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Todo establecimiento ganadero requiere llevar adelante un plan sanitario para lograr mantener el rodeo en excelentes condiciones. Esto se verá reflejado en los kilos de carne obtenidos para comercializar, además de la propia calidad de la misma.
Si bien se tiende en primer lugar a poner foco en enfermedades que provocan daños de gran magnitud, con pérdidas irreversibles, no hay que dejar de lado a otras de acción constante y perjudicial, como la queratoconjuntivitis infecciosa bovina.
La clave está en entender la necesidad de abarcar la enfermedad desde todas sus aristas, y no quedarse únicamente con el daño directo. Es decir, la pérdida de visión del animal. Frente a este escenario, especialistas en el rubro dialogaron con MOTIVAR acerca de esta infección y cómo enfrentarla para garantizar un mejor Bienestar Animal y reducir pérdidas económicas.
La queratoconjuntivitis infecciosa bovina es una enfermedad ocular muy contagiosa provocada por Moraxella bovis. Generalmente afecta animales jóvenes —antes de los dos años de vida— y cuanto más intensivo sea el sistema, la tasa de contacto será más alta, lo que puede provocar una posible expansión de la enfermedad. En los casos más graves, los bovinos pueden llegar a perder la visión.
“La enfermedad es provocada por contaminación de algunas bacterias, aunque también puede surgir por alguna infección viral previa. Incluso deficiencias minerales podrían ser una condición predisponente”, aseguró el médico veterinario del INTA Balcarce, Germán Cantón. La mayor cantidad de casos se observa en verano, ya que es el momento en que proliferan las moscas que actúan como vehículos de los agentes etiológicos. Sin embargo, aseguran que se pueden observar brotes en invierno, lo que indicaría que no solo las moscas intervienen en su transmisión. “Además, en los años secos cuando llueve poco y hay mucho polvo en el ambiente, el animal puede llegar a tener una irritación en el ojo. Mismo el pastoreo de material muy fibroso, como por ejemplo algunas pasturas muy encañadas, provocan un daño mecánico en la conjuntiva, que también puede predisponer para la infección bacteriana”, mencionó Cantón.
Siguiendo con esta línea, “cuando los terneros se destetan, el estrés aumenta su incidencia”, explicó Gustavo Zielinski, médico veterinario del INTA Marcos Juárez también consultado por MOTIVAR.
Y agregó que “es típica la observación de destetes con brotes de queratoconjuntivitis o recrías de vaquillonas”. Asimismo, en los establecimientos ganaderos que engordan a corral, la etapa de contacto entre ejemplares infectados es más alta.
Ambos especialistas coincidieron en que la prevención es difícil, por distintas razones que hacen a la patogenia del agente etiológico.
“No es que las vacunas disponibles no funcionen, sino que existe mucha variabilidad en la cepas de Moraxella”, sostuvo Cantón. Más allá de esto, dejó en claro que no obstante esta situación, los productores no deberían dejar la vacunación de lado.
“Se puede tratar eficazmente con antibióticos de depósito inyectables por vía subcutánea o intramuscular, o inyectables intrapalpebralmente”, aconsejó Zielinski. Y agregó que “los colirios con antibióticos son efectivos, pero deben administrarse en forma diaria, lo que disminuye su practicidad al tener que mover los animales todo el tiempo”.
Lo importante en su tratamiento es la estrategia terapéutica a adoptar.
“No es práctico tratar a los animales en forma individual cuando aparecen con lesiones oculares, ya que de esta manera corremos detrás de la infección y este tratamiento se tendrá que repetir sucesivamente en los distintos animales que vayan apareciendo con lesiones en el curso del brote”, recalcó Zielinski.
“Nosotros recomendamos que, ante un umbral de prevalencia del 5% de animales afectados, se realice una medicación metafiláctica a todo el rodeo de manera de bajar la presión de infección en el mismo, y cortar la cadena de transmisión del agente”. De este modo, se minimiza el movimiento de animales y se baja el costo de la mano de obra.
Para reducir las pérdidas económicas que genera la queratoconjuntivitis, se deberá disminuir el grado de exposición de las categorías susceptibles, a los factores predisponentes y a los agentes infecciosos.
Los especialistas explicaron que, aunque el cuadro inicial sea leve, con el paso del tiempo puede evolucionar.
“Esto se ve reflejado en el comportamiento del animal: su consumo disminuirá a lo largo de los días de infección y, en definitiva, si pierde el ojo tendrá un impacto sobre su vida futura. Pero depende de en qué momento se intervenga sobre el cuadro clínico”, sostuvo el MV Cantón.
Para dar datos precisos, según la Cámara Argentina de la Industria de Productos Veterinarios (CAPROVE), la queratoconjuntivitis infecciosa bovina provoca una pérdida de 80 gramos diarios por animal. ¿Algo más? Si. Sobre un uso recomendable de 24.030.000 de dosis en base a los rodeos actuales, se utilizan solo 13.600.000 (56%).
En cuanto a la pérdidas económicas que trae esta enfermedad y que se reflejan en los márgenes brutos del productor, los profesionales comentaron que no hay muchos estudios que muestren números precisos. “Sin embargo, podemos decir que el tratamiento aumenta los costos en medicamentos y de mano de obra, por lo que disminuye la eficiencia productiva en los rodeos afectados”, aclaró Zielinski.
Cantón acotó que “sin duda que es un costo para el productor. Hay que comparar aquellos infectados y tratados con aquellos bovinos que no fueron damnificados por la enfermedad para tener una aproximación real”.
Los profesionales destacaron que cuando el productor identifica y trata tempranamente la queratoconjuntivitis con antibióticos —el lagrimeo es el primer signo de la enfermedad, la recuperación es muy buena.
En cambio, cuando el ganadero no hace recorridas periódicamente y no se identifica a tiempo, se complica.
Un punto a favor para los asesores veterinarios es que “es una enfermedad que el productor conoce, que enseguida la identifica ya que los signos son bastante fáciles de visualizar. Afecta el ojo y lo ven a simple vista”, comentó Germán Cantón. Y agregó que, de todas formas, “muchas veces deciden combatir la enfermedad cuando ya es tarde y hay muchos animales infectados”.
Frente a este escenario, el referente del INTA Balcarce declaró que los engordadores acuden a las vacunas porque saben que probablemente sea un problema si no se lo detecta. En cambio, el productor de cría que desteta a los animales y los vende, generalmente no usa estas vacunas.
El médico veterinario Zielinski recomendó a MOTIVAR incluir en el plan sanitario 2 dosis de vacunación pre destete a los terneros y una dosis anual antes de la época de mayor incidencia a los adultos. Sin embargo, esto no garantiza que los rodeos se mantengan libres de la infección.
Por su lado, Cantón explicó que “la realidad es que queda en los productores las decisiones que toman. A veces prefieren invertir en alguna vacuna contra la neumonía, que tiene un impacto económico más grande, que en una contra queratoconjuntivitis. Es difícil ponerles un precio a estos tratamientos”.
“Pero lo que siempre decimos, es la desventaja de la variabilidad en las cepas que andan dando vueltas, que eso hace que las vacunas que estamos usando no proteja al 100% el animal”, explicó el veterinario. Por eso es importante el monitoreo frecuente de los animales, para detectar a tiempo, combatir tempranamente y que se lleve adelante una recuperación exitosa, sin sobresaltos.
Más allá de lo repasado en el artículo, vale considerar algunos aspectos centrales a tener en cuenta a la hora de considerar a la Queratoconjuntivitis como la problemática que realmente es para la ganadería argentina.