernán Bertotti -responsable de la sanidad del Grupo Chiavassa-. La jornada contó con la participación de 160 profesionales y productores de Perú, Chile, Paraguay, Brasil y Argentina.
En el turno del MV Martín Pol, el foco principal fue explicar el cultivo en tambo específicamente relacionado a la mastitis clínica que afecta la salud, el bienestar y la productividad de los bovinos.
El grado de estas alteraciones y el nivel en que afecta al animal, determina la severidad.
“Esta variables es muy importante, ya que el cultivo en tambo se adapta muy bien a la situación de severidad 1 o 2, donde esperamos el resultado de cultivo para realizar la mejor decisión de tratamiento”, sostuvo.
“Para diferenciar una situación de la otra, en el caso de la mastitis de severidad 1 lo que vemos como único signo es la secreción alterada, sin inflamación del cuarto y la vaca en buen estado en general”, agregó.
En cambio, al hablar de severidad 2, el bovino tiene además de la secreción alterada, el cuarto inflamado.
“Cuando se realizan tratamientos con protocolos no guiados por cultivo, corremos con la desventaja de no conocer la bacteria que actúa en cada caso. Por ende, es difícil decidir tratamientos extendidos y no sabemos cuándo estamos utilizando antibióticos en casos que no lo necesitan”, explicó Pol.
Según Pol, se debe considera que las vacas tienen defensas que muchas veces logran resolver el caso. “A veces, cuando vemos grumos, ya no hay bacterias y tampoco es que siempre los microorganismos responden a los antibióticos”. Entonces la gran pregunta es: ¿Por qué hacer un cultivo en tambo? En este punto, y dejando en claro la utilidad de los antibióticos en los momentos adecuados, explicó: “Podemos realizar menos tratamientos, lograr más leche vendida y generar tratamientos estratégicos y eficaces.
Tras realizar una evaluación económica de lo mencionado, una de las cosas más evidentes es que implementando un sistema de cultivo en tambo, la lechería va a tener más ingresos. “Se podrá vender más leche, ya que el 50% de las vacas que no tratamos pasan menos de 3 días en el hospital debido a que la leche es anormal, pero una vez que la leche vuelve a ser normal, volvemos a vender la leche y de esa manera se observa un aumento en las ventas”.
Lógicamente, habrá costos extras ya que se necesitará tener disponible una estufa – 5 a 10 años de vida-, las placas -se requiere una placa cada dos casos de mastitis clínica- y hay que destinar entre 15 a 40 minutos por día para el cultivo en tambo, dependiendo de la cantidad de vacas.
A modo de ensayo, durante la capacitación On Line dictada desde Lactodiagnóstico Sur los referentes evaluaron un año completo junto con Hernán Bertotti (Ver recuadro), donde se observaron 1.460 casos de mastitis. Sobre este caso, realizaron un presupuesto parcial de implementar la tecnología de cultivo en tambo (Ver Figura N°1).
Calcularon un ingreso adicional por mayores ventas de litros de leche y una reducción de los costos debido a que la mitad de los casos no fueron tratados por antibióticos. Por otro lado, detallaron el aumento de costos -por las placas, estufa y tiempo- que dieron como conclusión lo siguiente: por cada dólar invertido, ingresaron 2,4 dólares.
Como conclusión, los profesionales explicaron: “El cultivo en tambo se utiliza para casos de severidad 1 y 2, no resuelve casos incurables, y nos orienta en cuanto a qué animales vamos a tratar con antibióticos y a cuáles podemos darle la oportunidad de que las defensas resuelvan el problema”, Y agregaron: “Además, el cultivo en tambo 2 nos permite decidir si es necesario extender las terapias o si debemos cambiar el antibiótico para dirigirlo más precisamente a la bacteria que específicamente está actuando en cada caso. Lógicamente no queremos minimizar el hecho de que para lograr este abordaje, se necesita entrenamiento, apoyo y personal dedicado trabajando con las vacas”.
El MV Hernán Bertotti expuso sobre casos de mastitis y remastitis. Con estos últimos, nos referimos a casos de mastitis que no se curaron y necesitan un nuevo tratamiento; o bien que se curaron pero 15 días posteriores vuelve el animal al hospital con un cuarto infectado.
“Durante 2015 y el primer semestre de 2016, teníamos una prevalencia de mastitis del 16% y una tasa de remastitis del 36%. Esto implica una gran cantidad de animales a tratar y mucho tiempo operativo”, aseguró Bertotti.
Fue por eso que surgió la necesidad de incorporar otro planteo: el cultivo en tambo.
“En agosto de 2016 empezamos a utilizar esta tecnología y como la bibliografía decía que el 50% de las vacas iba a tratamiento y el resto no, nos pareció que nos podía dar respuesta a nuestro problema”, explicó. Y agregó: “El resultado fue que la prevalencia bajó al 13%, mientras que la tasa de remastitis quedó en 26%. Esto lo atribuimos a que redireccionamos los tratamientos antibióticos para tratar a las vacas que los necesitaban y dejar de tratar a las que no requerían antibiótico”, declaró.
Parecía que estaba todo bien, pero en 2018 observaron que la tasa de remastitis se volvió a elevar a un 42%. “Cuando evaluamos la remastitis entre vacas que habíamos tratado y las que no, vimos que el 44% de las tratadas con antibiótico produce remastitis, y las que no tratábamos, un 28%s”, comentó. Y agregó respecto de los tratamientos frente a Gram +.
“Un motivo puede ser porque el antibiótico no era sensible para ese grupo de bacterias y otro, que el tiempo para los tratamientos no fuera el adecuado”, sostuvo. Fue así que en 2019 decidieron implementar el cultivo en tambo 2 (CET2) para darle identidad a esas bacterias que producían mastitis.
Así, la tasa de remastitis general bajó al 32% y la remastitis de las tratadas bajó al 22%.
Para concluir, Bertotti destacó: “El uso racional de antibióticos favorece la salud animal pero también la salud humana”.