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LAS INVERSIONES PUEDEN RECUPERARSE EN 2 O 3 AÑOS

¿Cuánto cuesta sumarse al hobby?

Seleccionar un campo provisto de buena flora y, en lo posible, alejado de los brazos de las fumigadoras que esterilizan todo a su paso es la primera tarea que debe encomendarse un futuro productor apícola.
1 de mayo de 2017 - 00:17
35.000

Son los dólares que se necesitan para instalar 500 colmenas, el número mínimo de unidades para tener una explotación sustentable como medio de vida.

Para Roberto Imberti, miembro de la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA), la barrera de entrada es muy baja porque se puede acceder a una colmena por una cifra que oscila entre los 1.000 y $ 1.200. Sin embargo, si la cultura hobbista le quiere dar paso al negocio, una unidad productiva viable económicamente (como medio de vida) se estima en un mínimo de 500 colmenas. “De otra manera, no te dan los costos”, advierte Imberti. En este caso, la inversión pasa a estimarse en un mínimo de US$ 35.000 sin contar un vehículo a disposición para visitar periódicamente las colmenas.
“En general, operamos en campos prestados, porque un apiario en la provincia de Buenos Aires puede tener entre 50 y 60 colmenas, ya que si es más grande, empezás a competir por la flora, entonces, resulta ilógico comprar tierras para instalar las colmenas”, analiza el productor.

En números
El retorno de la inversión oscila entre dos o tres años. “Lo importante es que podes tener un crecimiento gradual, donde por ejemplo, en invierno, apenas tenés que visitarlas una vez por mes. Cuando el número de colmenas ya es más grande, se transforma en un trabajo como cualquier otro. En todos los casos, recomiendo que la gente haga un curso, es la mejor inversión inicial”, asegura Imberti.
Los costos son muy variables tanto según el tamaño de la explotación como los volúmenes que se cosechan cada año, pero el productor enumera los imponderables: azúcar, mano de obra y combustible.
“Entre los contratiempos de la producción está el acceso a los campos, problema que sufren los apicultores ya que los “chacareros” temen que entre cualquier a su campo o dejen una tranquera abierta y son celosos de sus establecimientos”, analiza el miembro de SADA y agrega: “la provincia de Buenos Aires está intentando promulgar una ley donde, entre otros puntos, le otorgaría un beneficio impositivo a aquellos establecimientos que permitan la producción apícola”.
Otro de los problemas que aqueja al sector es el bajo interés para avanzar en un cambio generacional. “Esto dificulta conseguir gente y al no darse el cambio generacional le pone un freno a la expansión de la industria”, confiesa Imberti.

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