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Los productores porcinos de Buenos Aires armaron una asociación –APROPORBA- y casi como obra del destino, a menos de un año de su constitución, ya enfrenta una de las crisis más graves de los últimos años. Alejandro Lamacchia, frontón de la flamante institución, con 600 miembros lo pone en números: “En febrero el costo de producción ascendía a $17,50 el kilo vivo mientras que por su venta cobramos $17 en el mejor de los casos”. Entre las causas, aducen la devaluación y quita de retenciones, que disparó el precio de la tonelada de maíz, principal insumo de este negocio, hasta los $2.000 (el doble que a fines de 2015). Las soluciones nadie las tiene, pero Lamacchia reclama algún tipo de subsidio para los pequeños productores.
En Súnchales es un secreto a voces. SanCor, la mayor cooperativa láctea del país, anotó pérdidas por $1.500 millones en los primeros nueve meses de su ejercicio anual y la venta de activos está a la vuelta de la esquina. Vicentín, otro gigante de la provincia de Santa Fe, salió a desmentir que haya pagado US$ 90 millones por la división de postres, yogures y cremas. La multinacional Coca Cola; Aceitera General Deheza, de los Urquía; y Newsan, fabricante de electrodomésticos (propiedad de los hermanos Cherñajovsky), son otros de los nombres interesados en hacer leña del árbol caído.
Las razones de la magra situación tienen un hilo conductor y se llama Venezuela: un monto similar por el cual SanCor cedería los activos más rentables es lo que le adeuda el país caribeño por embarques de leche en polvo.
En Esteban Echevarría, 1.300 de los más de 3.800 trabajadores que alguna vez poblaban las instalaciones del segundo grupo avícola del país, Rasic Hermanos, volvieron a sus puestos. En un esquema laboral que algunos tildan de rudimentario, los trabajadores reincorporados escucharon atentos –no tenían otra opción- al Presidente electo vetar la Ley Anti-despidos, que un día antes había aprobado la cámara de Diputados. Volviendo a los números, en la planta de faena ya se cortan 180.000 cabezas por día, es decir, 360 toneladas de maíz hechas pollo pasan a integran la mesa de los argentinos cada 24 horas, desde las mismas instalaciones que alguna vez pertenecieron a la familia de origen croata, Rasic.