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SUSCRIBITE Al frente del Programa de Sanidad Aviar, la Dra. Cora Espinoza atiende todas las cuestiones relacionadas a la sanidad de las aves de producción industrial pero también de aquellas llamadas de traspatio.
En ese marco, la especialista comentó que desde el Senasa se hacen planes de control para erradicar las enfermedades endémicas como la salmonelosis, las micoplasmosis y la laringotraqueitis; sumadas aquellas que pueden estar bajo control, como la bronquitis infecciosa.
Vale decir que estas problemáticas producen mortandades, afectan el rendimiento, los índices productivos de las aves y no permiten una buena obtención de los mejores rendimientos.
Estas se suman a otras consideradas ETAS: enfermedades transmisibles a través de los alimentos.
“Determinadas especies de Salmonella son trasmitidas a los alimentos y pueden pasar a las personas, de allí su gravedad”, explicó Espinoza.
De esta manera, el Senasa lleva adelante su Plan Nacional de Sanidad Avícola, dedicándole también esfuerzos a las dos enfermedades más graves y temidas de la avicultura: Newcastle e Influenza Aviar.
“Si bien ninguna de ellas existe en nuestro país, disponemos de un riguroso programa de prevención que contempla diversas medidas. En caso que alguna de estas enfermedades se hiciera presente no sólo traerían grandes pérdidas –sacrificio de animales-, sino que automáticamente Argentina detendría sus exportaciones”, explicó la Dra. Espinoza. Y agregó: ”Se trata de barreras sanitarias para la exportación y, por lo tanto, la avicultura se vería económicamente afectada por su presencia, perjudicando los precios”.
Como es sabido, este año ha recrudecido la influenza aviar en el mundo, manifestándose, por ejemplo, en Estados Unidos, Canadá y México. Y, si bien los tres países ya habían tenido la enfermedad alguna vez, ninguno en la forma que se presenta en la actualidad.
“El virus está y se ha tornado más agresivo”, remarcó Espinoza.
Muy clara con sus palabras, la representante del Senasa explicó que en el país existen granjas con muy buena bioseguridad y otras no tanto.
“A veces, no es sólo la estructura de la granja sino cómo allí se trabaja. El productor tiene que saber trabajar en la prevención de enfermedades”, agregó.
En la difusión de normativas de bioseguridad, como la Resolución 542 de 2010, se exigen normas para su cumplimiento como el control de acceso de personas ajenas a la granja y desinfecciones, entre otros recaudos que disminuyen o evitan la posibilidad de contagio de bacterias, virus o microorganismos a las aves.
“A veces el problema no son las instalaciones sino la conducta”, agregó Cora Espinoza. Más allá de esto y si bien dejó en claro que la normativa 542 está a disposición para analizar todas las cuestiones que evitarían este tipo de enfermedades, sólo poniendo en práctica medidas básicas de higiene y seguridad, la experta del Senasa enfatizó: “Como no es suficiente con normativa para que todos cumplan, tenemos un equipo a campo, trabajando; verificando que se lleven a cabo las indicaciones oficiales y estableciendo penalidades si esto no ocurre”.
En su rol de regulador, el Senasa busca la capacitación permanente de sus profesionales de campo, el equipo de emergencias en aves y de quienes realizan el sacrificio sanitario, en caso que éste fuera realmente necesario. Tal es así que recientemente se concretó un curso de actualización para “tener la vista hecha” a los casos de la enfermedad.
“En esto estamos trabajando en lo que queda del año: en acentuar nuestra capacidad preventiva”, remarcó la Dra. Cora Espinoza.