El coordinador de la Comisión de Lechería de AACREA, Santiago Fariña, propone un cambio de paradigma en las variables a analizar desde los planteos ganaderos actuales.
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SUSCRIBITEEl coordinador de la Comisión de Lechería de AACREA, Santiago Fariña, propone un cambio de paradigma en las variables a analizar desde los planteos ganaderos actuales.
Durante la última jornada ganadera organizada por los CREA del Sudeste bonaerense en Ayacucho, Buenos Aires, el coordinador de la Comisión de Lechería de AACREA, Santiago Fariña, presentó el siguiente desafío: ¿Cómo ganar la competencia por la tierra desde un planteo ganadero?
En ese contexto, el técnico propuso mejorar la producción del forraje, como aspecto clave para ganar esta pulseada.
La tierra es el principal componente del capital de los empresarios ganaderos y lecheros. «Una vaca cuesta US$ 600, mientras que la tierra en esta zona sale cinco veces más», comparó el disertante al dar inicio a su exposición.
Además, recordó que en la última década, el precio de la hectárea se valorizó de una forma significativa.
Santiago Fariña destacó que un aspecto clave en el manejo de pasturas es el de- sempeñado por el personal.
«Como empresarios es importante tener en cuenta que las consignas que les dan a las personas que están a cargo del lote todos los días deben ser claras, insistiendo en la importancia de hacer las cosas de una determinada manera», aseguró.
También mencionó la necesidad de la capacitación y del conocimiento que el personal tenga respecto del objetivo de entrada y de salida. «Ellos me van a proporcionar los datos que me permitirán identificar la tasa de crecimiento para hacer los ajustes que sean necesarios», resumió.
Según datos de la Compañía Argentina de Tierras, el costo de una hectárea en el oeste de Buenos Aires (antigua zona de invernada) pasó de US$ 2.300 a U$S 7.500. A su vez, en la zona núcleo de la misma provincia, el valor aumentó de US$ 5.500 a US$ 15.000; mientras que en la zona central, pasó de US$ 3.200 a US$ 9.000.
En tanto, en la Cuenca del Salado el valor de la hectárea subió de US$ 700 a US$ 2.700.
Por otra parte, la presión por ingresar al sistema va más allá… «Hay empresarios dispuestos a pagar 70 kilos de novillo por hectárea, lo cual representa un alquiler de hasta 20 kilos más que en 2002», advirtió. Y agregó: «Estamos parados sobre un capital cada vez más caro, con gente que puede generar negocios alternativos por encima del costo de oportunidad de la tierra». Ante esta situación, Fariña fue contundente: «Para ser competitivos en el largo plazo y en relación con otros sectores que pujan por el mismo recurso, hay que mejorar el resultado por hectárea, optimizando lo que está dentro de nuestro radio de acción».
El técnico evaluó algunas variables que influyen sobre la actividad ganadera para identificar las claves que permitan mejorar ese resultado económico. Así y tras analizar lo ocurrido en más de 200 empresas lecheras del país, observó que el resultado del negocio no está asociado estrechamente con el mejoramiento de la producción individual de las vacas, ni con la escala del establecimiento.
«El tamaño del rodeo no guarda ninguna relación con el margen bruto», aseguró. En cambio y según sus palabras, sí se encuentra una relación positiva y estrecha entre el resultado económico y los litros libres de suplementación por hectárea. Es decir, los litros que derivan del forraje producido. En este sentido, Fariña afirmó que los precios de los recursos utilizados están definidos por cuestiones de mercado, algo sobre lo cual los productores no tienen injerencia. En cambio, sí pueden incidir sobre la productividad; esta dependerá del manejo que se realice para mejorar el margen por hectárea. Allí es donde se puede desarrollar la capacidad de gestión de los administradores de la empresa.
Si bien aquello que se convierte en carne o leche está definido por la productividad animal, el representante de AACREA sostuvo que la productividad de la tierra tiene que ver con la cantidad de kilos de materia seca que se generan a partir del forraje.
«Para mejorar esta última variable será necesario aumentar los kilos de materia seca cosechados por hectárea», explicó y profundizó: «Estamos haciendo una buena gestión en los cultivos anuales, de la mano de la agricultura (de la cual adoptamos las prácticas agronómicas), pero en lo que hace a campos naturales y pasturas, las posibilidades de mejora son claramente mayores», explicó.
El precio de los recursos está definido por cuestiones de mercado, algo sobre lo cual los productores no tienen injerencia. En cambio, sí pueden incidir sobre la productividad, la cual dependerá del manejo que se realice.
Durante la exposición quedó claro que para intentar reducir la brecha entre la producción actual y la potencial son al menos dos los aspectos a considerar. El primero es el diseño del sistema, que define el techo de producción (básicamente a través de la carga animal).
El segundo, es el manejo desarrollado durante la implantación, fertilización y aprovechamiento de las pasturas, un área donde -como se dijo- hay mucho por mejorar.
El general este es el aspecto que más se desconoce y el que presenta el menor desarrollo teórico. Sin embargo, los tres criterios clave para definir el aprovechamiento de las pasturas (tanto en lechería, como en ganadería) son: «la frecuencia (rotación del pastoreo); la disponibilidad de biomasa previa, y la posterior. Es decir, qué remanente objetivo se debe dejar», explicó Fariña.
Acerca de la frecuencia, manifestó que el principio básico para entender el manejo del pastoreo es el balance entre la tasa de consumo y la de crecimiento.
«Si conozco la tasa de crecimiento del pasto, sé que para tener un sistema en activo crecimiento y que no se vea limitado en ningún momento del año, tengo que generar una tasa de consumo del pasto del mismo valor. Es decir, si tengo 40 kilos de materia seca por hectárea en promedio del área de pastoreo, puedo cosechar 40 kilos por día. De esta manera genero un stock de pasto constante», indicó.
Para decidir cuál debe ser la disponibilidad previa al pastoreo, Fariña indicó que es clave conocer la mecánica del aprovechamiento. «Lo que define realmente el consumo diario de una vaca lechera o de un novillo es el peso de cada bocado. Y eso depende directamente de la disponibilidad que hay cuando entran a pastorear», dedujo e insistió: «Tenemos que tener esto en mente para tratar de no limitar nunca el consumo animal».
Por su parte y en relación a la disponibilidad posterior al pastoreo, estableció que es importante no dejar un remanente demasiado alto, que acelere el proceso de senescencia y las pérdidas; sin embargo, debe ser suficiente para generar el rebrote.