Enfermedades clostridiales: “Es clave Vacunar”

Las enfermedades causadas por las bacterias del genero Clostridium actúan generalmente en forma de complejo y compartiendo determinadas características comunes. Entre ellas, los signos y síntomas que se presentan y sus consecuencias posteriores, son causados por las toxinas que producen y no por las bacterias per se. Es por ello que, frente a los brotes, resulta poco efectivo el tratamiento con antibióticos, siendo el enfoque preventivo fundamental frente a estas afecciones.
La Mancha (carbunclo sintomático, carbón o pierna negra); la Gangrena Gaseosa (enfisema gangrenoso, cabeza hinchada de los carneros); la Enterotoxemia; la Hemoglobinuria Bacilar Infecciosa; el Botulismo (Mal de Aguapey) y el Tétanos son algunas de las enfermedades Clostridiales que mayor impacto generan en la producción bovina, afectando negativamente los niveles productivos de los rodeos, principalmente a través de la aparición de muerte de animales en forma de brotes.

Por las características y patogenia de este grupo de bacterias, es clave vacunar, ya que el tratamiento resulta ser inútil y, en general, tardío. A su vez queda evidenciado que, de la misma manera en que los clostridios actúan combinados como complejo infeccioso, la prevención también debe ser realizada con vacunas que en su composición tengan un mix de bacterinas y toxoides que brinden un amplio espectro de protección.
En líneas generales, un plan vacunal básico preventivo para enfermedades clostridiales debe constar de 2 dosis, con intervalo de 30 días en animales primovacunados, comenzado a los 3 meses de vida del animal y luego, de acuerdo a las características endémicas de cada zona, pensar en un refuerzo semestral o anual. Una vez superado el primer año de vida, la vacunación pasa a ser anual, siempre y cuando se haya respetado el protocolo de doble dosis en la etapa temprana.