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Hoy en día, una de las principales plagas que puede colonizar un tambo son los roedores. Estos encuentran disponibilidad permanente de 3 elementos: espacio para desarrollar sus colonias, alimento (ración balanceada) y agua, junto a otro factor adicional que es la influencia del hombre. Las especies de roedores comensales más comunes son la rata de noruega, la rata de tirante y la laucha.
Los roedores además de poder generar daños físicos en cables, provocar cortocircuitos, contaminar la ración y el ambiente (a través de las heces y la orina), y deteriorar estructuras, son capaces de transmitir más de 35 enfermedades a los animales y a los seres humanos, entre ellas las más peligrosas son la Salmonella y la Leptospirosis; sobre esta última, según el Boletín epidemiológico Ministerio de Salud Nación, durante 2017 en Argentina hubo 2.165 casos en humanos. Lo que origina problemáticas críticas para la industria alimenticia y la salud de los propios operarios.
“Para poder controlar a los roedores en estos ambientes tan complejos es indispensable contar con conocimiento, capacitación y entrenamiento. De esta forma, no se trata de ‘tirar veneno’, sino que es necesario contar con un programa integral de control basado en el conocimiento que incluya una fase de diagnóstico para detectar la especie presente, la dinámica poblacional y los riesgos que puedan traer”, explica Marcelo Hoyos, gerente técnico de Higiene Ambiental de BASF en Argentina. E incluye: “La situación que afecta actualmente al productor tambero debe ser acompañada de programas profesionales simples, eficaces y sustentables para poder entregar un producto de máxima calidad y seguridad”.
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